Nuestra lucha no se trata de una mera elección estrecha entre opciones electorales dentro del actual régimen, sino de apostar por formas de organización económica y espiritual, cualitativamente superiores a la civilización burguesa, donde se garantiza la emancipación del proletariado y la democracia real. Es la lucha popular por la conquista de la civilización socialista, partiendo del estudio científico de las bases materiales que lo posibilitan y con el objetivo último del comunismo.

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20 de abril de 2009

SIDA: 25 años de fraudes

Juan Manuel Olarieta Alberdi

El 23 de abril se cumplen 25 años, un cuarto de siglo, de la conferencia de prensa que dieron la ministra de Sanidad del gobierno de Reagan junto con el investigador Robert Gallo, anunciando que habían descubierto que la causa del SIDA era un virus bautizado como HIV y que en el plazo de dos años tendrían dispuesta una vacuna para erradicar la plaga. La prensa de todo el mundo se hizo eco del embuste, formándose una bola de nieve que nadie ha sido capaz de detener.

Estamos en presencia del mayor fraude sanitario de la historia, capaz de alimentar con dos billones de dólares a los monopolios farmacéuticos y, por tanto, de crear una gigantesca red de sobornos y complicidades que alcanza a la Organización Mundial de la Salud.

Sobre el SIDA todo es mentira y lo ha sido desde el primer momento. El virus HIV no existe y, por consiguiente, no puede ser el motivo desencadenante de ninguna enfermedad.

En 1984 se juntaron muchas circunstancias para hacer del SIDA un fantasma. Entonces comenzaba la época de reacción neoliberal capitaneada por Thatcher y Reagan, una feroz ofensiva (económica, ideológica, militar) en la que estuvo involucrado el Vaticano. Hasta el virus fantasma es un retrovirus, un retroceso a la caza de brujas medieval que nos ha convencido de que estamos ante una enfermedad de transmisión sexual, especialmente homosexual.

Es mentira. El SIDA es una quiebra total del sistema inmunitario y sus causas, por lo tanto, están en las mismas causas que producen esa quiebra, fundamentalmente el abuso de drogas y tóxicos que se generalizó en la década de los sesenta en Estados Unidos, no solamente la cocaína, la marihuana, las anfetaminas, los ácidos y otros, sino también aquellas ligadas a las prácticas sexuales, tales como lubricantes, estimulantes y afrodisíacos.

Con el SIDA llegó la paranoia de seudomoral vaticana, la pandemia como castigo divino por la promiscuidad homosexual y el libertinaje. La enfermedad ha creado sus propios anticuerpos. El alcohol, las drogas y el tabaco de los sesenta son sustituidas por los gimnasios, la nutrición “light”, el aerobic, el “fitness”, el “footing”, la ley antitabaco y el sexo “seguro”. El neoliberalismo hereda al desmadre de mayo del 68 sin solución de continuidad. A un estilo de vida americano le sucede otro, el “opuesto”.

La campaña contra el SIDA tenía, además, ingredientes claramente imperialistas: el retrovirus –nos aseguran- tiene su origen en África, donde la pandemia alcanza cifras desproporcionadas y se extiende diariamente a miles de nuevos afectados. Se movilizan gigantescos fondos públicos para tratar de frenar el desastre, que van a parar a las ONG católicas, a los “misioneros” y demás funcionarios del Vaticano sobre el terreno, a los caciques locales corruptos, a los “laboratorios” que “investigan”, a la industria farmacéutica para pagar sus venenos, etc.

Un negocio redondo que funciona sobre una bomba de vacío porque en África no hay ninguna epidemia de SIDA; lo que hay es una epidemia de imperialismo que ha esquilmado hasta la extenuación los recusos y la población del continente, dejando su rastro de hambre, desnutrición y enfermedades, con todas las secuelas que ello conlleva. En África la población se sigue muriendo por las mismas razones por las que se ha muerto siempre, pero multiplicadas exponencialmente por el agravamiento del saqueo. Por tanto, las soluciones, una vez más, no son técnicas ni sanitarias sino políticas. Lo que ha cambiado en África es lo siguiente: si un país y un hospital no da de alta a un enfermo como SIDA, no tiene acceso a la generosa “ayuda” internacional, así que el diagnóstico cambia, de manera que bajo la rúbrica de SIDA aparecen las epidemias de siempre, acrecentadas y agravadas por el transcurso implacable del tiempo que toda la “ayuda” internacional jamás podrá superar. La verdadera “ayuda” sería que el capital multinacional y sus sucursales ONG se largaran del continente y no volvieran nunca.

El imperialismo –decía Lenin- es el capitalismo en su fase final, en sus estertores, en el momento de su descomposición y de su podredumbre. Ha impuesto por todas partes una cultura y un modo de vida cuyo ingrediente único es la muerte. No se trata sólo de la guerra sino del culto a la enfermedad como sistema de “vida”, materializado en la polución y el abuso de drogas, fármacos, tabaco, edulcorantes, alcohol y una amplia oferta de tóxicos de la más variada especie. Tomamos una pastilla para acostarnos y otra para levantarnos. Lo que nos enferma es el estilo de vida americano, el que rinde culto a la muerte tanto como el que rinde culto al gimnasio.

La cultura de la muerte es uno de los sectores económicos más prósperos cuya cuenta de resultados hay que sostener periódicamente a través de sistemas de salud pública, subvenciones, “ayuda” internacional, fundaciones, etc. Parece que hablamos de caridad, de beneficencia de los famosos “gastos sociales” pero es todo lo contrario: hablamos de tecnología punta, de gigantescos laboratorios, de la industria farmacéutica en busca de clientes, en busca de nuevos enfermos y nuevas enfermedades –reales o supuestas- porque no les bastan los antiguos.

Hoy es de dominio público que Roberto Gallo, el de la conferencia de prensa de 1984, es una estafador, y así lo ha reconocido él mismo. Pero es necesario seguir manteniendo la estafa. Además de “investigador” Gallo es un monaguillo de los grandes monopolios. Por eso Aznar le concedió en 2000 el Premio Príncipe de Asturias de “Investigación”, aunque no se sabe qué es exactamente lo que “investiga”. Por eso Bill Gates financia generosamente esas mismas “investigaciones” con millones de dólares. Han pasado más de dos años de la vacuna que nos prometió y nos siguen encandilando con sus sucesivas promesas: el problema es que la “lucha” contra el SIDA, necesita más fondos. Pero ¿qué vacuna puede remediar algo que no existe? Ese es el negocio: si el VIH existiera, con 10.000 “investigadores” en todo el mundo trabajando a jornada completa, ya se hubiera descubierto, como se han descubierto tantos otros virus y, naturalmente, se hubiera implementado el remedio farmacológico correspondiente, la pandemia hubiera remitido, etc. Pero lo bueno es que, como Don Quijote, están “luchando” contra un molino de viento que sólo existe en sus delirios, por lo que esos “investigadores” nunca se van a ir al paro: tendrán “trabajo” toda su vida.

En el verano solemos leer noticias como ésta: intoxicadas 30 personas en un banquete de bodas por comer alimentos en mal estado. Pero en la boda había 100 invitados y, por tanto, también hubo a quienes no les afectó, aún habiendo comido lo mismo. ¿Por qué? Porque cada cuerpo tiene un sistema inmunitario distinto que refleja lo que podríamos llamar “el estilo de vida” y, sobre todo, la alimentación. La explotación, el hambre, la desnutrición y la miseria destruyen el cuerpo y lo convierten en el caldo de cultivo de toda clase de plagas.

Hay enfermedades, pues, que no son un problema de virus sino de lucha de clases. Hay enfermedades de explotados y enfermedades de explotadores, enfermedades de trabajadores y enfertmedades de parásitos. Los explotados y los pobres tienen sus propias enfermedes lo mismo que tienen sus propios intereses de clase. El SIDA es la enfermedad de los marginados que a su pobreza han unido el estilo de vida americano: el consumo abusivo de tóxicos (drogas, alcohol, tabaco, fármacos), algo que está tan prohibido como difundido. Ése es punto de unión: hay más drogas cuanto mayor es la “lucha” contra ellas como hay más SIDA cuanto más se lucha en su contra.

El imperialismo se ha convertido en un verdadero problema de salud pública. En la I Guerra Mundial la inmensa mayoría de los muertos no lo fueron en el campo de batalla sino víctimas de otro virus, la gripe española, que infectó a casi toda la población del planeta, enterrando a más de 50 millones de personas. Como siempre, aquella plaga fue declarada secreto militar. Siempre hay que esconder las verdaderas causas, aquellas que están detrás de los virus.

Hoy el SIDA también se encubre detrás de las cortinas de humo de la sanidad para ocultar que no hay otra vacuna que el socialismo. Mientras esta vacuna no llegue, los oprimidos seguirán muriéndose por decenas de miles.

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10 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Ignoro quien ha redactado este texto, pero de algo estoy seguro: no es médico ni tiene formación científica.

Aunque si se pueda afirmar que hay algo oscuro o poco claro en la aparición del virus, esta perspectiva apunta más hacia su creación y mantenimiento artificial con fines políticos o comerciales que hacia su no existencia.

Decir que las víctimas mueren de inmunodeficiencias "naturales" es confundir los síntomas con la enfermedad. Algo aproximado a decir que no tenemos gripe sino mocos, dolores musculares y fiebre.

Por otra parte, resulta curiosa la forma en la que esas inmunodeficiencias pueden estar causadas, especialmente el apartado en el que aparecen "ligadas a las prácticas sexuales, tales como lubricantes, estimulantes y afrodisíacos", sobre el que prefiero no hacer ninguna pregunta más.

De la misma forma si bien es cierto que cada persona tiene un sistema inmune particular, afirmar que pueda haber variaciones ambientales tan brutales entre personas del mismo contexto social como para provocar la muerte a unas y a otras no, es algo que carece de la más mínima base base y que no soportaría una comprobación empírica.

Naturalemnte el virus es inexistente para aquellos para los que sus víctimas, excluídas socialmente, son inexistentes.

Comparto el punto de vista de que el socialismo es la única cura a los males del mundo, especialmente contra la ignorancia que ha permitido que estas leyendas urbanas continuen su difusión y nos oculten con su cortina de humo la verdadera cuestión sobre esta enfermedad.

Una última pregunta: ¿si el socialismo es la única vacuna, por que en Europa Occidental las muertes han descendido de forma tan rotunda desde los años 80?

5:48 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

El comentario anterior termina de una manera ambigua y extrañísima. Pero tiene razón en muchas cosas.

Cuidado con publicar esa clase de notas. Poca gente está dispuesta a creerlo. Es interesante el planteamiento que hace la nota. Ciertamente el mito del origen africano del SIDA resulta una mentira bastante cruel, eso es cierto.

No me consta que el virus exista o no exista porque no soy médico. Pero me parece que si hay exámenes de laboratorio que dan seropositivo (o sea que indican que está presente el virus en el suero sanguíneo), significa que existe el virus.

Recordemos también que la enfermedad se trasmite de la madre al hijo. Y no necesariamente son pobres o drogadictos los enfermos de SIDA. Y no necesariamente todos los pobres o drogadictos tienen SIDA.

Sin embargo es cierto que el SIDA contiene todavía muchos interrogantes. Es necesario estudiar más a fondo el asunto.

11:43 a. m.  
Blogger N. González López said...

Bueno , como siempre artículo que nos hace pensar del gran Juan Manuel Olarieta Alberdi, pero como dicen los compañeros, que algun especialista en el ámbito científico ferifique algunas cosas, que son bastante drásticas.

En lineas generales coincido(como casi siempre)con el autor. Pero estaría bien contrarestar opiniones de un tema tan serio.

5:51 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Yo pienso que el artículo es, en cierta forma, desmedido e inútilmente amarillista.

Una cosa es poner en entre dicho el papel de la sociedad burguesa (con su "fantástica" industria farmaceutica a golpe de talonario) y del interés no en curar, sino en convertir las enfermedades venéreas en un tratamiento obligado de por vida que de ingresos privados, y otra cosa muy distinta entrar en el terreno de las paranoias sin fundamentos.

En particular, si este texto se lo das a los colectivos seropositivos, te lo van a tirar a la cara y de paso te van a escupir; cuando es bastante fácil conseguir el interés generalizado de los mismos simplemente con un poco de rigor científico y tachando a los auténticos culpables de su situación.

4:49 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

http://www.antorcha.org/hemer/sida.htm

Ahí un texto con criterios más científicos. Y parecen que muchos parecen olvidar la naturaleza de la ideología burguesa http://www.antorcha.org/galeria/racismo1.htm

6:43 a. m.  
Blogger N. González López said...

soy el unico al que no le va antorcha?

4:12 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

La censuran muchos servidores.

Prueba así http://anonymouse.org/cgi-bin/anon-www.cgi/http://www.antorcha.org

6:04 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Gran parte del problema del sida, se debe a los mal llamados test de sida, si nadie más se hiciese esos «tests del sida» gran parte de esta problemática se acabaría, debido a que nos enganchamos por el resultado positivo y de inmediato pensamos que ya nos vamos a morir y con una ayudadita de los antirretrovirales en verdad eso pasa nos morimos. Y si nadie más se los dejase hacer, como ocurre desgraciadamente con las mujeres embarazadas, los bebés recién nacidos y los donantes de sangre, los tres nuevos grupos de riesgo creados por la «industria del sida». Lo peor es que dichos tests se siguen presentando como fiables al cien por ciento, cuando en realidad no son test del sida y mucho menos pueden detectar infección por el v.i.h. se demostró que ningún «test del sida» fue verificado con la prueba de referencia adecuada (gold standard) que tan sólo puede ser el propio «VIH», por lo que todos son inválidos. A continuación se vió que el test Western Blot, presentado como «test de confirmación» prohibido en Inglaterra y Gales desde 1992, no está estandarizado, no es reproducible, no es específico y da más de cincuenta reacciones cruzadas con enfermedades o situaciones tan extendidas como tener hepatitis, hemofilia, tuberculosis e incluso gripe, o haber sido vacunado de hepatitis, tétanos o incluso gripe también, o haber recibido gammaglobulinas, transfusiones de sangre o semen por vía rectal. Hoy se explica la invalidez de los «tests de anticuerpos» por razones estrictamente biológicas (por cómo funciona la inmunidad en la vida humana real) y técnicas (por cómo las condiciones del laboratorio no tienen nada que ver con esta realidad biológica). Todo ello permite afirmar con todo rigor que todos los «seropositivos» sin excepción son en realidad FALSOS POSITIVOS. Y permite exigir con un vigor cada vez mayor que los «tests del sida» deben se

9:30 a. m.  
Anonymous juan carlos said...

TEST DE ANTICUERPOS.

==LAS PRUEBAS PARA SIDA NO SON EXACTAS.==

La inmensa mayoría de las etiquetas oficiales (seropositivo o sida) han sido colocadas basándose en distintas marcas de test que se realizan a las personas.

Muchas personas se sorprenden al saber que no hay tal cosa como una prueba para SIDA. Aquellas que se llaman popularmente “pruebas del SIDA” no identifican o diagnostican el SIDA y no pueden detectar el VIH, el virus que se dice causa el SIDA. Las pruebas ELISA y WESTERN BLOT, usadas normalmente para diagnosticar una infección por VIH, detectan solamente las interacciones entre las proteínas y los anticuerpos que se creen son específicos del VIH; no detectan el VIH por si mismo. Y en contra de la creencia popular, las pruebas mas recientes de “carga viral” no calculan los niveles del virus actual en la sangre.

Todas las pruebas de anticuerpos de VIH son extremadamente inexactas. Una de las razones para la enorme inexactitud de las pruebas es que una gran variedad de virus, bacterias y otros antigenos pueden lograr que el sistema inmunitario fabrique anticuerpos que también reaccionan con el VIH. Cuando los anticuerpos producidos como respuesta a estas otras infecciones y los antigenos reaccionan con las proteínas del VIH, se registra un resultado positivo. Muchos anticuerpos encontrados en personas, pueden originar una lectura positiva en las pruebas de anticuerpos de VIH. Ya que la producción de anticuerpos generados por varias infecciones virales comunes puede continuar durante anos después de que el sistema inmunitario ha vencido al virus, e incluso durante toda la vida, las personas tienen reacciones falso positivas duraderas a las pruebas del VIH durante anos o por el resto de sus vidas.

La exactitud de una prueba de anticuerpos solo puede establecerse al verificar que los resultados positivos se encuentran en personas que realmente tienen el virus. Esta norma para determinar la exactitud no existía en 1984, cuando se creo la prueba de anticuerpos VIH. En cambio, hasta el momento los resultados positivos de la ELISA (prueba rastreadora), son verificados por una segunda prueba de anticuerpos llamadaWESTERN BLOT (prueba confirmatoria), cuta exactitud se desconoce. Ya que la exactitud de las pruebas de anticuerpos VIH nunca ha sido debidamente establecida, no es posible afirmar que una prueba positiva indique la presencia de una infección activa de VIH, o incluso saber que puede indicar. En un estudio que investigo los resultados positivos confirmados por la WESTERN BLOT, 80 personas con dos ELISA positivas fueron “verificadas” por un WESTERN BLOT positivo, resultaron negativas en su siguiente WESTERN BLOT.

LOS ANTICUERPOS PRODUCIDOS EN RESPUESTA A INFECCIONES SIMPLES COMO UN RESFRIADO O UNA GRIPA, PUEDEN ORIGINAR UN RESULATADO POSITIVO Y POR CONSIGUIENTE UN FALSO POSITIVO A LAS PRUEBAS DEL SIDA.

UNA VACUNA PARA LA GRIPE Y OTRAS INMUNIZACIONES TAMBIEN PUEDEN CREAR RESULATADOS POSITIVOS AL VIH EN LAS PRUEBAS ELISA Y WESTERN BLOT. TENER O HABER TENIDO HARPES O HEPATITIS, ASI COMO LA VACUNACION PARA LA HEPATITIS B PUEDE CREAR UNA PRUEBA POSITIVA. LA EXPOSICION A LOS MICROBIOS COMO LOS QUE CAUSAN LA TUBERCULOSIS Y LA MALARIA, PROVOCA POR LO GENERAL RESULATDOS POSITIVOS, IGUAL QUE LA PRESENCIA DE SOLITARIAS Y OTROS PARASITOS. ESTADOS COMO EL ALCOHOLISMO, ENFERMEDADES EN EL HIGADO Y SANGRE CON ALTERACIONES DEBIDO A LAS DROGAS, PUEDEN ESTIMULAR LA PRODUCCION DE ANTICUERPOS QUE REACCIONES POSITIVO A LAS PRUEBAS DEL VIH. EL EMBARAZO Y LOS EMBARAZOS PREVIOS TAMBIEN PUEDEN CAUSAR UNA RESPUESTA POSITIVA.





ANTICUERPOS, ANTIGENOS Y

AUTOANTICUERPOS.



Un anticuerpo es un tipo especial de proteína (con forma de «Y») que actúa fijándose sobre un antígeno y arrastrándolo hacia médula ósea, ganglios, etc., para que ahí sea digerido por unas células fagocitarías especialmente encargadas de ello, en particular los macrófagos. Las células inmunitarias encargadas de elaborar los anticuerpos son los linfocitos B, y no los linfocitos T -y menos aún una supuesta subclase denominada «linfocitos T4»-, como se da a entender en el cuadro del «SIDA».

Un antígeno es toda sustancia (virus, bacteria viva o muerta, células, toxinas, esperma, sangre,...), en general -aunque no siempre- exterior que entra en nuestro cuerpo, que provoca la formación precisamente de anticuerpos. Normalmente los antígenos son también proteínas, entren sueltas dentro de, por ejemplo, semen o sangre, o entren formando parte de las membranas o del interior de virus, bacterias, células,...

Cuando el antígeno no es exterior sino producido por el mal funcionamiento de nuestro propio cuerpo, los anticuerpos que se forman son llamados auto anticuerpos, y este es el fenómeno base de las llamadas enfermedades autos inmunes. Así, el profesor de Inmunología suizo Dr. Hässig sostiene que «el sida es una enfermedad auto inmune», entre otras razones, porque el no correcto reciclaje por parte de los linfocitos T del billón de células que se nos mueren cada día, hace que se acumule un exceso de proteínas propias, en particular la actina, ante las que, a partir de un cierto momento, los linfocitos B generan anticuerpos. Estos auto anticuerpos ante la actina son de los que hacen dar positivo a los mal llamados «tests del sida».



Proteínas ¿tridimensionales o lineales?



Una proteína es una serie de aminoácidos colocados en un determinado orden. Para el tema, basta considerar a los aminoácidos como los eslabones que forman la cadena de aminoácidos que es cada proteína. Hay una cantidad enorme de proteínas de distinto tipo en cada una de los cien billones de células que tiene nuestro cuerpo. Una proteína se distingue de otra por su longitud (mayor o menor número de aminoácidos); por su secuencia (qué aminoácidos la forman y el orden preciso en que están situados; así, dos proteínas de igual longitud son distintas si son distintos los aminoácidos que los forman, o si, teniendo los mismos aminoácidos, es distinto el orden en que están colocados); por aditamentos que tengan (por ejemplo, residuos de azúcar); y, como veremos a continuación, por su disposición espacial.

Hay otra característica que permite distinguir las proteínas humanas entre sí: su tridimensionalidad. Por ella, dos proteínas de igual longitud y con los mismos aminoácidos en el mismo orden, son distintas si tienen formas diferentes porque su disposición en el espacio es también diferente debido a que se establecen unos enlaces de azufre estables entre los aminoácidos de la cadena. Esto hace que tengan codos, protuberancias, etc. (epitopes) distintos y que, en consecuencia, tengan unas u otras propiedades.

Desde el punto de vista de la validez o no de los «tests de anticuerpos», esta tridimensionalidad de las proteínas humanas es decisiva. En efecto, resulta que lo primero que se hace en los laboratorios es romper los mencionados enlaces y convertir las proteínas tridimensionales en lineales, ya que en caso contrario no podrían trabajar con ellas en los tubos de ensayo, electroforesis en gel, blotting o transferencia, etc. Es decir, cambian las proteínas. A partir de ahí, será pura casualidad que lo que ocurra con ellas en los experimentos pueda también ocurrir en el cuerpo humano. Y es pura ciencia-ficción que las conclusiones a que se llegue en los laboratorios se extrapolen a lo que sucede en el interior de nuestro cuerpo...





El mito de la especificidad de los

anticuerpos.

El equipo australiano de la Dra. Papadopulos explica que los «tests del sida» no pueden ser específicos porque el «VIH» no ha sido aislado y los «anticuerpos no son específicos sino poli específicos o promiscuos» .



Se sigue alimentando la creencia de que los anticuerpos son específicos, queriendo indicar con ello que cada anticuerpo se forma sólo para un determinado antígeno. Se usa la engañosa imagen de que el anticuerpo se une al antígeno ante el que se ha formado como una llave a su cerradura, es decir, cada tipo de cerradura sólo puede recibir un tipo de llave. Con ello se da a entender que cada tipo de anticuerpo sólo corresponde a un tipo de antígeno, lo cual sería la consecuencia lógica de que cada tipo de antígeno sólo provoca un tipo de anticuerpo.

La realidad es bien otra, y lleva a la Dra. Elenni Papadopulos a formular que «los anticuerpos son promiscuos». Y se entiende cuando se sabe que:

En la realidad, una misma proteína-antígeno hace que para ella se formen varios anticuerpos que van dirigidos hacia sus distintas zonas, ángulos, codos, etc., es decir, hacia los numerosos epitopes que tiene por ser tridimensional. Luego toda proteína genera la formación de anticuerpos poli clónales, o sea, anticuerpos distintos. Y tan sólo en condiciones de laboratorio se pueden obtener lo que se llama «anticuerpos monoclonales», es decir, anticuerpos todos iguales entre sí.

En la realidad, un mismo anticuerpo se puede unir a antígenos distintos, y ello por la sencilla razón de que proteínas diferentes pueden tener los mismos epítopes.

Esta realidad biológica destroza la promocionada imagen «llave-cerradura», que se muestra absolutamente errónea e interesada cuando además se sabe que:

Supongamos que, como promedio, tanto la proteína-antígeno como la proteína-anticuerpo tienen cada una unos mil aminoácidos componentes. Resulta que la superficie de contacto por la que un anticuerpo determinado se une a un antígeno determinado, es tan sólo de entre cinco a diez aminoácidos, es decir, de poquísimos, y no de los cientos o incluso del millar completo que sugería la imagen de especificidad. Luego la solidez del engarce deja muchísimo que desear.

Además, los enlaces bioquímicos que se tienden entre los poquísimos aminoácidos que establecen puentes entre el anticuerpo y el antígeno, son muy hábiles. Es decir, pequeños cambios de temperatura, acidez, concentración de minerales, etc., hacen cambiar los enlaces, con lo que el anticuerpo determinado ya no se unirá al antígeno determinado, y puede en cambio unirse a otros antígenos a los que no se uniría si no hubiesen cambiado las condiciones. Análogamente, al antígeno determinado primero puede ahora unirse otros anticuerpos que en las condiciones anteriores no lo habrían «reconocido». Pero si tan sólo ligeros cambios de temperatura pueden hacer que un anticuerpo no reconozca a «su» antígeno, y la temperatura del cuerpo humano es de 37° C, aparecen preguntas del tipo: ¿A qué temperatura se hacen los «tests del sida» en los laboratorios? ¿Qué consecuencias tienen los cambios de temperatura -a veces se congelan y luego descongelan...¿hasta qué temperatura?- y las condiciones de almacenamiento y transporte a que son sometidas la inmensa mayoría de las muestras de sangre desde que son extraídas hasta que son analizadas?

Pero además de los cambios de temperatura, también los cambios de otros factores hacen variar los mencionados enlaces, con lo que aparecen más preguntas: ¿Qué consecuencias tienen los productos químicos y otros que se introducen para convertir las proteínas tridimensionales en lineales, para fijar las proteínas en las membranas de los tests, para colorearlas, etc., etc., etc.?



Para colmo, resulta que si se tienen unos anticuerpos monoclonales determinados ante una proteína determinada y se va aumentando la concentración de dichos anticuerpos, estos anticuerpos únicos acaban uniéndose a casi cualesquiera otras proteínas que se pongan en su presencia. Y ocurre que los CDC de Atlanta recomendaron en 1985 que las muestras de personas de alto riesgo (homosexuales, drogadictos, hemofílicos) fuesen calentadas o/y incubadas durante largo tiempo o/y mezcladas con productos astringentes, todo lo cual crea sequedad y constricción, lo cual implica un aumento de la concentración de anticuerpos. Esta mayor concentración hará que los anticuerpos, sean los que sean, presentes en la muestra así tratada acaben pegándose a las proteínas de los tests, por lo que la persona será diagnosticada como «infectada por el VIH». Es decir, oficialmente se ha actuado de forma que los prejuicios dirijan los resultados de los «tests del sida» de manera que aquellas personas que según el inventado modelo de sida tenían que dar positivo a los tests, efectivamente diesen positivo en mayor número que las demás. Esto está en sintonía con la advertencia que aparece en las instrucciones de algunos de estos tests avisando de que «en la población general, pueden dar una alta tasa de falso-positivos». ¿Cómo la tasa de falso-positividad puede depender de a qué grupo de población se apliquen los tests, a no ser que, como estamos dejando claro, los anticuerpos que detectan estos tests no son ni pueden ser específicos para el inexistente «VIH»?



Pregunta final.

¿Qué tiene que ver el resultado obtenido en los «tests de anticuerpos» que, tras sus operaciones en el laboratorio, el analista escribe en un papel que remite al médico hospitalario, con lo que en realidad ocurrió hace un montón de tiempo en el interior del cuerpo a 37° C de la persona cuya sangre se testa?

Pero este resultado escrito es lo que el médico hospitalario se limita a leer confiadamente, entre otras razones porque no estás involucrado en lo que diga. Pero lo peor es que la persona testada escucha dicho resultado de la boca de «su» médico con TOTAL FE, y hace suya la sentencia que conlleva...

Resumiendo, absolutamente todas las personas etiquetadas como seropositivas son, en realidad, FALSO-POSITIVAS.

No hay dinero en el mundo que compense el miedo, la angustia, la desesperación, la marginación, etc., sufridos desde el momento en que se da positivo a estos «tests del sida». Además, el dinero no permitirá recuperar a quienes se suicidaron en cuanto lo supieron o quienes fueron asesinados con los venenos administrados en los hospitales.

Y para ello un paso clave para acabar con el sida es prohibir que se sigan aplicando unos tests que en realidad sólo sirven para MATAR A LA GENTE.

9:32 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

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12:42 a. m.  

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