Nuestra lucha no se trata de una mera elección estrecha entre opciones electorales dentro del actual régimen, sino de apostar por formas de organización económica y espiritual, cualitativamente superiores a la civilización burguesa, donde se garantiza la emancipación del proletariado y la democracia real. Es la lucha popular por la conquista de la civilización socialista, partiendo del estudio científico de las bases materiales que lo posibilitan y con el objetivo último del comunismo.

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8 de junio de 2012

Amplia respuesta razonada del amigo Hernan. Un peronista de izquierdas sobre las relaciones entre comunismo y peronismo


Les pido mil disculpas por la larga demora de mi respuesta. Es que quería escribir una respuesta bien documentada, y lamentablemente terminó siendo un ladrillo gigante. Pero supongo que con esto quedará bien fundamentada mi postura, y verán que mis juicios no provienen de la nada, ni tampoco de un supuesto sesgo “anticomunista” de mi parte.

No sé por qué ahora están con eso de que yo soy “anticomunista”. Si yo fuera anticomunista ni me importaría que los comunistas del mundo conozcan y apoyen al peronismo, ni consideraría injusto que no lo apoyen, o que se basen en visiones mitológicas y sesgadas sobre él. 

Mariano: Que Codovilla era un gorila recalcitrante me lo han dicho hasta militantes del propio PC. Me sorprende tu apasionada defensa de Codovilla, aunque respeto tu posición porque me parece, dentro de todo, fundamentada. Pero lo cierto es que Codovilla fue un opositor acérrimo del peronismo durante todo el gobierno de Perón, y antes también. Eso no lo niega nadie. Por algunos de los datos que vos traés, y que te agradezco, deduzco que al parecer Codovilla se acercó al peronismo en la época de la Resistencia: La mayoría de lo que señalás data de los años '60. Yo hace un tiempo les mandé a los compañeros de CS un breve documental de Encuentro que se llama "La Revolución Libertadora y la Resistencia Peronista", en donde se menciona esa alianza entre la Resistencia y el PC que vos corroborás: http://www.youtube.com/watch?v=3sGImxXpqls

Los camaradas Codovilla y Dolores

Pero antes de esa época, la alianza entre peronistas y comunistas sólo se dio, como vos decís, en temas coyunturales, o, agrego yo, cuando Codovilla no estaba. Yo leí en el libro de Galasso que el acercamiento entre comunistas y peronistas se dio durante el breve tiempo en que Codovilla no estuvo a cargo de la dirección del Partido, y que en cuanto Codovilla volvió de un viaje a la URSS, se acabó la historia, porque el tanto seguía con la misma cantinela de “batir al nazi-peronismo” (ese era el título del manifiesto que escribió Codovilla en el ‘45 como plataforma electoral de la Unión Democrática). Cito fragmentos del libro de Galasso (http://books.google.com.ar/books?id=0FYjOgAJR2sC&printsec=frontcover&hl=es#v=onepage&q&f=false):



En 1952, o sea, poco después del intento de golpe de Benjamín Menéndez) “El gobierno -según (el exdirigente comunista) Juan José Real- había convocado a un Frente Popular unido para enfrentar a la reacción. Poco después, el comité ejecutivo del Partido Comunista respondió a ese llamamiento con un extenso documento, aparecido en mayo de 1952, y titulado 'Por un frente popular unido'. Hasta ese momento -agrega- el peronismo había sido definido primero como 'nazi-peronismo', y después como movimiento o régimen de tipo corporativo-fascista. Ambas definiciones fueron acuñadas por Victorio Codovilla. Pero aquel documento no aludía ni lejanamente a este carácter ‘corporativo-fascista’ del gobierno y del peronismo, ni a la Santísima Trinidad (burócratas, policía y patrones), calificativos que eran rituales en todo documento del partido. Se planteaba pues, una situación de hecho que llevaba necesariamente a una discusión sobre el peronismo (...). Aquel documento, señala Real, fue recibido por todo el partido, sus dirigentes y sus bases -con la sola excepción de Rodolfo Ghioldi, que en esto del peronismo era muy intransigente- con enorme entusiasmo. Con esa actividad que es proverbial en los militantes comunistas, nos lanzamos al trabajo, a la difusión, a la búsqueda de contactos.” Poco tiempo después, cuando muere Evita “Yo me hallaba en París –recuerda Real- y me enteré de que el periódico del partido había aparecido con la foto de Eva y una franja negra en señal de luto.” Cuenta asimismo que en septiembre, al regresar a la Argentina, encuentra al partido dedicado por entero a “establecer contactos cordiales con los obreros peronistas y hasta con algunos dirigentes. Creo haber leído algún elogio al Secretario General de la CGT.” “Llegaron a nuestras manos centenares de intervenciones de afiliados y dirigentes. La mayoría de ellas, por no decir todas, criticaban nuestra posición frente al gobierno peronista (…) Lógicamente contenían, explícita o implícitamente, una crítica a los informes de Codovilla. Nadie se salvó de las críticas y, cosa también sorprendente, todos estuvimos dispuestos a reconocer nuestra parte de culpa en los errores. Jamás he presenciado una predisposición igual a la autocrítica, con las excepciones de rigor que se limitaban a dos: Rodolfo Ghioldi y Víctor Larralde, secretario del Comité Capital. Arnedo Álvarez y yo convinimos en que era necesario realizar una valoración del debate. La hicimos en una reunión ampliada del Comité Ejecutivo (Codovilla estaba ausente por haber viajado al XIX Congreso en la URSS). Una de las intervenciones más sugestivas fue la de Arnedo. Él fue el único que reivindicó el 17 de octubre.” “La consigna que empezó a circular entonces era ‘Comunistas y peronistas unidos harán la felicidad de la Nación.’” Pero este idilio comunista-peronista concluye abruptamente al regresar Codovilla de la URSS. En el Congreso de Moscú, con motivo de las gestiones para concluir con el conflicto de Corea (se) impone una línea política dirigida a defender, por sobre todo, la paz mundial, relegando a segundo plano las luchas en colonias y semicolonias por la liberación nacional.
“Esta posición, -sostiene Real- llevó a todos los Partidos Comunistas de los países oprimidos o en curso de liberación nacional, a posiciones que los enfrentaban franca, frontalmente a todos los movimientos de liberación nacional. Aquí comenzó a escribirse el drama, la tragedia diría, de los comunistas egipcios, argelinos, sirios, indonesios, singaleses, brasileños, bolivianos… En El marxismo y el mundo colonial Maxime Rodinson describe con documentación abrumadora la tragedia de los comunistas de Asia y África, arrastrados compulsivamente a posiciones contrarrevolucionarias. Codovilla percibió, palpó este clima en el XIX Congreso del Partido Comunista de la URSS y regresó sintiéndose reivindicado en su antiperonismo. Sí, el peronismo era ‘nazi-peronismo’, mi expulsión o la de cualquier otro ‘cabeza de turco’ estaba decretada.” Efectivamente, en la reunión del Comité Central del Partido Comunista realizada del 6 al 8 de febrero de 1953, Codovilla acusa a Real de desviacionismo nacional-burgués, que ha llevado a los militantes a establecer vínculos y acuerdos con el movimiento “fascista”. En su informe Codovilla reproduce escandalizado las posiciones de Real para fundamentar su propuesta de expulsión: “Si nuestro Comité Central hubiese analizado a fondo la situación y se hubiera trazado una política tendiente a ir hacia las masas –ha sostenido Real-, el 17 de octubre hubiéramos estado a su lado en la calle. Debimos estar con ellas, era nuestra clase que se levantaba contra la oligarquía, contra los ricos (…) ¿Que marchaban detrás del retrato de Perón? Es cierto, pero en 1905 marcharon detrás de los íconos y los retratos del zar. Y eran las masas que allí mismo, bajo la dirección del Partido Bolchevique, tomaron las armas contra el zar (…) Una reivindicación abierta del 17 de octubre por el Partido, va a armarlo ante la posibilidad de hechos que puedan reproducirse”. Después, Codovilla ironiza acerca de la “amargura” de Real por no haber estado junto a los trabajadores el 17 de octubre y lo asimila a los “fraccionistas” que usaron los mismos argumentos después del ’46 (Puiggrós y su grupo) recalcando que no tienen en cuenta que “la Unión Democrática tenía una plataforma electoral progresista” [Nota mía: ¿Dónde quedó entonces la supuesta autocrítica de 1946? Para que nadie se confunda transcribo algunas líneas sobre la plataforma de la UD: “La UD enmarcó su campaña dentro de los principios del más puro liberalismo. A la prédica a favor de la independencia nacional, la UD contraponía la de ‘marchar con nuestros aliados’ (EEUU, Inglaterra, Francia, etc); a la prédica a favor de la justicia social, respondía reclamando la ‘independencia sindical’ y exhortando a los obreros a rechazar las ‘limosnas’ de la Secretaría de Trabajo y Previsión. Los oradores de la UD se remontaban al limbo de la democracia pura, de los derechos, de las instituciones, (…) al parlamento como garantía de equilibrio de los poderes…”(p. 373). Además, durante todo el gobierno militar, incluso cuando ya se había convocado a elecciones, la consigna de la Unión Democrática era “El gobierno a la Corte”, es decir, de acuerdo con la Ley de Acefalía, dar el gobierno a la Corte Suprema de Justicia de la Nación, lo cual significaba que el poder pasase a manos de los conservadores, convertidos ahora en salvadores de la gran amenaza constituida por los coroneles nacionalistas y los obreros combativos].
GALASSO, Norberto. Perón. Tomo I. Formación, ascenso y caída, pp. 596, 597, 598.


Y así como esa fue la actuación de Codovilla en 1953, tres años después, en 1956, ya derrocado el peronismo, Codovilla seguía inmutable en su postura:

“Es inútil la campaña que se hace contra nuestro Partido para hacer creer a los incautos que hemos respaldado al régimen dictatorial de Perón y sus acólitos, o que deseamos su restauración.”

Por otro lado, la caracterización que hace Mariano sobre el GOU y la Revolución del 43 no es correcta. Y me permito resaltar lo siguiente. Es cierto que la Revolución del 43, en sus primeros tiempos, cerró la CGT Nº2, de mayoría comunista. Pero no es menos cierto, y es de destacar, que la Revolución del 43 fue justamente la que legalizó al Partido Comunista, que había sido ilegalizado en los años ‘30, y que, posteriormente, durante el gobierno de Perón jamás se volvió a declarar ilegal a ese Partido, cosa que estaba de moda hacer durante la Guerra Fría (y que de hecho lo hizo la “Revolución Libertadora”, que hasta acusó de “comunista” al levantamiento cívico-militar del Gral. Juan José Valle, que buscaba restaurar la democracia, en 1956). Cito como contraparte, que en la misma época de Perón en Argentina, gobernaba en Chile el Frente Popular (entonces rebautizado Alianza Democrática), integrado por Radicales, Comunistas y Socialistas. Y en Chile fue el mismísimo gobierno de Alianza Democrática el que ilegalizó al Partido Comunista en 1948, obligando a renunciar a todos los comunistas que ocupaban cargos, mediante la llamada “Ley de Defensa de la Democracia”, siguiendo directivas yanquis en la recién creada OEA. Y aprovecho para mencionar aquí también que, cuando en Latinoamérica no estaban Chávez ni Fidel Castro, el que le llevaba la contra a los yanquis era Perón, y el peronismo tuvo una gran influencia en todo el movimiento antiimperialista latinoamericano. La cancillería peronista del Dr. Juan Atilio Bramuglia (abogado socialista que provenía de la Unión Ferroviaria) fue la más rebelde de todas las cancillerías latinoamericanas de entonces, y cuando se creó la OEA en la Conferencia Panamericana de 1948 en Bogotá, los yanquis, secundados por la Cancillería chilena, propusieron la creación de un “bloque anticomunista” en América, y el que se opuso a esta iniciativa fue justamente el canciller argentino Juan Atilio Bramuglia, que sin embargo no logró ser acompañado por otros países en esa ocasión. Y ya que estamos hablando del gobierno de Alianza Democrática en Chile, quisiera desmitificar la globalmente difundida mentira de que la Argentina de Perón fue el último país Latinoamericano en declararle la guerra al Eje. Empezando por el hecho de que Perón no fue presidente durante la Segunda Guerra Mundial, ya que asumió su primera presidencia el 4 de junio de 1946. Antes de eso Perón era un funcionario dentro de un gobierno militar en donde convivían muchas tendencias diferentes (desde aliadófilos hasta nacionalistas católicos con simpatías por el Eje, sin olvidar a los que simplemente eran neutralistas). Es más, Perón, cuando llegó al cargo de Ministro de Guerra, fue uno de los principales impulsores de la declaración de guerra al Eje, y tuvo que enfrentarse duramente al ala pro-nazi del gobierno, encabezada por el General Luis César Perlinger y los funcionarios en Educación (como Jordán Bruno Genta y Hugo Wast), hasta el punto tal que en 1944 dichos nacionalistas de derecha fueron purgados del gobierno. Pero lo que es más destacable es que el último país de América en declararle la guerra al Eje no fue la Argentina del GOU, sino ¡el Chile de Alianza Democrática! (en la cual recordemos, hasta 1947 participaron los Comunistas). Argentina declaró la guerra el 27 de marzo de 1945, mientras que Chile la declaró el 11 de abril. La declaró tan tarde que Alemania ya se había rendido, y sólo tuvo que declararle la guerra a Japón. Y nadie tildó por eso a Chile o a su gobierno de “fascista” o de “aliado de Hitler”. Lo cual es prueba de que lo que movía a los yanquis en su campaña de difamación y aislamiento contra la Argentina no era una sincera convicción “antifascista”, sino los intereses económicos que el gobierno argentino tocaba.
Hay que aclarar además, que ni Argentina ni Chile eran “bichos raros” dentro del marco Latinoamericano, ya que, contrariamente a lo que dice el mito, la mayoría de los países latinoamericanos declararon la guerra cuando ésta ya estaba casi terminada (principalmente bajo extorsión de EEUU y con el propósito de no quedar afuera de las Naciones Unidas), y hay muy poca diferencia de tiempo entre la declaración de guerra de Argentina o Chile, y las de otros países sudamericanos (Ecuador el 2 de febrero de 1945, Paraguay el 7 de febrero, Perú el 12 de febrero, y el 15 de febrero Uruguay y Venezuela).
Otro punto a tener en cuenta, respecto al GOU, es que ninguno de los presidentes de la Revolución del 43 (Rawson, Ramírez y Farrell), pertenecieron al GOU. Rawson era un liberal que fue elegido para dirigir el golpe a último momento, y fue desplazado inmediatamente. El Gral. Ramírez fue elegido para desempeñar el cargo de presidente porque era padre del Cnel. Emilio Ramírez, el cual sí era del GOU. Farrell era cercano al GOU pero nunca perteneció orgánicamente. Los que pertenecían al GOU eran los de la “segunda línea” dentro del gobierno, como Perón, Mercante, Ávalos… Por otra parte, los supuestos elogios del GOU a Mussolini, que Mariano menciona, nunca existieron en realidad (sí, en cambio, existen numerosas declaraciones de Perón, en general hechas a sus biógrafos y entrevistadores muchos años después, en las cuales pondera al fascismo italiano y al nacionalsocialismo alemán, con una interpretación por demás original y controvertida, pero no existe prueba alguna de que el golpe del ’43 ni los oficiales del GOU en su conjunto estuvieran movidos por una afinidad ideológica hacia el fascismo). Del GOU existe una proclama en la que se ensalza “la lucha de Hitler”, pero con los años se determinó que esa proclama es totalmente apócrifa, y que la única proclama verdadera fue la que redactó el propio Perón en las horas previas al golpe, que se difundió como proclama de gobierno y que puede leerse acá: http://www.agendadereflexion.com.ar/2009/06/04/534-proclama-revolucionaria-4-de-junio-1943/
Sobre la proclama apócrifa, “Díaz Araujo (afirma) que ‘el documento, que no está firmado, ni ha sido jamás reconocido por ninguno de los integrantes del GOU –que, para la época, distribuían sus propias resoluciones firmadas- tiene todas las características del libelo apócrifo.’ En nota al pie, señala Díaz Araujo que ‘la Embajada alemana en Buenos Aires (…) quemó sus fichas secretas el día 5 de junio de 1943’, lo cual prueba su desvinculación con los protagonistas del golpe. Alain Rouquié, a su vez, también se inclina por considerar apócrifa dicha proclama, en la cual –a mediados de 1943- todavía se sostiene la certeza de que Alemania ganaría la guerra, contra la evidencia proveniente de los frentes de guerra. Por su parte, Page rechaza también esta tesis: ‘Aunque el documento ha recibido amplia aceptación como una prueba del programa del GOU para la Argentina, debe ser considerado con gran escepticismo. El profesor Potash convincentemente discute que no representaba el pensamiento colectivo del GOU, y que probablemente no es auténtico. Los cables enviados a Washington por la embajada en Buenos Aires, a comienzos de 1946, sugieren que el documento tuvo su origen en un pequeño grupo de oficiales ultranacionalistas del Ejército, no vinculados al GOU. De este modo, la principal prueba utilizada para establecer la orientación pro-nazi del GOU, se desvanece ante un examen riguroso.’”

Brigadistas argentinos presos en campo de concentración en francia.

En uno de los boletines del GOU “se recomienda a los oficiales la lectura de algunos libros, necesarios para su formación política: La tragedia argentina, de Benjamín Villafañe; Algunas maneras de vender la patria, A las fuerzas armadas y Carta abierta al Dr. Culciati, los tres de José Luis Torres, e Historia de los ferrocarriles argentinos, de Raúl Scalabrini Ortiz. Aquí también persiste la confusión pues si bien todos son fuertes críticos de la Década Infame, definen posiciones ideológicas muy distintas: Villafañe es un conservador furiosamente antiyrigoyenista, Torres es un francotirador del nacionalismo con algunos ribetes derechistas, y Scalabrini es un antiimperialista democrático, orientador de FORJA (agrupación del radicalismo yrigoyenista). (…) Por su parte, Alain Rouquié desecha la tesis liberal pro-imperialista –que, en definitiva, nace de un fervoroso antiperonismo- y sostiene: ‘El GOU no fue nunca una poderosa red nazi que obraba dentro del Ejército para que Hitler conquistara el continente’. Fue ‘un grupo de enlace, bastante informal, entre jóvenes oficiales superiores, partidarios de restablecer la disciplina dentro del Ejército, y recuperar al país de una corrupción, que según sus miembros lo llevaba derecho al comunismo’. De esta última preocupación participaban sólo los oficiales más derechistas, mientras que la mayor parte hacía eje en cuestiones mucho más reales: la neutralidad, el repudio a la Década Infame, o el industrialismo”. (GALASSO, pp. 146, 147 y 148)
Es meritorio recordar que el GOU se preocupó por la protección a la incipiente industria nacional que había surgido con la Guerra, y por la industrialización pesada, creándose durante los últimos meses de gobierno de Farrell, la Dirección Nacional de Fabricaciones Militares, que en adelante sería un importante motor de progreso en el país, y también durante su presidencia se logró la primera colada de arrabio en la historia del país, en los Altos Hornos Zapla ubicados en Jujuy. Afirma Galasso: “De toda esta información, parece razonable concluir que no se trató de un nucleamiento ideológicamente cerrado y ortodoxo, sino de una confluencia de oficiales animados por su rechazo a la Argentina en crisis de los años ’40, así como por una actitud ética e incluso patriótica. Parece necesario admitir que coexistieron en la organización ideologías diversas, pero que prevalecían aquellas animadas, por una u otra razón, por un nacionalismo confuso, otras veces por el antibritanismo y, en algunos casos, con posiciones industrialistas, democráticas y antiimperialistas.” (GALASSO, p. 149) Y agregaría yo, por ideas progresistas de justicia social, principalmente en los coroneles Perón y Mercante.


Continúo con la cita de Galasso, ahora sobre la política de acercamiento de algunos sectores del Gobierno Militar hacia el PC:
“Ante el curso de la situación mundial y la mayor presión de Estados Unidos, el gobierno opta ahora por una política de apertura, restando así argumento a toda imputación de autoritarismo o fascismo. Con este criterio libera presos políticos, dispone la modificación del estatuto de los partidos políticos con vistas a las elecciones próximas e incluso acuerda –en la entrevista con (el líder comunista) Ernesto Giudici en el Ministerio del Interior- la legalización del Partido Comunista, la apertura de su sede en Avenida de Mayo, y la reaparición de su periódico La Hora. Años después, el exdirigente comunista Fernando Nadra se refiere a estos acontecimientos: ‘El gobierno de Farrell-Perón comienza, con habilidad y lucidez, un profundo viraje en su política y en su táctica, que no se percibió o no se supo valorar correctamente en su real magnitud: pone en libertad a los presos, levanta el estado de sitio [instaurado por el derrocado gobierno conservador del Dr. Ramón Castillo], facilita el retorno de los exiliados, legaliza al Partido Comunista. Pienso que hasta mayo de 1945 (o julio-agosto) pueden haberse cometido errores de apreciación, exageraciones en los juicios, afirmaciones rotundas, incorrecciones en los calificativos. En fin, el error puede comprenderse pero no justificarse. Perón había tendido numerosos puentes al Partido, que fueron rechazados. El 30 de junio, el gobierno pide una entrevista con el Partido, denuncia un golpe de Estado en marcha y solicita su apoyo para enfrentarlo, comprometiéndose a liberar a todos los presos y discutir con los comunistas los problemas nacionales y sus posibles soluciones. El PC se desentiende. El 6 de agosto Ernesto Giudici obtiene la legalización del Partido. Después de esa fecha y de los acontecimientos expuestos, ya no era posible persistir en el error. Resultaba inaceptable para una marxista que tiene los ojos, el pensamiento y la voluntad puestos en la patria y en su pueblo. La contradicción principal ya no era democracia o fascismo. Comenzaba a transformarse vertiginosamente en independencia nacional o colonialismo, en liberación o dependencia. Así fue como se cavó un abismo durante muchos años entre el Partido Comunista y los trabajadores peronistas.’” “A su vez, en el campo gremial, los dirigentes de la vieja izquierda acrecientan su encono contra la Secretaría de Trabajo y Previsión que los desplaza de los sindicatos. Rodolfo Puiggrós analiza críticamente el intento de “huelga general revolucionaria” impulsado por el Partido Comunista para el 31 de octubre: ‘Sólo pararon unas cuantas obras y algunos talleres menores. Con la experiencia del 17 de octubre quedó claro que, a los diez meses de funcionamiento de la Secretaría de Trabajo y Previsión, los obreros estaban con Perón, mientras los conservadores y agentes del imperialismo conspiraban junto al Partido Comunista. Poco después varios militantes comunistas se apoderan de un avión en el Aeropuerto Seis de Septiembre, con el propósito de arrojar panfletos antigubernamentales sobre el desfile del Día del Reservista (10 de diciembre), pero son apresados antes de que el avión despegue. En el sumario judicial figura el conservador Antonio Santamarina como instigador y financista de ese frustrado proyecto.’”

“Mientras, el coronel continúa rodeándose de sindicalistas, algunos de la vieja línea como Borlenghi, Domenech, Gay, Hernández, Valerga y Diskin. Alain Rouquié señala al respecto: ‘Perón rechazaba la represión de los sindicatos que proponían algunos militares. Trataba, en cambio, de conseguir el apoyo de los dirigentes sindicales mediante favores personales o colectivos. Cuando no lo lograba, se ganaba hombres de segunda o tercera línea, que luego apoyaba en contra de las autoridades titulares. A veces suscitaba o reflotaba sindicatos autónomos competidores, que podría controlar porque le debían todo.’” (p. 241)

“Cabe reconocer también que en ese intento de gestar un gran frente de liberación, Perón no le hace asco inicialmente a acordar con el Partido Comunista. No sólo apoya inicialmente a Peter [Nota mía: José Peter era un dirigente sindical comunista, del sindicato de frigoríficos (sí, el mismo que había sido presionado en 1942 por Codovilla para no hacer huelga porque “había que garantizar el suministro a los Aliados”), que había sido encarcelado en los primeros días de la Revolución del 43, bajo el mandato del Gral. Ramírez, que había disuelto por decreto la CGT Nº2. Más tarde, ya creada la Secretaría de Trabajo y Previsión, Perón negoció su liberación, que se consumó en una ceremonia en el Estadio de Dock Sud a la que asistió el Cnel. Mercante, principal aliado de Perón en el proyecto de construir una alianza con los sindicatos], sino que intenta negociar luego con otros dirigentes, entre ellos Giudici, Agosti y Puiggrós. Juan José Real sostiene: “La oposición más fuerte partía de los comunistas. Perón intentó infructuosamente negociar con la dirección del Partido Comunista. Constan por lo menos tres tentativas importantes en el más alto nivel.” (GALASSO, p. 177.)



“‘Hubo que hacer un trabajo muy delicado -señala Mercante- luchando no solamente para que los sindicalistas comprendieran que nuestra política estaba inspirada por un auténtico propósito de justicia social, sino para no provocar reacciones en las esferas oficiales, pues, aunque Farrell era un hombre de bien, nos estimaba, y no ponía obstáculos a nuestra labor, había muchos funcionarios del gobierno y muchos militares que veían con alarma nuestro contacto con extremistas. Una vez, un alto jefe militar me acusó concretamente de ser comunista. (…) En otra oportunidad, Perón me avisó telefónicamente a la Secretaría de Trabajo que había una orden terminante del presidente para detener a todos los dirigentes comunistas; habíase perpetrado un tiroteo y un vigilante había caído muerto, al parecer, por los comunistas. Con ese motivo, se desató una gran represión contra los extremistas. Perón me avisó esto como a las 4 de la tarde ¡y yo tenía citado a Pedro Chiaranti (dirigente comunista) para dos horas más tarde! La gente de los sindicatos sabía que, cualquiera fuera su ubicación, podía entrar y salir libremente de la Secretaría de Trabajo, jamás hice detener ni permití que se detuviera a obreros allí. Era mi única arma para poder entenderme con ellos. Bien, traté de comunicarme con Chiaranti para que no viniera, pero no pudimos localizarlo ¡y a las 6 en punto el hombre estaba en mi despacho! Tuve que hacerlo acompañar por mi secretario privado, llevarlo a mi automóvil, y hacerlo dejar en lugar seguro para evitar su detención.’” (GALASSO, p. 209)

“Por su parte, Díaz Araujo sostiene que más allá de los contactos establecidos a través de Mercante con los dirigentes comunistas José Peter y Pedro Chiaranti, ‘Perón encomendó a Tessaire el enlace con Arnedo Álvarez y al doctor José Katz una entrevista con Rodolfo Ghioldi en Montevideo’.” (GALASSO, p. 210)

“El diario La Razón del 31 de agosto (de 1945), anuncia, con fotos de Rodolfo Ghioldi y Benito Marianetti: “Por la unidad obrera y nacional se hará mañana un mitin comunista en el Luna Park”. Al día siguiente, dedica una página entera al acto, evidenciando que la familia Peralta Ramos, dueña del periódico, teme más al coronel, al cual retacea sus columnas, que al supuesto marxismo del partido de Codovilla.” “En esa ocasión (del acto del 1º de septiembre en el Luna Park), Rodolfo Ghioldi afirma: “Saludamos a la Unión Cívica Radical, que ha salvado la esencia de Alem, Yrigoyen y Alvear, cuando declaró la incompatibilidad intransigente entre la calidad de miembro del partido y la condición fascistizante de colaboracionista; saludamos la reorganización del Partido Conservador, operada en oposición a la dictadura que, sin desmedro de sus tradiciones sociales, se apresta al brazo de la unión nacional.” (…) Resulta conveniente insistir en algunos aspectos del discurso de Rodolfo Ghioldi porque cuando, desde una supuesta izquierda, se le imputa al peronismo el haber venido a impedir una revolución socialista que (hipotéticamente) lideraría el Partido Comunista, se olvida analizar qué revolución podían hacer quienes pensaban de este modo: “Es verdad que la República ha perdido en los últimos veinte años valores que aun no han sido sustituidos. Para no hablar de quienes se fueron antes o durante el ’30 (Justo, Yrigoyen), el país ha perdido en los últimos diez años, ciudadanos como Lisandro de la Torre, el animador formidable; (Roberto Marcelino) Ortiz, el timonel de la normalización; (Marcelo T. de) Alvear, el conductor de la democracia; Julio A. Roca hijo, el continuador del liberalismo argentino.” Es decir, este supuesto marxista lamenta que no haya aparecido un sustituto del doctor Alvear, para aplastar a los rebeldes del partido Radical, o del Dr. Ortiz, para abogar por las empresas extranjeras y, especialmente del Dr. Roca hijo, firmante del entreguista pacto de carnes con los ingleses.” “Para que no haya dudas, Ghioldi explica sus aspiraciones y proyecto político: “En lo internacional, la República exige: La eliminación hasta de los rastros de la política neutralista y pro-fascista que la condenó al atraso y al desconcepto, la solidaridad leal y amplia con las Naciones Unidas y la cooperación sincera con la organización de prevención de guerras, el entendimiento, sobre bases de igualdad y de respeto mutuo, sin huellas de rectorías geopolíticas, con todas las naciones de América Latina, la conservación de la amistad con Gran Bretaña, sin detrimento para el desarrollo nacional, mejorarla radicalmente con los Estados Unidos, partiendo de la línea de Buena Vecindad retomada por el secretario Byrnes y ratificada con tanto calor por mister Braden.” (GALASSO, pp. 281, 282)

El 12 de octubre de 1945, se llevó a cabo una reunión, en el Círculo Militar, de los sectores militares partidarios de que Perón renunciase a todos sus cargos, y eminentes políticos e intelectuales del viejo régimen. En la plaza que está frente al Círculo, la Plaza San Martín, se inició una concentración de personas que rodearon el edificio para presionar a los militares a tomar una decisión. Debido a la cualidad eminentemente pituca y oligárquica de los allí reunidos, esta manifestación pasó a la historia como “El caviar-party de la democracia”. Pero en ella participaron también los comunistas:

“Juan José Real sintetiza esa jornada en Plaza San Martín: “Durante más de diez horas, esa concentración de apellidos ilustres, de jóvenes universitarios y de militantes comunistas reclamó la entrega del poder al alto tribunal y se desgañitó cantando un estribillo con música de la marcha de los radicales: ‘¡Adelante, ciudadanos!/¡Adelante sin cesar!/No queremos dictadura/Ni gobierno militar’”.

María Rosa Oliver, escritora ligada a la revista Sur pero, al mismo tiempo, de estrecha vinculación con el Partido Comunista, da una visión honesta de esta concentración: “Los comunistas se habían unido para ganar la guerra a todos los que perseguían el mismo fin (a esto se lo llamó Browderismo en EEUU), lanzando la consigna “vencer al fascismo”. Por ser fieles, no tuvimos reparos en aceptar el apoyo del nuevo embajador norteamericano Spruille Braden. Ese día estuve puntual a las nueve de la mañana en Plaza San Martín. Desde que, de chica, fui al Corso de las Flores, no he visto desfilar tal cantidad de mujeres jóvenes, bonitas y elegantes. ¿Y cuándo las de antes se habrían atrevido a interpelar a un general, a un coronel, como algunas de estas lo hacen con los que entran y salen del Círculo Militar? Cerca ya del mediodía se llena la plazoleta triangular frente al Círculo: en un balcón aparecen los dirigentes de la Junta Coordinadora. Desde donde estoy no llego a oír lo que en sus arengas dicen el radical, el conservador, el comunista, el socialista y el demócrata progresista. A todos los aplauden por igual. Terminado el aplauso, la coincidencia se concreta en un solo clamor: el gobierno a la Corte. Los oradores se retiran. Me acerco a Jerónimo Arnedo Álvarez (uno de los principales dirigentes del Partido Comunista), que cruza la plaza, y le pregunto si este es el pueblo con el que contamos. Me asegura que los obreros empezarán a llegar después de las cuatro. Alentada, decido esperar. No me cabe duda: los asistentes a este acto pertenecemos a una clase social definida. Pasadas las cuatro, miro y miro sin ver llegar lo que espero. Gente nueva afluye a la plaza, pero no es obrera.” “(El dirigente comunista) Ernesto Giudici testimonia: “Yo estuve en el lugar y quiero repetir lo que relaté: ahí, frente al Círculo Militar, estaba la crema del elitismo reaccionario. En un momento se acercó un guardia de tranvía. Varias decenas de hombres y mujeres se abalanzaron sobre él para golpearlo, cosa que no sucedió porque nos opusimos unos pocos. Le gritaban, volcando un profundo odio de clase: ‘Esto es lo que les va a pasar a todos los obreros que están con Perón.’” (GALASSO, pp. 305 y 306) 


Para probar que a Codovilla, al igual que a la oligarquía, lo que más le preocupaba del gobierno militar no era que éste fuera represivo, sino que Perón estuviera en él, transcribo acá datos sobre la amable entrevista entre Codovilla y miembros del gobierno militar, una vez que Perón ya había sido destituido de todos sus cargos (Secretario de Trabajo, Ministro de Guerra y Vicepresidente) y encarcelado en la Isla Martín García:

“Así también, ese día 14 (de octubre de 1945), el Gral. Ávalos se toma la preocupación de visitar al último preso de aquellos detenidos a fines de septiembre con motivo del golpe frustrado del Gral. Rawson. ‘A instancias de los conservadores, el Gral. Ávalos recurrió entonces a los consejos de un olvidado preso –señala Rodolfo Puiggrós-. Visitó a Victorio Codovilla en el Departamento de Policía y antes de ponerlo en libertad, mantuvo con él una larga plática de la que sólo trascendió esta declaración a la prensa del jefe comunista: -Hemos cometido un error en no haber apoyado antes a este gobierno, temo que ya sea tarde’. Con ‘este gobierno’ –agrega Puiggrós-, Codovilla se refería al que representaba Ávalos, es decir que para el dirigente comunista los militares dejaban de ser repudiables nazi-fascistas por el mero hecho de haber detenido a Perón. (…)

A quien le quede alguna duda acerca de la catastrófica actuación del Partido Comunista en esos días claves, convendrá recordarle que si Codovilla manifiesta su simpatía por el Gral. Ávalos una vez que este se ha apartado de Perón, resulta aún más grave la posición de Rodolfo Ghioldi, quien vuelca su afecto nada menos que en [el Almirante, Héctor] Vernengo Lima, a quien asesora en esos días, según (su propio) testimonio: ‘Con un grupo de personas –recuerda R. Ghioldi- fuimos a ver al almirante Vernego Lima al ministerio y me permití decirle: -Pero, ustedes van a ser derrocados pasado mañana: la policía está en las mismas manos...” (GALASSO, p. 313)
El 17 de octubre, que fue una movilización de la clase obrera argentina para liberar a Perón y restituirlo en sus cargos, logró dar un giro de 180º a lo que parecía el resultado irreversible del golpe de palacio llevado a cabo unos antes por las fuerzas de la reacción. Hubo, sin embargo, quienes quedaron al margen de la movilización: “Nosotros no participamos del 17 de octubre -recuerda con pesar Eduardo Barainca, dirigente gremial del Partido Comunista-. Los metalúrgicos que nosotros controlábamos trabajaron el 17 de octubre. No lo entendimos, no seguimos a la masa y nos costó muy caro”. Según un periodista, se trata de algo más grave aun que la desvinculación del movimiento de masas: “A las 13, el ministro de Marina había rechazado un ofrecimiento de dirigentes comunistas para que obreros armados de esa tendencia enfrentasen a los trabajadores peronistas.”


Ezequiel Martínez Estrada, (intelectual de izquierda caviar y futuro entusiasta de la Revolución Cubana), escribió sobre esta jornada: “Era un sector numeroso del pueblo, el de los resentidos, el de los irrespetuosos, individuos sin nobleza, turba, populacho, horda, recogida con minuciosidad del hurgador en los tachas de basura, residuos sociales, hez de nuestra sociedad, chusma, pueblo miserable de descamisados y grasitas, desdichado pueblo que ha perdido el respeto, nuevo tipo étnico de cabecitas negras y peloduro”.



La escritora María Rosa Oliver (militante comunista y colaboradora en la revista literaria Sur, dirigida por su amiga, la aristocrática poetisa Victoria Ocampo), muestra asombro ante ese mundo ignorado:

“A las tres de la tarde, mientras esperaba un taxi frente al Plaza Hotel, vi llegar gente que formaba un largo pero raleado desfile. No solo por los bombos, platillos, triángulos y otros improvisados instrumentos de percusión que, de trecho en trecho, los preceden, me recuerdan las murgas de carnaval, sino también por su indumentaria: parecendisfrazados de menesterosos. Me pregunto de qué suburbio alejado provienen esos hombres y mujeres casi harapientos, muchos de ellos con vinchas que, como a los indios de los malones, les ciñen la frente, y casi todos desgreñados. O será que el día gris y pesado, o una urgente convocatoria, les ha impedido a estos trabajadores tomarse el tiempo de salir a la calle bien entrazados y bien peinados, como es su costumbre. O habrán surgido de ámbitos cuya existencia yo desconozco.”

Desde el conservadorismo, Emilio Hardoy define, años después:
“Los ciudadanos que desfilaron triunfalmente, yo entre ellos, poco tiempo antes por las calles de Buenos Aires, jamás imaginaron que la muchedumbre, imponente e informe, amenazadora y primitiva, iba a invadir la Plaza de Mayo al grito de guerra de ¡Perón!, grito de guerra y de odio, casi de venganza, por causa de la miseria y la ignorancia de la sociedad de entonces. Como en todos los pueblos de Occidente, en nuestro territorio había dos países en aquel mes de octubre de 1945: el país elegante y simpático, con sus intelectuales y su sociedad distinguida sustentada en su clientela “romana” y el país de “la corte de los milagros” que mostró entonces toda su rabia y toda su fuerza. ¡Nueve días que sacudieron al país! ¡Nueve días en los que la verdad se desnudó! Nueve días que cierran una época e inauguran otra... Desde luego, el odio no es el único ingrediente del peronismo, pero es el fundamental, el cemento que aglutinó a las masas en torno a Perón.”


Para quienes desconocen la historia argentina y se dejan llevar por los rótulos, resulta asombroso que juicios coincidentes provengan de la titulada izquierda socialista y comunista.



“La Vanguardia”, por ejemplo, órgano del partido Socialista, afirma:

“En los bajíos y entresijos de la sociedad hay acumuladas miseria, dolor, ignorancia, indigencia más mental que física, infelicidad y sufrimiento. Cuando un cataclismo social o un estímulo de la policía moviliza las fuerzas latentes del resentimiento, cortan todos las contenciones morales, dan libertad a las potencias incontroladas, la parte del pueblo que vive ese resentimiento y acaso para su resentimiento, se desborda en las calles, amenaza, vocifera, atropella, asalta a diarios, persigue en su furia demoníaca a los propios adalides permanentes y responsables de su elevación y dignificación.”



La FUBA (Federación Universitaria de Buenos Aires) no se halla alejada de estos planteos y sostiene orgullosamente: “Se había dado una polarización de las fuerzas sociales en pugna: los sectores democráticos que concurrían a los despachos de la embajada norteamericana, y los dirigentes gremiales y políticos pro-peronistas que acudían a la Secretaría de Trabajo.”

Un elemento curioso de aquel día fue que la policía terminó poniéndose del lado de los obreros:
“Después del mediodía - testimonia el dirigente obrero Angel Perelman - la actitud de la policía comenzó a cambiar. Lo notamos en los numerosos vigilantes que perdían su aire de autoridad (...) A las 15, vimos pasar un camión de Correos cargado de vigilantes que gritaban, ante nuestra sorpresa: -¡Viva Perón!
La policía había advertido que el orden ya no existía (...) que el poder estaba repartido en varias manos. La crisis del poder liberó los verdaderos sentimientos de los agentes de la tropa, muchos de ellos provincianos y con bajos sueldos. Desaparecida, en el curso de la jornada, la presión jerárquica, los vigilantes se declararon peronistas. 


Este cambio lo pueden comprender los poetas, finos buceadores de las almas, salvo cuando están sometidos al dogma, como es el caso del poeta comunista Raúl González Tuñón:

“Algo me chocó (en aquella multitud): un grito que jamás había oído, ni en mi infancia, en las grandes concentraciones obreras, ni mucho después, un grito que en los últimos tiempos nadie oyó jamás, no hubiera podido oírse en la Semana Trágica, ni en la Patagonia de los fusilamientos: los más exaltados gritaban, al pasar por donde se veían sin intervenir para nada, a los agentes y oficiales policiales: -¡Viva la policía!”.

El camarada Arnedo, presidente del PC de la Argentina en Bucarest en 1972


La actitud de la policía fue intencionalmente malinterpretada por todas las publicaciones opositoras. El Partido Comunista emite varias declaraciones en esos días. El 21 de octubre sostiene:

“El malón peronista, con protección oficial y asesoramiento policial que azotó al país ha provocado rápidamente, por su gravedad, la exteriorización del repudio popular de todos los sectores de la República en millares de protestas. Hoy la Nación en su conjunto tiene clara conciencia del peligro que entraña el peronismo y de la urgencia de ponerle fin. Se plantea así para los militantes de nuestro Partido una serie de tareas que, para mayor claridad, hemos agrupado en dos rangos:higienización democrática y clarificación política.

Por un lado, barrer con el peronismo y todo aquello que de alguna manera sea su expresión; por el otro, llevar adelante una campaña de esclarecimiento de los problemas nacionales, la forma de resolverlos yexplicar, ante las amplias masas de nuestro pueblo, más aun que lo hecho hasta hoy, lo que la demagogia peronista representa.
En el primer orden, nuestros camaradas deben organizar y organizarse para la lucha contra el peronismo, hasta su aniquilamiento. Corresponde aquí también señalar la gran tarea de limpiar las paredes y las calles de nuestras ciudades de las inmundas pintadas peronistas. Que no quede barrio o pueblo sin organizar las brigadas de reorganización democrática (...) Nuestras mujeres (...) deben visitar las casas de familia, comercios, etc., reclamando la acción coordinada y unánime contra el peronismo y sus hordas. Perón es el enemigo número uno del pueblo argentino.”



Días después, el periódico Orientación afirma:

“Pero también se ha visto otro espectáculo, el de las hordas de desclasados haciendo de vanguardia del presunto orden peronista. Lospequeños clanes con aspecto de murga que recorrieron la ciudad no representan a ninguna clase de la sociedad. Es el malevaje reclutado por la Secretaría de Trabajo y Previsión para amedrentar a la población. (En milimétrica coincidencia con el desopilante juicio del periódico comunista, el diario amarillista Crítica, titula ese día: “Grupos aislados, que no representan al auténtico proletariado argentino, tratan de intimidar a la población”).

En el mismo número de Orientación puede leerse:
“Desde Avellaneda salían las bandas armadas del peronismo, obedeciendo un plan de acción dirigido por el coronel y sus asesores nazis (...) El peronismo logró engañar a algunos sectores de la clase obrera (...) y esos sectores engañados fueron en realidad dirigidos por el malevaje peronista, repitiendo escenas dignas de la época de Rosas; y remedando lo ocurrido en los orígenes del fascismo en Italia y Alemania, demostró lo que era, arrojándose contra la población indefensa, contra el hogar, contra las casas de comercio, contra el pudor y la honestidad, contra la decencia, contra la cultura (Casi como que se quedaron con las ganas de agregar “y contra la propiedad” ¿no?), e imponiendo el paro oficial, pistola en mano y con la colaboración de la policía que, ese día y al día siguiente, entregó las calles de la ciudad al peronismo bárbaro y desatado.”
(Extraído de http://www.lagazeta.com.ar/diecisiete.htm)

Ernesto Giudici en la reforma universitaria recibiendo agresión policiaca


Cito también un fragmento de un excelente libro que acabo de encontrar del intelectual marxista argentino Néstor Kohan, en el capítulo que habla sobre la polémica entre el exdirigente comunista Ernesto Giudici y Codovilla (http://es.scribd.com/doc/8529279/Nestor-Kohan-Ni-calco-ni-copia-Ensayos-sobre-el-marxismo-argentino-y-latinoamericano):

“(Según Giudici) en los países semicoloniales como la Argentina, «el fascismo es posible en la medida en que crezca el poder del monopolio extranjero», de modo que debía combatir-se con «organizaciones antiimperialistas y antifascistas»".A esta consideración del antifascismo y el antiimperialismo de Giudici, agrega más adelante Matsushita: "En otro libro publicado en 1938, Giudici reconoció el peligro mayor del nazismo alemán en las Américas, pero no descartó la posibilidad de que Inglaterra acordara con Alemania para competir con Estados Unidos en el mercado latinoamericano".

La necesidad de enfrentar tanto al fascismo alemán como a los imperialismos inglés y norteamericano, enemigos de la independencia económica argentina, también la expresó Giudici en el seno del Comité Central del Partido Comunista argentino reunido a mediados de 1939, donde se estaba discutiendo la posición a adoptar ante la inminente guerra mundial. En ese Comité Central, Giudici sostuvo que la lucha argentina debía librarse en dos frentes: contra el fascismo y al mismo tiempo contra el imperialismo británico. Exactamente la misma tesis que aparece publicada en esa época en sus artículos políticos de La Hora, Crítica, Orientación, etc. Esta moción de Giudici fue acompañada en esa oportunidad por Luis V. Sommi y por Jacobo Lipovestky. En la votación perdió ante la tesis de Arnedo Álvarez, quien propuso dirigir la actividad revolucionaria comunista sólo contra la Alemania nazi. Las trágicas consecuencias que tuvo para el comunismo argentino esa errónea decisión son bien conocidas... El hecho cierto es que en ese momento Giudici había llegado a polemizar hasta con el mismo Codovilla. No fue una discusión tan pública ni abierta como la que tuvo con Rodolfo Ghioldi. La apariencia de unanimidad que se quería mantener a toda costa y la férrea disciplina -que Giudici no dejó jamás de acatar, por cierto, hasta su seguramente tardía renuncia de 1973- contribuyeron en gran medida a eso. Sin embargo, como intelectual acumuló un espacio de reflexión propio y autónomo aun mayor que el que ya había ganado en esos años con relación a los cuadros tradicionales del campo político. En su relación con Codovilla tampoco hay que olvidar la polémica de Luis Carlos Prestes con el máximo dirigente argentino en 1945, en la que el brasileño criticó duramente el concepto de "naziperonismo", Giudici estuvo en ese momento de acuerdo con Prestes.” (pp.174 y 175)

El presidente Perón recibe amistosamente al camarada Ceaucescu

Quería aclarar también que el discurso de Perón sobre la Revolución Rusa en el Colegio Militar de la Nación no lo cité para dar a entender que Perón era pro-comunista, porque yo mismo sé que no era así, y conozco muchas citas de él en las que habla contra el comunismo, a veces con la intención de dejar bien en claro que él no era comunista (los yanquis durante la Guerra fría tildaban de “comunista” a todo aquel que tuviera una política independiente), otras veces para acariciar el oído de sus simpatizantes más marxistófobos, y otras veces para sentar doctrina y delimitar ideológicamente el justicialismo. Mi intención era mostrar la audaz y visionaria interpretación que Perón tenía acerca de la influencia de la Revolución Rusa en el devenir mundial, y el influjo que esto ejerció en toda su política.
Por otro lado, Mariano, me pareció muy frívola tu afirmación de que Perón y Evita “eran culo y calzón con Franco”. En el viaje de Evita a España, no sé si sabrás, ella no se llevó nada bien ni con Franco ni con su mujer, con quien tuvo una discusión cuando Evita quiso visitar los barrios de chabolas y Carmen Polo se refirió a sus habitantes de manera despreciativa. En otra oportunidad, desafiantemente, le sugirió a Franco convertir al Escorial en un jardín de infantes. De visita en Vigo, dijo ante gran número de personas que la aclamaban: “En Argentina trabajamos para que haya menos ricos y menos pobres. Hagan ustedes lo mismo”. Y es sabido que Evita consiguió que le perdonaran la vida a la comunista Juana Doña, que había sido condenada a muerte por colocar una bomba en la Embajada argentina. En cuanto a la relación de Perón con Franco, tampoco era buena, y cito una entrevista del historiador Felipe Pigna al empresario, amigo y colaborador de Perón, Jorge Antonio, en 2004:

-PIGNA: ¿Por qué eran tan malas las relaciones entre Franco y Perón? ¿Fue a raíz del conflicto con la Iglesia? 
-ANTONIO: Efectivamente. Franco le escribe una carta a Perón a finales del ’54. Era embajador.... Manuel Aznar, el abuelo del actual presidente, que por entonces vivía aquí con su abuelo. Aznar era íntimo amigo mío. Teníamos una amistad de vernos dos o tres veces por semana con la señora. Entonces un día Aznar me llama y me dice: “Jorge, tengo que cumplir una misión terrible. Tengo una carta para Perón que no me gusta nada”. Más o menos decía así “Querido presidente y amigo, veo con preocupación los problemas que hay en la Argentina, su país, con la gente de la iglesia, tema que conozco en profundidad. Le ruego encarecidamente autorizarme hacer las gestiones necesarias para solucionar ese problema”. Yo le dije a Aznar: “No la presentes, no se la lleves a Perón porque es una carta de entrometerse en las cosas que están picantes en el país. Él me dijo: “Lo tengo que hacer, Jorgito, yo soy el embajador”. Pidió la audiencia y se la llevó a Perón y se la entregó. Al otro día me llama por teléfono el secretario de Perón y me dice: “el general lo está esperando. Jorge, véngase enseguida. Fui a verlo y me dijo: “Usted es muy amigo del embajador español, ¿no es así?”. Le dije que sí y entonces me mostró la carta que yo ya había visto. “General -le dijo- Franco es amigo suyo”. Él me dijo: “yo creía que era amigo mío; usted es un metido”. Entonces le dije al secretario: “léale a Jorge qué es lo que le contesto yo a Franco: ‘Francisco Franco, Madrid España -así terminante- Recibí la misiva traída por su embajador donde solamente debo comentarle que los problemas argentinos los resolvemos los argentinos. Firmado Juan Perón’”. Ni saludo, ni gracias, ni nada. Le dije: “No mande esa carta, presidente”. Él me contestó: “Si yo estuviera en su lugar, no la mandaría, pero si usted estuviera en mi lugar, la mandaría. Yo le dije que no lo hiciera, que era romper relaciones con un hombre que era amigo suyo, que estaba haciendo un ofrecimiento auténtico. Él sostenía que no era auténtico, que era interesado. Yo le dije: “con esto pierde un embajador amigo porque éste se va y no vuelve más”. Y así fue. Él le llevó la carta a Franco y Franco le ordenó no volver más a la Argentina, y estuvimos sin embajador de España durante un año y medio.
-PIGNA: Usted participó en el intento de regreso de Perón en 1964
-ANTONIO: En el avión veníamos Vandor, Framini, Iturbe, Delia Parodi, Lascano, Perón y yo. Llegamos hasta Río de Janeiro. Yo fui a verlo a Francisco Franco y le pedí autorización para que nos dejara salir en un avión de Iberia. Él nos dijo que sí pero agregó: ‘Hijo, yo no sé si a ustedes les va a ir bien en este viaje. Yo creo que ustedes tienen demasiada ilusión, pero si llega a ir bien, cuando tú vuelvas seguramente te vamos a condecorar por tu lealtad a tu amigo; pero si sale mal, los vamos a expulsar a todos de España, menos a Perón. A Perón no lo puedo expulsar de España porque los españoles son capaces de expulsarme a mí’”
(Extraído de: http://www.elhistoriador.com.ar/entrevistas/a/antonio.php)


Por otra parte, a mí no me consta que haya ningún contubernio “peronista-de-derecha-troskista” con el único objetivo de ensuciar a la persona de Victorio Codovilla. Si algunos quieren sostener esto alegremente, primero que muestren sus pruebas. Y si con “peronistas de derecha” se refieren a gente como López Rega y los suyos, yo les digo que esos jamás se acordaron de Codovilla, porque estaban ocupados inventándose enemigos dentro del peronismo y de la izquierda real del país. Además, un peronista de derecha se suicida antes de recibir el apoyo de un comunista, con lo cual, ni le importa lo que dijera o hiciera Codovilla. Los que más le prestamos atención a las barrabasadas de Codovilla somos los peronistas a secas, a quienes nos horroriza la ceguera y el gorilismo de muchos que se dicen “de izquierda” o, últimamente, “progresistas”.


Amigo Enmerkar: Simplemente estamos partiendo de supuestos diferentes. Vos partís de la idea de que “LOS comunistas” son “EL proletariado”, y que mantener la independencia de los comunistas es mantener la vanguardia del proletariado. Mi tesis es que en Argentina y algunos otros países de Latinoamérica y el Tercer Mundo, los grandes movimientos nacionales (que vos, un poco más ambiguamente, llamás “los nacionalistas”, y otros, haciendo una errónea identificación de clases, llaman “nacionalismo burgués”), a veces sin proponérselo, porque, como vos bien decís, muchos partían de una idea de construir una alianza de clases (la cual, en definitiva, siempre quedó manca por ausencia o falta de conciencia “para sí” de las burguesías nacionales), terminaron convirtiéndose en el verdadero “partido del proletariado”, mientras que los Partidos Comunistas terminaron siendo no más que una expresión marginal de la pequeña burguesía. No hay más que revisar quién es quién en la historia argentina para que entiendas cabalmente mi postura. Después, si eso lleva al socialismo o si para llegar al socialismo hace falta que en algún momento haya alguna ruptura entre el pueblo y sus dirigentes, yo soy partidario de que “EL socialismo” es una construcción teórica y etérea, y que el verdadero socialismo terrenal es una patria socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana, y que así lo era en la propia Unión Soviética.
Revista Peronismo y Socialismo


Por último quería decir que no me parece bien el ensañamiento con Iosu. ¡Claro! ¿Cómo Iosu se va a atrever, equivocándose o no, a decir algo que tome en cuenta siquiera remotamente la perspectiva árabe? ¡Pecado mortal! Recordad estas sabias palabras del Evangelio: “Todo Partido Comunista es el auténtico, verdadero, y único representante posible del proletariado en todo tiempo y lugar. Solamente al Partido Comunista seguiréis, lo respetaréis, cumpliréis sus preceptos, le obedeceréis, le rendiréis culto y os uniréis a él” (Deuteronomio 13:4). Vamos, que si yo no estuviera, seguro que ya habrían decretado sentenciosamente que el Partido Comunista es “el verdadero constructor de la Argentina”. Yo les pido que si se les ocurre hacer un post, como hicieron ahora sobre el PC iraquí y el iraní, ensalzando al Partido Comunista Argentino, antes de eso, tengan un poco de creatividad, y así como a veces hacen artículos ponderando al Baas, a Nasser o al FLN argelino, hagan un artículo sobre el Peronismo, que sería interesante saber qué opinan ustedes sobre el verdadero protagonista de las luchas populares argentinas desde la segunda mitad del siglo XX. Si sienten que no tienen suficiente información, pónganse a investigar, y pueden preguntarme a mí cualquier duda que tengan




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13 Comments:

Anonymous Hernan said...

Una más, para ilustrar el sincero testimonio de la escritora comunista María Rosa Oliver frente al Círculo Militar:
Aquí con su amiga y colaboradora en la revista Sur, la aristocrática Victoria Ocampo: http://farm3.staticflickr.com/2459/4035123783_4db5ae535b.jpg

5:18 p. m.  
Anonymous Hernan said...

Fe de erratas, allí donde me refiero a Codovilla, no es "el tanto", sino "el tano" (jerga argentina para referirse informal o cariñosamente a los italianos, proviene de "napolitano"). No es necesario que se publique este comentario. Gracias nuevamente por convertir mi respuesta en un post, brindando espacio en su blog a mis palabras. Saludos!

6:13 p. m.  
Anonymous Horacio said...

Hernán, me interesó mucho tu escrito, yo como comunista argentino, entiendo que mi partido cometió errores, pero también lo hizo el Peronismo. Si duda alguna, hoy nos encontramos unidos, en la defenza del gobierno de Cristina, encaminando y profundizando el proyecto que nos llevará a una Argentina más justa e integrada al conjunto de naciones latinoamericanas, que de acuerdo a sus diferentes caracteristicas, construimos en futuro mejor , que sin duda alguna es el socialismo.

8:38 p. m.  
Blogger Josejuán 1960, desde Euskadi. said...

1.- Gracias Hernán por esta extensa y laboriosa crónica. Creo que queda probado que el peronismo es parte indiscutible del acervo cultural argentino: Es decir, un fenómeno político y social, inseparable de la esencia nacional e histórica de ese país. Y que quien no lo entienda quedará inevitablemente fuera del juego de la política argentina.

Creo que esto es perfectamente extensible, salvando las distancias, a otros lugares. Lugares donde el "comunismo", (como MARCA euro-soviética), no se comerá un rosco jamás. Lugares donde incluso podrá sufrir incomprensión y hostilidad al percibirse como antisocial, (sectario) o antinacional, (extranjerizante o incluso cipayo).

Salvo cuando el objetivo principal fué defender a la Gran Patria Socialista de las hordas nazis, (para lo cual fué preciso sacrificar, a veces muy dolorosamente, las posiciones y metas en las patrias chicas y/o periféricas), el comunismo peca a veces de excesivo "franquicianismo" EURO-soviético, llegando a veces al puro "cipayismo" clasista o imperialista.

Hay que decir con justicia que la Gran Guerra Fría tb. representó un Escenario Mayor que se impuso muchas veces a los menores.

2.- No me siento "ensañado" por CS, creo que su tono, aunque un tanto indirecto para evitar personalismos, lo cual se agradece, es siempre cortés y en los márgenes de la crítica política.

Lo que sí me apena es que se ponga en marcha la máquina de las proclamas grandielocuentes y de la emotividad para zanjar un debate productivo, por eso no contesté hasta ahora.

4:54 a. m.  
Anonymous AnonimoTrotskista said...

OFF-TOPIC:

Sey que no tiene que ver con el post, pero ay que divulgar isto.

La mentira del masacre de Houla, otra patranha para el efeto de siempre.

Entonces que no passe en claro:

http://www.resistir.info/moriente/siria_01jun12_p.html

Saudaciones.

6:52 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

En horabuena a Hernan y a Cs. Este tipo de debates sinceros y respetuosos me parecen ejemplares y es lo que hay que hacer.

8:42 a. m.  
Anonymous Arkady Gregorivich said...

Interesante compañero, ahora yo si creo que no es tan fácil como decir eramos re progres y no pequebus como los comunistas!

Por ahí oí que a un grande llamado Atahualpa Yupanqui lo torturaron y hostigaron en el régimen peronista, que a algún Sabato cuando era secretario de la FJC no le agradaba...

11:24 p. m.  
Anonymous Hernan said...

Horacio, me alegra que te haya interesado mi escrito. Sí, el peronismo también cometió numerosos errores, y de mayor trascendencia y gravedad que los que pudo haber cometido el PC, porque, lógicamente, un movimiento tan importante, y más si ejerce el poder, comete muchísimos errores. El PC cometió errores, pero aún cuando se ponía del lado de la reacción, no era la fuerza que capitaneaba, sino un simple ladero. Hoy por suerte el PC está "de este lado" y es "de los nuestros", y ojalá que sea así para siempre, que no vuelva a desviar su camino y a aliarse con la reacción.

Iosu: Para mí también es así. Es entendible que algunos vean en todo PC a "sus camaradas", sea en donde sea. Pero es un error, porque en muchos lugares la verdadera fuerza revolucionaria o progresista más importante no fue el PC, y reducir todo a la trayectoria del PC local es, como vos decís, "de un reduccionismo verdaderamente pobre", como el árbol que tapa el bosque.

Gracias al Anónimo de las 8:42 por sus palabras de aliento.

Arkady: No entendí lo que dijiste al principio. En cuanto a Atahualpa Yupanqui, es sabido que durante el gobierno de Perón (así como también antes y después), la policía se ensañaba con los comunistas y otros opositores. Desde la creación de la "Sección Especial de la Policía" en los años '30, se aplicaba sistemáticamente la picana eléctrica con todos los detenidos. A Atahualpa Yupanqui le rompieron la mano con una máquina de escribir. Al Dr. Juan Ingalinella lo terminaron matando, y sus torturadores le decían "nosotros a Perón nos lo pasamos por el...". Sábato siempre fue un antiperonista "culposo" y un arrepentido de todo lo que primero apoyó (como la "Revolución Libertadora" y el golpe del '76). Que nadie se engañe, el gobierno de Perón fue democrático, pero tuvo aspectos represivos y autoritarios como, lamentablemente, muchos gobiernos progresistas del siglo XX. Pero, si lo comparamos, seguramente toda la represión que pudo haber desatado fue menor que la de muchos otros. Con Perón no hubo exterminios, ni campos de concentración, ni fusilamientos sumarios. Al peronismo hay que estudiarlo a través de todos los historiadores honestos y serios especializados en el tema, que no escriben desde el odio o desde una posición interesada: Galasso, Felix Luna, Joseph Page, Alain Rouquié, Felipe Pigna, Raanan Rein, Robert Potash, Hiroshi Matsushita. Pongo, por ejemplo, lo que dice el historiador israelí Raanan Rein:
http://books.google.com.ar/books?id=0FYjOgAJR2sC&pg=PA470&dq=raanan+rein+%22derechos+humanos%22+galasso&hl=es&sa=X&ei=CAraT4q5KoaE8QTU2KTtBQ&ved=0CDQQ6AEwAA#v=onepage&q&f=false
Nada esto quita el carácter indudablemente progresista y de trascendencia histórica que tuvo el peronismo en Argentina y en toda Latinoamérica, y esto lo digo sin convalidar ni defender la represión injustificada o la tortura policial.

9:33 a. m.  
Anonymous Hernan said...

Ya pasó una semana, y pronto quedará sepultado con otros posts. Es una lástima que no haya llegado a responder el principal destinatario de mi escrito. Pero al menos me gustaría saber qué opinan los amigos de CS, que hasta ahora no dijeron palabra.
Saludos!
PD: Sugerencia: Podrían agregar abajo de la página "Entradas anteriores" y "Entradas posteriores", así sería más fácil navegar. Y el archivo del blog podrían hacerlo desplegable y poder verse entrada por entrada de cada mes. De otra manera hay que apelar a la buena memoria, y los posts viejos se pierden en la marejada. Y, ya que estamos, aprovecho para sugerirles también que, aunque sé que ustedes son un colectivo porque así lo anuncian y porque siempre hablan en plural, no me cae del todo bien eso de que sean una especie de oscuro cenáculo o logia secreta de la que no se pueden conocer sus integrantes. A veces no sé con quién estoy hablando, si siempre me responde la misma persona, o qué. Sería interesante si cada uno puede hacerse un perfil propio, como tienen otros blogs colectivos, así se sabe con quién se está hablando y qué opina cada uno. Tómenlo como una sugerencia amistosa, entenderé si por razones de seguridad o algo, prefieren mantener el anonimato colectivo.

11:40 a. m.  
Blogger Blogchevique said...

La verdad es que no podemos sino agradecer tu enorme esfuerzo que sirve de ejemplo sobre como encarar un debate histórico: mas que con descalificativos con un trabajo bibliografico que merece respeto. Hemos hecho lo posible para que sea conocido. Vamos a ver con nuestros tecnicos si es posible lo que sugieres de anteriores y posteriores.
Mas que por seguridad nosotros apostamos por una cultura colectiva que elimine personalismos y egos que tanto daño hacen
realmente lo que nos hubiese gustado es que los camaradas argentinos mariano y Enmerkar hubiesen respondido de alguna manera pero no estamos en condiciones de exigir nada a nadie que quien sabe cuantas obligaciones tiene.
Lo que si te agradecemos profundamente tu esfuerzo que nos sirve de ejemplo, querido Hernan. Hemos leido en un libro reciente del sociologo emir Sader tesis parecidas a las tuyas respecto a los errores del PC argentino. Razones no te faltan. Abrazos

6:35 p. m.  
Anonymous Hernan said...

Gracias por sus palabras, amigos. Me interesa lo del libro de Emir Sader ¿cuál es?
Abrazo!

5:26 a. m.  
Blogger Blogchevique said...

Se llama "El Nuevo Topo. Los caminos de la izquierda latinoamericana", de Siglo XXI Editores Argentina y CLACSO,2009. Seguro que en Buenos Aires lo consigues facil.

7:59 a. m.  
Anonymous Hernan said...

Gracias! Voy a ver si lo consigo.

6:13 p. m.  

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