Declaración Oficial del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia
Rusia ha reconocido la independencia de Osetia del Sur y Abjasia comprendiendo su responsabilidad por garantizar la supervivencia de sus pueblos hermanos de cara a la política agresiva y chovinista de Tbilisi.
Esta política se basa en la consigna de Zviadi Gamsajurdia proclamada en 1989 “Georgia para los georgianos” que él intentó realizar en 1992 habiendo anulado las autonomías en el territorio georgiano y habiendo emprendido el ataque a Sujumi y Tsjinvali a fin de afirmar con fuerza la ilegalidad administrada. Ya en aquel entonces en Osetia del Sur tuvo lugar el genocidio. Se exterminaba y se desterraba a los osetos. Gracias a las acciones abnegadas de los pueblos que se sublevaron contra el agresor y a los esfuerzos de Rusia se consiguió poner fin al derramamiento de la sangre, concluir los convenios del cese del fuego y crear los mecanismos del mantenimiento de la paz y el examen de todos los aspectos del arreglo.
En 1992 en Osetia del Sur y en 1994 en Abjasia fueron creadas las fuerzas pacificadoras y formadas las estructuras para la asistencia, con la mediación de Rusia, a la consolidación de la confianza y la solución de los problemas de la restauración social y económica y de los problemas del status político. Esas acciones fueron apoyadas por la ONU y la OSCE que se incorporaron al trabajo de los mecanismos correspondientes y enviaron a sus observadores a las zonas de los conflictos.
Los mecanismos pacificadores y negociadores funcionaban, si bien con dificultades, ayudando a aproximar las posiciones y conseguir acuerdos concretos.
No obstante, las perspectivas que se abrían realmente fueron tachadas después de que a finales de 2003 en Georgia Mijaíl Saakashvili ascendió al poder con métodos “revolucionarios” y de inmediato comenzó a amenazar con la solución armada de los problemas suroseto y abjasio.
Ya en mayo de 2004 subdivisiones especiales y de las fuerzas internas del Ministerio del Interior de Georgia entraron a Osetia del Sur, y en agosto Tsjinvali fue cañoneada y se intentó tomar la ciudad. Con la mediación activa de Rusia el Primer Ministro de Georgia Zurab Zhvania y el dirigente de Osetia del Sur Eduard Kokoiti firmaron el protocolo del cese del fuego, y en noviembre de 2004 el documento de las vías de la normalización de las relaciones por etapas.
Tras la muerte enigmática de Zurab Zhvania, estadista juicioso, en febrero de 2005, Mijaíl Saakashvili renunció categóricamente a todos acuerdos.
Ello se refería asimismo a su actitud hacia el arreglo en Abjasia que se basaba en el Convenio del Cese del Fuego y la Separación de las Fuerzas firmado en Moscú el 14 de mayo de 1994. De conformidad con este Convenio en la zona del conflicto georgiano-abjasio fueron emplazadas las Fuerzas Colectivas para el Mantenimiento de la Paz. Asimismo fue instituida la Oficina de la ONU para el Seguimiento en Georgia y fue formado el Grupo de Amigos del Secretario General de la ONU para Georgia.
Tras introducir en 2006 el contingente militar georgiano en el desfiladero de Kodori Superior, violando todos los acuerdos y resoluciones de la ONU, Mijaíl Saakashvili hizo frustrar el progreso en el proceso de arreglo que se vislumbraba en el marco de esos mecanismos, incluida la realización de los acuerdos de Vladímir Putin y Eduard Shevardnadze concertados en marzo de 2003 sobre el trabajo conjunto para el regreso de los refugiados y la apertura de la comunicación ferroviaria Sochi–Tbilisi.
Mijaíl Saakashvili, menospreciando abiertamente los compromisos de Georgia y los acuerdos en el marco de la ONU y la OSCE, instituyó las estructuras administrativas títeres para Abjasia y Osetia del Sur con el fin de enterrar definitivamente el proceso de negociaciones.
Los años del gobierno de Mijaíl Saakashvili fueron marcados por su incapacidad absoluta de convenir, por las provocaciones y simulaciones infinitas en las zonas de los conflictos, los ataques a los pacificadores rusos y por una actitud despectiva hacia los dirigentes de Abjasia y
Osetia del Sur elegidos democráticamente.
Desde que a comienzos de los años 90 debido a actuación de Tbilisi surgieran los conflictos abjasio y suroseto Rusia hacía todo lo posible para contribuir a su arreglo partiendo del reconocimiento de la integridad territorial de Georgia. Rusia ocupó esta posición a pesar de que al proclamarse la independencia de Georgia fue violado el derecho de Abjasia y Osetia del Sur a autodeterminació n. De conformidad con la Ley de la URSS “Del procedimiento de la solución de los problemas relacionados con el abandono de la URSS por una República Federada”, las autonomías dentro de las repúblicas federadas poseían el derecho a resolver independientemente los problemas de su pertenencia a la Unión y de su status legal en el caso del abandono de la URSS por esa república. Georgia impidió a que Abjasia y Osetia del Sur gozaran de este derecho.
Sin embargo, Rusia se atenía consecuentemente a su línea, cumplía de buena fe con sus funciones pacificadoras y mediadoras, procuraba contribuir a los acuerdos de la paz y manifestaba continencia y paciencia de cara a las provocaciones. Tampoco abandonamos nuestra posición tras la proclamación unilateral de la independencia de Kosovo.
Mijaíl Saakashvili puso cruz y raya en la integridad territorial de Georgia agrediendo a Osetia del Sur por la madrugada del 8 de agosto de 2008, lo cual causó numerosas víctimas humanas, incluso entre los pacificadores y otros ciudadanos de Rusia, y preparando un acto análogo
contra Abjasia. Mijaíl Saakashvili, siempre haciendo uso de la fuerza militar burda contra los pueblos a los cuales, tal y como decía, quería ver dentro de su Estado, no les dejó otra opción salvo la lucha por su seguridad y el derecho a existencia a través de la autodeterminació n en
calidad de Estados independientes.
Es dudoso que Mijaíl Saakashvili no entendiera las consecuencias para el Estado georgiano del intento de resolver por fuerza los problemas suroseto y abjasio. Ya en febrero de 2006 declaró en una entrevista: “Yo no ordenaré realizar una operación militar. No quiero que las personas mueran porque la sangre en el Cáucaso ni siquiera es para decenios, es para siglos”. Así que sabía lo que emprendía.
No podemos dejar de mencionar el papel que han desempañado los que consentían todos esos años el régimen militarista de Mijaíl Saakashvili, le suministraban los armamentos ofensivos violando las reglas de la OSCE y la Unión Europea, lo disuadían de comprometerse a no hacer uso de la fuerza y creaban en él el complejo de impunidad, incluso con respecto a sus acciones autoritarias para aplastar la disidencia dentro de Georgia.
Sabemos que en etapas determinadas los auspiciadotes externos trataban de imposibilitar que Mijaíl Saakashvili realizara sus aventuras bélicas insensatas, pero patentemente escapó el control. Es alarmante que no todos han podido sacar las conclusiones objetivas a raíz de la tragedia. Las esperanzas que se vislumbraron de realizar la iniciativa conjunta de los Presidentes de Rusia y Francia del 12 de agosto de 2008 pronto han desaparecido cuando Tbilisi, en rigor, rechazó esta iniciativa, y los defensores de Mijaíl Saakashvili anduvieron tras su hilo. Más aún, en EE.UU. y en algunas capitales europeas a Mijaíl Saakashvili le prometen prestar protección de parte de la OTAN, llaman a rearmar el régimen de Tbilisi y ya comienzan a suministrarle armas. Es una invitación directa a las nuevas aventuras.
Teniendo en cuenta el llamamiento de los pueblos suroseto y abjasio, los Parlamentos y Presidentes de las dos Repúblicas, la opinión del pueblo de Rusia y la postura de ambas Cámaras de la Asamblea Federal, el Presidente de la Federación de Rusia decidió reconocer la independencia de Osetia del Sur y Abjasia y concluir con ellas los tratados de la amistad, la cooperación y la ayuda mutua.
La parte rusa, al tomar esta decisión, se apoyaba en las disposiciones de la Carta de la ONU, el Acta Final de Helsinki y otros instrumentos básicos internacionales, incluida la Declaración de 1970 de los Principios del Derecho Internacional Referentes a las Relaciones Amistosas entre los
Estados. Es necesario subrayar que de conformidad con dicha Declaración cada Estado debe abstenerse de las acciones violentas que privan a los pueblos de su derecho a autodeterminació n, la libertad y la independencia, respetar en sus acciones el principio de la igualdad de derechos y la autodeterminació n de los pueblos y tener el Gobierno que represente a todo el pueblo que habita dicho territorio. No cabe duda de que el régimen de Mijaíl Saakashvili no corresponde de ninguna manera a esas normas altas establecidas por la comunidad mundial.
Rusia que alimenta los sentimientos sinceros de la amistad y la simpatía hacia el pueblo georgiano está segura de que tarde o temprano el pueblo georgiano hallará a dirigentes dignos que podrán cuidarse verdaderamente de su país y fomentar las relaciones mutuamente respetuosos, equitativos y de buena vecindad con todos los pueblos del Cáucaso. Rusia estará dispuesta a contribuir a ello con todos los medios.
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