Los comunistas parameños y la Revolución Rusa
Introducción
Este articulo ha sido preparado por el camarada Rubén D. Sousa B., y dirigido al Área Ideológica con el propósito de realizar una discusión que contribuya a la formulación del discurso que se prepara para el acto conmemorativo del 90 aniversario de la Revolución Rusa, que se realizará el viernes 9 de noviembre a las 6:00 p.m., en el Salón de la Sede Central del Partido del Pueblo en Perejil.
Sustentación ideo-política de la Revolución Proletaria Rusa
Fue el marxismo-leninismo cuyo contenido, señaló certeramente, el carácter de la lucha histórico social en su respectiva contemporaneidad. Acusó al sistema capitalista en su etapa imperialista como el principal enemigo de la humanidad a vencer e indicó que el proletariado internacional; dentro de este contexto, se convertía en la fuerza determinante para vencer esa lacra capitalista, que por su condición clasista, podía y debía cumplir ese papel revolucionario y reemplazarlo.
Ante esa derrota necesaria debía, la clase obrera organizada revolucionariamente, encabezar un poder revolucionario que destruyera el orden burgués y lo reemplazara por un nuevo orden social: el socialismo.
Las líneas fundamentales del marxismo-leninismo consistieron en antagonizar con el capitalismo, ahora hecho imperialismo, en convertir a la clase obrera internacional en la vanguardia revolucionaria de esa lucha histórica para transformar la vieja sociedad mediante un poder revolucionario, bajo la forma de la dictadura del proletariado, cuyo papel era suprimir la clase burguesa y su dictadura capitalista y así conducir la edificación de la nueva forma social: el socialismo.
La revolución proletaria de 1917 en Rusia.
La revolución proletaria Rusa fue una fiel plasmación histórico-social del enunciado revolucionario anti-capitalista del marxismo-leninismo. Fue la primera victoria en la historia de la humanidad en que la clase obrera logró el poder político triunfante, suprimió a la burguesía y se encaminó a construir la nueva sociedad, sin la sagrada propiedad privada, reemplazada por la propiedad social, sin la burguesía como clase dominante, con el domino obrero en un país con la sexta parte del planeta.
Este resultado fue la constatación indiscutible de la visión verdadera y exacta del marxismo-leninismo basado en el conocimiento científico de las leyes del desarrollo en general y de la sociedad en particular. Fue la comprobación teórica y práctica del materialismo dialéctico.
No obstante, la revolución rusa fue el comienzo no el final de una nueva época de la humanidad, consistente en la transición real en la que entró el mundo, desde su existencia, establecida en lo político, económico, social y cultural, desde el sistema capitalista, al sistema socialista.
El influjo mundial del triunfo de la revolución rusa dio un nuevo impulso revolucionario en todos los confines de la tierra y profundizó las contradicciones anti-capitalistas en toda la diversidad social en el mundo. Así además, de la lucha del proletariado mundial por el socialismo, se movilizaron los pueblos bajo el colonialismo o dependientes, por la liberación nacional y las fuerzas democrática de los países capitalistas desarrollados, arremetieron contra la clásica y anciana democracia burguesa. De esta forma, la Revolución Rusa abrió el camino a todos los pueblos del mundo, a todos los explotados para que rompieran las cadenas de la opresión y de la explotación inicua del trabajo.
En otras palabras, tal como lo previó el marxismo-leninismo, el proceso revolucionario es un proceso ininterrumpido apreciado en términos abstractos, pero al someterse a la concatenación del mundo real, esa abstracción tiene que encaminarse hacia la realidad diversa del desarrollo sociales su contemporaneidad y así las formas revolucionarias concretas son también diversas y de plazos distintos.
La revolución socialista triunfó en Rusia, pero esa misma revolución no podía repetirse mecánicamente en otros países. La Revolución Rusa lo que provocó con su ejemplo y su efecto objetivo contra el sistema capitalista, fue rejuvenecer y redoblar el empuje del proceso revolucionario mundial en todas sus escalas, en todas sus variantes.
En la transición del capitalismo al socialismo se crearon varios estados socialistas sucesivos basados en el mismo principio, pero ejecutados bajo formas diversas, creándose un campo o mundo socialista. Dentro de ese campo se creó el llamado “socialismo real”, en contraposición al socialismo utópico y primitivo, componiéndolo aquellos países que se guiaron por el modelo socialista soviético. Esto significa que dentro del mundo socialista hubo varios modelos..
El revés que la experiencia internacional del socialismo nos ha presentado actualmente, ha sido el fracaso de uno de los modelos, el modelo soviético, pero no de los otros modelos. Es más, otros modelos experimentan desarrollo impetuosos que auguran la superioridad social sobre el capitalismo.
Hay que señalar que el modelo soviético y su desplome no es la destrucción del socialismo y su futuro. Este hecho ha puesto a la vista varias enseñazas para el desarrollo ulterior del socialismo. El socialismo es un sistema hecho concientemente por el hombre. Desde este punto de vista es un sistema artificial donde nada puede dejarse en manos de la espontaneidad, del voluntarismo y el subjetivismo. La respuesta humana conciente y organizada siempre tiene que estar al día, marcando el ritmo de la demanda del desarrollo dinámico y el rumbo que la ciencia social, el marxismo-leninismo, como guía ha marcado. Estas dos reglas son básicas e indudables. El modelo social soviético por ser cimero y ejemplar más que nadie, estaba obligado en su desenvolvimiento, tan difícil y complejo, ante un enemigo de clase, que nunca le dio tregua, con un pueblo que tenía que transformarse constantemente y en la ilimitada demanda del desarrollo del proceso revolucionario mundial, multiplicada por el influjo de la revolución científico-técnica, a ser pujante y creador en cada instante y motor decisivo del bienestar social. Esta eficacia y eficiencia no se logró en un nivel necesariamente óptimo y comenzó un proceso degenerativo que fue carcomiendo las bases del socialismo soviético. Es un error ubicar en una sola causa este derrumbe. Esto es simplismo. Son diversas las causas y complejas. Es necesario hacer una concatenación de los hechos positivos y negativos, para explicarnos dialécticamente, el origen verdadero de este descalabro.
No se puede caer en la diatriba anticomunista de los enemigos jurados del socialismo, antes, ahora y siempre; tampoco se puede caer en las tesis oportunistas de derecha y de izquierda como reservas directas e indirectas, concientes o inconscientes, no son más que resortes para alargarle la vida al capitalismo, conciliándose así, abierta o disimuladamente con el neoliberalismo; hay que desenmascarar al ejercito de pelechadores diseminados por el mundo que medraron con el auge del socialismo soviético y ahora son serviles del anticomunismo; hay que combatir el derrotismo de los “revolucionarios” incapaces de levantarse del piso cuando los golpes nos obligan al reflujo.
El fracaso del modelo soviético no debe verse sólo como una desgracia frente a la cual, claro está, no podemos insensibilizarnos. Debemos desentrañar las causas reales, no para justificar la derrota, sino para, en base a esa experiencia, rectificar el golpe certero que hay que darle al mundo del capitalismo explotador y culpable fundamental de los desastres contemporáneos. La lucha continúa, solo que un plano superior, bajo nuevas condiciones.
Para nosotros los comunistas panameños debemos entender a base de la caída del modelo soviético, que el marxismo-leninismo es una ciencia creadora y dinámica que arma a los revolucionarios en todas las escalas de la lucha social actualmente existente, con el conocimiento de las leyes objetivas de la naturaleza y la sociedad para buscar la verdad concreta, para descubrir las injusticias sociales, para organizar la lucha revolucionaria de las fuerzas que históricamente pueden y debe hacerlo, para concebir el nuevo régimen que debe reemplazar el viejo y para organizar y lograr el nuevo poder político que debe realizar y ejecutar la edificación del orden nuevo correspondiente.
Asimismo debemos asimilar la enseñanza de que somos partes del proceso revolucionario universal, pero simultáneamente estamos obligados a concebir creadoramente la revolución que corresponda a nuestra singularidad histórica, en lugar de adherirse por devoción a otras experiencias revolucionarias que corresponden a otras situaciones. Creemos en la solidaridad, en la cooperación, en la causa común, pero nada de eso debe reemplazar nuestra responsabilidad comunista de ser auténticos y buscar y encontrar el camino que nos lleva al ideal libertario que corresponde a nuestra sociedad.
El marxismo-leninismo nos enseña la realidad del mundo, no solo para comprenderlo sino para transformarlo.
Viva el 90 aniversario de la revolución bolchevique de 1917.
Viva el Partido del Pueblo como discípulo de sus enseñanzas..
Panamá, 19 de octubre de 2007.
Etiquetas: Miscelaneo
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