El desafío de Shanghai
Rebelión
La amenaza de un mundo dirigido por una única superpotencia, Estados Unidos de América, está empezando a desaparecer, como si al mundo bipolar de la guerra fría hubiera sucedido apenas un espejismo pasajero. Y desaparece no sólo por la evidencia de que Estados Unidos, aunque mantiene su poder militar global, se revela impotente para forzar al resto de las potencias mundiales a la sumisión, la dependencia o la aceptación resignada del predominio norteamericano en el planeta, sino porque la evolución de las grandes disputas internacionales no está siguiendo el patrón diseñado en Washington. La invasión de Afganistán e Iraq y la existencia de guerras abiertas y de una notable resistencia en esos países son, así, la prueba de la debilidad y no de la fuerza de ese poder global e incontestado que pretendía ser Estados Unidos. También lo son las dudas del gobierno Bush acerca de los pasos a dar en su programado acoso a Irán y Corea del Norte, por no hablar de los crecientes problemas que enfrenta en América Latina. Sin embargo, si esa perspectiva anuncia una organización más justa de las relaciones internacionales, el tránsito a un mundo nuevo, con un nuevo esquema de potencias mundiales, traerá peligrosos conflictos políticos y, probablemente, nuevas guerras.
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Etiquetas: China: ¿Desarrollo socialista?
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