Crisis de la tiranía mundial del capitalismo
A la luz de Che Guevara, en medio de la batalla de ideas de carácter nacional y universal, cabe evocar que Fidel pudo concebir el asalto al Moncada, de manera de iniciar la fase victoriosa de la única Revolución cubana, nacida en 1868, por haber asimilado con espíritu creador los principios y las tesis fundamentales del marxismo-leninismo.
Aunque en Cuba no había una crisis económica como la que en 1933 llevó a la clase obrera en masa, con Rubén de líder, mientras Guiteras también luchaba, a la huelga insurreccional contra la tiranía de Machado, existía una crisis política generada por el golpe de Estado reaccionario y proimperialista de Batista.
En símil exacto del Comandante, la hormiguita comenzó a levantarse contra el elefante, hasta vencerlo el Primero de Enero de 1959. Y con el pueblo en el poder, para hacerlo irreversible, los revolucionarios forjaron el Partido. Desde entonces y por siempre el nuestro es el Partido de la unidad basada en los valores y conceptos revolucionarios, sin concesiones ante la presión ideológica del enemigo.
Antes que Lenin, Martí consideró que sin ese Partido único de los revolucionarios, la unión de las masas del pueblo es imposible. Al proponer a Gómez fundarlo, dijo que la alternativa era el partido de la anexión a Estados Unidos, gestado por amos temerosos del pueblo, pues España estaba derrotada.
Ahora no podemos dejar de ver lo que realmente sucede en el mundo. Padecen hambre y derraman su sangre pueblos enteros porque la crisis global tiene en su origen la crisis integral del sistema capitalista, todavía prevaleciente en el planeta, aunque ya su ocaso sea inexorable. Solo los adormecidos por los llamados "tanques pensantes" de Estados Unidos o Europa, no logran apreciarlo. El afán de apresurar la destrucción del capitalismo proviene de su amenaza a la existencia misma del género humano. El dilema no es, como dijo Rosa Luxemburgo en alerta contra el nazismo en gestación, socialismo o barbarie, sino socialismo o nadie. Se ha iniciado la crisis de la tiranía mundial del capitalismo.
Gracias a su régimen socialista, nacido de aquella Larga Marcha del presidente Mao, que tradujo el marxismo al chino, como se dice para significar el molde de las particularidades, apareció una nueva locomotora en la economía mundial, la China dirigida por el Partido de los trabajadores. Ya dejó atrás a la locomotora alemana, la principal de Europa y se acerca a la locomotora más veloz de Asia, Japón, y en unos 15 años alcanzará a Estados Unidos, hasta ahora dominante a escala planetaria. La China del socialismo es capaz de resistir los embates de la recesión en la que se adentran sus socios comerciales como Estados Unidos, Japón y Europa Occidental, y de hacer frente a terremotos como el de Sichuán, adonde acudió la brigada de médicos que también ofrecimos al pueblo norteamericano cuando el Katrina. China no es solo la sede, sino también la virtual campeona de las Olimpiadas que tanto duelen a sus enemigos, y en ella nuestros atletas, abanderados por Raúl, están, como escribió Fidel, ¡a paso de vencedores!
Tampoco es culpable de la crisis global ese pueblo inspirador del nuestro en su resistencia al terrorismo yanki con la invencible Guerra de Todo el Pueblo, ese Vietnam al que el presidente Ho Chi Minh inculcó que el patriotismo es la flor primera en el jardín del marxismo-leninismo.
Con alegría vemos que reagrupan sus fuerzas, mediante la integración inspirada en Bolívar y Martí, los pueblos de Nuestra América para hacer frente a una crisis surgida de la explotación del modo de producción capitalista, bajo el dominio de los monopolios transnacionales, y que ellos no han provocado. La unión de las víctimas es la única manera de evitar nuevos zarpazos de los imperialistas, culpables únicos, junto a oligarquías locales cuyo negocio es la traición, de los muchos males del mundo. Con precisión Fidel califica al capitalismo como madre de las crisis, financiera, económica, hipotecaria, de gobernabilidad, moral, ecológica, ante todo, ideológica. Ellas revelan su impotencia histórica, lo mismo que las guerras preventivas contra Iraq, el pueblo palestino y las amenazas a Irán y al menos 60 oscuros rincones del globo. Las leyes y tendencias de la economía del capitalismo no le permiten ya dominar como antes y acuden a la violencia del fascismo.
La Cuarta Flota, bendecida por los McCain, es provocación mezclada con esa impotencia. Y también los planes demenciales para el fraccionamiento del Estado-nación que al inicio del capitalismo fue el preferido, como lo ilustran Kosovo, la táctica sucia en Bolivia, el Tibet y Taiwán, Guayaquil, Zulia, o Rusia, o distintos países africanos, como antes la Unión Soviética, Checoslovaquia y Yugoslavia.
No provienen esas crisis de factores fortuitos o errores humanos y no la causan los pueblos, sino el sistema que los manipula como a cosas destinadas a consumir. Son crisis de carácter global porque no puede escapar país alguno de sus efectos terribles. Se aprecia con horror en el precio de los alimentos, los medicamentos y el petróleo indispensable en la industria, el transporte, la minería, la agricultura, la biotecnología, la informática, el turismo, los servicios.
Como Marx previó, la ciencia cambia todo el proceso productivo. Hace que sobren por siempre muchos brazos, al elevar la composición orgánica del capital, pero también amplía las filas de los enterradores de la explotación. La pobreza extrema de naciones enteras crea movimientos sociales que se suman a los trabajadores y no faltan científicos honestos en sectores acomodados. Ante todo rechazan la destrucción de la naturaleza y el apego a las guerras, al racismo, a la discriminació n por variados motivos.
Las crisis reflejan el caos y la anarquía económica propios del capitalismo, agudizadas por la doctrina esclavizante neoliberal, subraya Hugo Chávez. Tal condición objetiva impulsa el debilitamiento del dólar, instrumento de estafa impuesto por Estados Unidos para establecer su hegemonía absoluta. Al emitirlo en cantidades que sobrepasan los límites de su economía, minada por el déficit fiscal, debido a los astronómicos gastos de guerra, y el déficit comercial, por comprar más que lo que puede vender, cada dólar vale menos y todo cuanto se cotiza en dólar, eleva su precio.
Continuando cada pueblo hermano sus singulares procesos históricos, ante la crisis del sistema burgués que ha impedido su desarrollo, se unen en una sola fuerza los procesos revolucionarios y reformistas de Nuestra América. Y forjan escudos de su independencia como el ALBA, el MERCOSUR, que gradualmente adquiere ideas de transformació n social, el Banco del Sur, el empleo del petróleo de Venezuela la Libertadora, al inspirarse en Bolívar El Libertador, el gas de la Bolivia que reivindica a Túpac Catari, el aporte del Ecuador de Eloy Alfaro y Manuelita Sáenz, y la Nicaragua que regresa a Sandino, y el apoyo de países que salen de la noche del fascismo como los gigantes Brasil, Argentina, Chile, y los pequeños de inmensa historia, Uruguay, Paraguay y las naciones del mar Caribe.
La teoría revolucionaria, que reafirmará el VI Congreso del Partido, no solo fue indispensable para que la hormiguita pudiera derrotar al elefante, comenzando por destrozar en Cuba sus colmillos de tiranía militar. Gracias al optimismo histórico que brota de nuestra teoría los cubanos vencimos en Playa Girón, la Crisis de los Misiles, la limpia de los bandidos y las misiones internacionalistas. Es el sostén de nuestros épicos Cinco Héroes.
El internacionalismo consustancial a nuestra teoría, por responder a la única clase sin nada que perder que no sean sus cadenas, y por desarrollarse con las fuerzas productivas, la clase obrera, se muestra en corajudas misiones.
Ayer con bravos soldados como los que en Cuito Cuanavale destrozaron el apartheid en el África de Nelson Mandela, aseguraron la independencia de Angola y conquistaron la de Namibia, o rechazaron en Etiopía una invasión gestada por oligarquías cómplices del imperio, o estuvieron al lado de los pueblos de Argelia y Siria, en sus momentos de peligro. Siempre nuestros soldados han luchado junto a combatientes de esos pueblos, también heroicos, y son de sangre los lazos que nos unen.
Hoy, en vez de tropas voluntarias, Cuba despliega la Operación Milagro y envía médicos, maestros, entrenadores deportivos, otras expresiones de nuestro pueblo socialista, que va surgiendo a la par de la construcción en Cuba de una sociedad más justa, racional, científica, ética, en fin, más humana, que lucha contra todo caso de corrupción y despilfarro del trabajo, viendo en el ahorro la fuerza titánica capaz de mover la historia, como enseñan Marx, Engels y Lenin.
Tenemos listos los cañones y al llamado de Raúl de trabajar duro y mejor, peleamos por los frijoles. El Partido y el pueblo analizan los problemas con entera libertad, rasgo que únicamente posee el socialismo, y cambian lo que debe ser cambiado para acabar de salir paso a paso del terrible periodo especial. Así, las asambleas provinciales se desarrollan, con orientaciones certeras de Machado Ventura, Lazo y otros dirigentes.
Nuestra acción se concentra en las prioridades actuales: sustituir importaciones, derrotar el marabú, producir leche y demás alimentos, combatir hasta erradicar las indisciplinas sociales. En el centro está generalizar la retribución socialista según la cantidad y calidad del trabajo. Y ver en esto una estratificació n de los ingresos y elucubrar que desate una lucha de clases, es inconcebible en nadie que sepa el abc del socialismo.
Ningún avance es posible sin conciencia revolucionaria, organización con centralismo democrático, control sistemático, disciplina, espíritu de sacrificio.
La crisis integral del capitalismo confirma que es el momento exacto de nuestra teoría. Lo es también para la construcción partidista. Lenin fijó en su obra ¿Qué hacer? el estudio sistemático de todos los militantes para salir de los métodos artesanales, edificar el Partido de acero y volcarlo a las tareas revolucionarias como Estado Mayor de los trabajadores.
Sin conocimiento de los fundamentos de la teoría revolucionaria es imposible tener militantes cada vez más cultos y preparados para enfrentar la lucha ideológica. De ello depende el fortalecimiento incesante de nuestras organizaciones políticas y de masas para colocarlas a la altura de las maniobras del enemigo, abiertas o encubiertas, y en condiciones de derrotarlas, según siempre ha hecho Fidel. Y ahora más que nunca esas fuerzas serán indispensables para continuar la construcción y salvaguarda del socialismo una vez desaparecida la generación que hizo la Revolución.
Nuestra teoría es ajena a la fraseología revolucionaria, defecto principal que Lenin vio en el trotzkismo, nace de la práctica y vuelve a ella, y no tiene nada de formulario de recetas que pretendan apresar la realidad, sino es guía dialéctica para penetrarla, descubrir sus tendencias y transformarla. Puede haber discrepancias en el pensamiento, pero tiene que haber unanimidad en la acción contra el enemigo, como predican Bolívar y Martí y fundamentan los clásicos del proletariado y sus continuadores contemporáneos.
La mano requiere de cada dedo, enseña Martí, pero lo es por estar ellos unidos, y en tiempo de guerra se vuelve el puño para salvaguardar la causa de Cuba libre.
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