Fidel frenó en 1994 con su cuerpo y su inmenso prestigio la contrarrevolución
A 15 años de los sucesos del 5 de agosto
Siempre juntos en la misma batalla
Silvia Martínez Puentes
El 5 de agosto de 1994 ha pasado a la historia de Cuba como el día de otra gran batalla ganada por Fidel y su pueblo, sin tiros ni muertos, frente a quienes alentados desde Estados Unidos alteraron de forma violenta el orden público en un sector del malecón habanero y sus inmediaciones. Ese, como dijo Fidel, "no fue un día malo para la Revolución", sino más bien fue un día de reafirmación revolucionaria.
A todos nos estremeció la llegada del Comandante en Jefe a Galiano y San Lázaro para encabezar la respuesta popular a los antisociales, en el momento de mayor tensión.
Desde horas tempranas comenzaron a concentrarse personas alrededor de la Avenida del Puerto, alentadas por la provocación y el rumor difundido por emisoras contrarrevolucionarias desde territorio estadounidense, según el cual cualquier ciudadano de nuestro país podría emigrar hacia Estados Unidos por la vía marítima, sin que mediara trámite alguno.
Días antes, y también bajo el influjo de la irresponsable política del gobierno de Estados Unidos para estimular la emigración ilegal y la realización de actos violentos, ocurrieron los secuestros de las lanchas Baraguá (26 de julio) y La Coubre (3 de agosto), junto a otros hechos delictivos.
En una de estas vandálicas acciones fue asesinado por elementos inescrupulosos el joven suboficial de la Policía Nacional Revolucionaria, Gabriel Lamoth Caballero, mientras cumplía su deber.
Ante la imposibilidad de apropiarse por segunda vez de la Baraguá, los antisociales arremetieron contra todo lo que encontraron a su paso, rompiendo vidrieras para robar en centros comerciales.
La presencia del Comandante en Jefe en momentos en que todavía volaban las piedras —como él mismo recordara en la comparecencia ante la televisión esa noche— hizo crecer el mar de pueblo que bajaba desde todas partes para concentrarse en el Malecón, justo en la esquina del Hotel Deauville, y propinar una contundente respuesta.
Aquella fue otra gran victoria y una advertencia a quienes pretendían atentar contra la Revolución. "El pueblo y Fidel en la misma batalla", fue el titular de Granma entonces, y quince años después podría ser el mismo, pues el pueblo y Fidel seguimos juntos en la misma trinchera, inspirados en su ejemplo.
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