Nuestra lucha no se trata de una mera elección estrecha entre opciones electorales dentro del actual régimen, sino de apostar por formas de organización económica y espiritual, cualitativamente superiores a la civilización burguesa, donde se garantiza la emancipación del proletariado y la democracia real. Es la lucha popular por la conquista de la civilización socialista, partiendo del estudio científico de las bases materiales que lo posibilitan y con el objetivo último del comunismo.
[Traduction automatique: FR]
2 de enero de 2014
Alexánder Sítnikov
Svobodnaya pressa
Traducido del ruso por Josafat S. Comín
La URSS también un paraíso nutritivo, gastronómico y culinario
La calidad de los productos alimentarios en la actualidad está sometida a los intereses del mercado, no de los consumidores.
En vísperas de Año nuevo, los medios bullían con titulares del tipo: “Cómo celebrar el Año nuevo sin intoxicarse”. A parte de los típicos consejos de no comer ni beber más de la cuenta, se añadían recomendaciones sobre el tipo de comida que comprar, para no acabar en el hospital. Los dietólogos llamaban a leer atentamente el contenido de los productos, especialmente en lo tocante a todos los añadidos del tipo “E-”.
Por ejemplo, el E-102, o tartracina, más conocido como la piedra angular con la que aderezan todo tipo de dulces, bombones, caramelos, bizcochos, mermeladas, helados, yogures, puede provocar ataques de asma y pérdida de visión.
Todos esos innumerables E-: espesantes, emulsionantes, edulcorantes, aromatizantes, colorantes, conservantes son, en mayor o menor medida, perjudiciales para la salud. Los expertos aseguran que un colorido exagerado de los productos, un olor penetrante o largos periodos de caducidad son señales de peligro. Toda esa química invadió nuestros aparadores con el comienzo de las reformas liberales, creando una ilusión de abundancia de alimentos, que no existía en la URSS.
Los koljosianos soviéticos vendían directamente sus deliciosos y sanísimos productos al consumidor.
Y sin embargo la Unión Soviética era uno de los líderes mundiales en producción de embutidos. El control de calidad era especialmente exigente en los años 60 y 70.
Por ejemplo la composición de la popular entonces mortadela “Dóktorskaya”, que recibiera su nombre, por sus cualidades dietéticas, de acuerdo con el “GOST” (estándar estatal) de 1974 era la siguiente: 23% de carne de vacuno de primera calidad, 70% de carne de cerdo, 3% de huevos, 2% de elche de vaca y 2% de harina. En el resto de embutidos tampoco se añadían ingredientes que no fuesen naturales. La gran calidad y el bajo precio, hicieron que esos productos cárnicos pronto pasaran a ser deficitarios.
Esas elevadas exigencias de calidad para esos productos fueron establecidas ya en abril de 1936, cuando el ministro de Industria alimentaria, Anastás Mikoyán, decretó el comienzo de la producción de embutidos como la mortadela “Dóktorskaya”, “Liubítelskaya”, “Chainaya”, “Teliachaya”, “Krakóvskaya”, las salchichas “Molochnie”, o los embutidos “Ojótnichie”. Eran especialmente estrictos con el control de calidad de la “Dóktorskaya”, hecha a base de productos seleccionados, pensada para gente, cuya salud se hubiese visto mermada “como resultado de la guerra civil y el despotismo zarista”.
Mikoyán, consiguió convencer a Stalin, de que la puesta en marcha de la industria alimentaria soviética debía ser incluida en el proceso general de industrialización: En unos pocos años, estaban en funcionamiento 178 fábricas panificadoras, 17 grandes combinados cárnicos, 33 fábricas de productos lácteos, 22 plantas de té, 8 fábricas especializadas en carne de cerdo, 10 azucareras, 41 fábricas conserveras, 9 de chocolates y dulces y muchas otras.
La tarea que se fijaban no era solo alimentar a la población de las ciudades en rápido crecimiento, sino garantizar que la alimentación fuese de calidad. Para ello, el Instituto de investigación de los alimentos, dependiente del Ministerio de salud de la RSFSR, se transformó en el Instituto Nacional de la alimentación del Ministerio de salud de la URSS. A O.P. Molchánova, destacada científica de dicha institución, se le encomienda la tarea de investigar la fisiología de la alimentación, especialmente de la digestión y se le encarga redactar el libro “Sobre la comida sabrosa y sana”, cuya primera edición data de 1939.
Tras 1945, la industria alimentaria terminó de recuperarse hacia comienzos de los 70. Para ese entonces, la calidad de vida en los koljoses había mejorado ostensiblemente.
Contrariamente al estereotipo que se tiene actualmente, en las ciudades soviéticas no se pasaba hambre.
“Sí, había que apuntarse a la cola para conseguir embutido-recuerda la jubilada Liudmila E. Stepanova de Novocherkass-, salía a trabajar a las 8 menos veinte, y siempre apuntaba mi apellido en la lista, que estaba en la repisa de la tienda de ultramarinos. Por las tardes, como a eso de las cinco y media, traían el embutido y nos tocaba un kilo por persona. Nunca me volvía sin compra. La fila iba rápida. Había tres personas atendiendo. Una cobraba, otra cortaba y pesaba y la tercera lo envolvía. Hasta las seis de la tarde muchos de los que no se habían apuntado, podían conseguir embutido. Por regla, el responsable de la tienda, calculaba en función de la lista y si hacía falta pedía un poco más”.
En general en los aparadores de las tiendas soviéticas era fácil encontrar suficiente mantequilla y leche. Había pescado fresco en abundancia, que lo repartían en camiones. El aceite de girasol, la “smetana” o el requesón lo vendían en los mercados, donde siempre se podía conseguir carne.
En las familias había tradición de cocinar. Las patatas y los huevos se freían en mantequilla, el pescado en aceite de girasol, la ternera se cocía, y el cerdo se hacía estofado. Como acompañamiento para el embutido fresco se preparaba arroz o pasta. Era muy habitual preparar conservas caseras de pepinos, tomates o zumo de tomate, en cuya elaboración participaban todos los componentes del hogar.
Los problemas de abastecimiento empezaron únicamente tras la llegada al poder de Gorbachov.
Y a pesar de todo, si en los tiempos soviéticos había falta de embutido, ahora a pesar de su aparente abundancia, éste simplemente no existe. Los productos que han abarrotado los aparadores de las tiendas, encajarían en la categoría de sucedáneos. El control que marcaba el “GOST” se ha visto sustituido por una justificación técnica que obedece enteramente a las reglas del mercado (por cierto que en Bielorrusia el GOST se ha mantenido, lo que explica que el embutido bielorruso “vuele” de las tiendas rusas). En muchos embutidos de los que se elaboran actualmente, el contenido en carne no supera el 40%, el resto son emulsiones de piel, grasas, sémolas, almidón de patata y maíz, harina, arroz, avena, cebada perlada, margarina, aceite de girasol, etc.
Si en la URSS se hubiera elaborado el embutido siguiendo esa receta, hubieran correspondido 120 kg. por persona y año (en los 80 era de 40Kg.), y no hubiera habido nunca ningún tipo de déficit.
Pero también está la otra cara de la moneda: el aumento del número de enfermedades oncológicas. Sirva el siguiente dato: si en 1998 se registraron en Rusia 440.721 nuevos casos de afecciones oncológicas, en el año que termina han sido 2.8 millones de personas. La dinámica es aterradora y los médicos pronostican que va a empeorar.
A diferencia de los actuales gobernantes, los líderes soviéticos asumían la pérdida del 30% de la producción agraria, a fin de impedir una alimentación defectuosa, de baja calidad. Esa es la diferencia entre alguien que se preocupa por su país, y los ultraliberales. Es la misma diferencia que entre el embutido de los tiempos de Mikoyán y las salchichas actuales, que no todo perro comería.
Extraído de:http://svpressa.ru/society/article/80025/
2 Comments:
La calidad es un conceto sempre fácil de manipoular para la prensa "livre".Ni puede significar una supuesta abundancia lograda a custa de la muerte de miliones de personas esclavizadas por el capital ni de la tortura sádica de los animales para hacer experiencias, ni puede significar uan supuesta calidad por conta de lo sabor, cuando esse supesto bueno sabor, es lograda por químicos de toda la casta, que te hacen ficar com cancer en 20 anos, cuanod nuestros avuelos comian pollo, eres pollo de fato e no como ahora adonde sabe Diós lo que comemos cuando vamos a un supermercado e nos venden cavlo por vaca(e com surte de ser de fato carne)porque muchas veces, ni carne es, de un polo, si 40% for pollo ya va com surte, llenos de químicos para ser mas baratos, conservar mas e saber mejor, cuando nuetsros avuelos tenian una gastronomia típica, muy saborosa, natural, adonde las cosas crescian com tiempo, de forma natural e eran saborosas, hoy la comida es artificial e llena de químicos, la mentira falciosa de abundancia capitalista es una mentira, parte de una guerra scicologica contra el marxismo, se el mercado es tan bueno, porque no consegue produzir produtos buenos, saborosos,e no essa mierda de un jamon adonde 70% son químicos que se apraentan com carne, solo por ser mas barato, rápido e conservar mejor, pero despues venden isso como la prova de abundancia, isso no passa de mentira, se comemos jamom, deve ser jamom, la URSS tenia menos comida en inicio porque ni adoptó esse modelo criminal(una contradicion total a sus valores e princípios, no no venderemos por quesos e jamon)ni la URSS dejava de intentar criar en futuro(pero Gorby no dejó)un modelo crescente de abundancia e diversidade dentro de una logica distinta del capital, com verdadeira comida, para isso teria que tener acesso a los otros países de mundo que estavan negados a URSS, pero com tiempo, com la marcha triunfal del socialismo, isso llegaria.Teriamos azafron de India, café de Brasil, papaias de Africa en la mesa de un soviético e vodka e blinis rusos en Brasil, etc, produzidos no por monsantos e mierda desse género, no assente en producion esclavagista(assi es fácil produzir mucho) pero de una forma e com una eica que jamas el Ociddente mostro llograr.No era isso para que deveríamos tener caminhado e no la catastroika de Gorby?
Saudaciones
Tres anécdotas.
Recuerdo una visita de soviéticos a mediados de los 80 en España. La traductora me dijo en la comida que los soviéticos comentaban que la comida no tenía sabor auténtico y era como muy "ligera" al paladar. Fue en un restaurante de categoría media.
Siempre dije que no me gustaba el cava o champagne hasta que probé el soviético, al igual que unas galletas únicas que jamás he vuelto probar en el mundo entero.
Por último, hace poco en España un rumano me recordó algo que a veces olvidamos y fue que en España lo único que tiene sabor son las aceitunas(fruto del olivo).
Es increíble que tengamos que hacer una revolución socialista para desgustar auténtica comida!
Fernando Quevedo
KFA Spain
Publicar un comentario
<< Home