Nuestra lucha no se trata de una mera elección estrecha entre opciones electorales dentro del actual régimen, sino de apostar por formas de organización económica y espiritual, cualitativamente superiores a la civilización burguesa, donde se garantiza la emancipación del proletariado y la democracia real. Es la lucha popular por la conquista de la civilización socialista, partiendo del estudio científico de las bases materiales que lo posibilitan y con el objetivo último del comunismo.

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18 de diciembre de 2005

El socialismo debe retomar la ofensiva


12.11.2005

Miguel Urbano Rodrigues

Al releer el capitulo XVIII de Mas Alla del Capital, de Istvan Meszaros, sentí la necesidad de escribir unas páginas para condensar la reflexión suscitada por el trabajo del filosofo marxista húngaro. El camino de la historia confirió una gran actualidad al ensayo del autor de El Poder de la Ideologia, redactado hace más de una década.

Meszaros nos recuerda que la llamada “crisis del marxismo” llevo a muchos intelectuales progresistas a adoptar una posición defensiva precisamente en una época crucial en que deberían empeñarse en una ofensiva socialista. Lenin creía que la Revolución de Octubre, en Rusia, seria el detonador de “turbulentas revueltas políticas y económicas” en Europa y fuera de ella. El desenlace de la guerra mundial no confirmo esa esperanza. El capitalismo sobrevivió. Después del fracaso de la revolución en Alemania y la derrota del Ejército Rojo a las puertas de Varsovia, el dirigente bolchevique concluyo que era imprescindible defender la revolución rusa del cerco imperial, costase lo que costase. Más la imposibilidad en plazo previsible de la revolución mundial exigió una dramática revisión estratégica.

El proyecto socialista que fuera concebido para la ofensiva, se vio forzado a una defensiva.
Meszaros analiza la contradicción entre el pensamiento de Lenin y el de Stalin sobre esa polémica cuestión. El primero, en ausencia de la revolución mundial, concebía la lucha a librar como “una operación para sustentar una posición”, operación que, después de desenvolvimientos futuros favorables en el plano mundial permitiría retomar la ofensiva; Stalin “convertía la desgracia en virtud” convicto de que la victoria socialista de Octubre abría por si sola las puertas a una futura etapa superior del comunismo.
El reflujo después de Versalles, del movimiento revolucionario mundial torno inevitable la permanencia de una estrategia defensiva.
Las esperanzas de los que esperaban grandes convulsiones sociales como resultado de la crisis de 1929-33 fueron disipadas por el rumbo de la historia. El mundo del capital sobrevivió sin dificultad al temporal iniciado con el crash de la Bolsa de Nueva York. La crisis no era estructural. La propia opción por el fascismo en la Alemania de Weimar se inserta en una crisis cíclica, interna, del capitalismo.

En el contexto defensivo, los órganos de combate socialistas que actuaban, en el ámbito de instituciones de fachada democrática, podían ganar luchas secundarias, a través de reformas impuestas por la lucha de masas, pero no vencer en la guerra contra el capital. La correlación de fuerzas no lo permitía.
Meszaros recuerda que los dos pilares de la clase trabajadora en occidente –los partidos y los sindicatos- se encontraban unidos a un tercer miembro del montaje institucional general, el Parlamento, “mediante el cual se establece el circulo sociedad civil/estado político y se convierte en ese ‘circulo mágico’ paralizante al cual no se puede escapar”.

Los acontecimientos que precedieron a la segunda guerra mundial confirmaron que es una ilusión romántica considerar a los sindicatos, aisladamente, como algo perteneciente exclusivamente a la sociedad civil, susceptible de ser utilizado contra el estado para una transformación socialista profunda. Seria necesario mucho más que el derrumbamiento, en el estado burgués, del Parlamento para que se produjera una ruptura rumbo al socialismo.
En su ensayo Meszaros dedica una atención especial al Parlamento.
Hasta hoy –escribe- “no existe ninguna teoría socialista satisfactoria que diga lo que se hace con el después de la conquista del poder”.

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