Sacerdote Camilo Torres
"Donde cayó Camilo nació una cruz,
pero no de madera sino de luz.
Lo mataron cuando iba por su fusil,
Camilo Torres muere para vivir"
Cruz de luz - Víctor Jara
"Sabemos que el hambre es mortal" decía el cura Camilo Torres. Y si lo sabemos, decía, ¿tiene sentido perder el tiempo discutiendo si es inmortal el alma? Camilo creía en el cristianismo como práctica del amor al prójimo y quería que ese amor fuera eficaz. Tenía la obsesión del amor eficaz. Esa obsesión lo alzó en armas y por ella ha caído, en un desconocido rincón de Colombia, peleando en las guerrillas."
Eduardo Galeano
Por Edgar Camilo Rueda Navarro.
Se graduó como bachiller en el Liceo Cervantes en 1946. Luego de estudiar un semestre de derecho en la Universidad Nacional de Colombia, ingresó al Seminario Conciliar de Bogotá, donde permaneció siete años, tiempo durante el cual Camilo se comenzó a interesar por la realidad social, creando un círculo de estudios sociales, junto con su compañero Gustavo Pérez. Como cristiano, se sintió atraído por el tema de la pobreza y la justicia social.
Camilo se ordenó como sacerdote en 1954, y luego viajó a Bélgica a estudiar sociología en la Universidad de Lovaina. Durante su estadía en Europa, hizo contacto con la Democracia Cristiana , el movimiento sindical cristiano, y con los grupos de resistencia argelina en París, factores que lo llevaron a acercarse a la causa de los oprimidos. Fundó con un grupo de estudiantes colombianos de la universidad el ECISE (Equipo colombiano de investigación socioeconómica)
En 1961 empezó a tener problemas con el cardenal Concha Córdoba, quien no veía con buenos ojos las labores de Camilo. La situación fue tornándose espinosa, hasta que el prelado lo destituyó de su cargo de capellán, de los trabajos académicos y de las funciones administrativas que tenía en la Universidad Nacional.
Colaboró con la investigación dirigida por Germán Guzmán, publicada como "La violencia en Colombia" (1962, segundo tomo 1964). En 1963 presentó el ensayo "La violencia y los cambios socioculturales en las áreas rurales colombianas"
Luego del hostigamiento y la persecución estatal, se vinculó en noviembre al ELN, y lanzó la "Proclama a los colombianos"
Camilo formó parte de una iglesia contestataria internacional que se desarrolla en la década de 1960, convirtiéndose en una de sus figuras principales. El cristianismo bien entendido suponía, para Camilo, la creación de una sociedad justa e igualitaria. Esto lo tradujo como la obligación de hacer una profunda revolución, que despojara del poder a los ricos y explotadores (la oligarquía), para darle paso a una sociedad socialista.
Los principales planteamientos de Camilo Torres pueden sintetizarse en las siguientes ideas en torno a la situación nacional: para transformar el país y lograr el bienestar de la clase popular es necesario liberar al país del imperialismo norteamericano y de la oligarquía que sirve a sus intereses; es necesaria la fusión, la movilización y la vinculación de los sectores pobres de la población a la lucha por la construcción de un nuevo Estado. Por esto, debe generarse la unidad del movimiento revolucionario y opositor, aglutinando a las masas oprimidas del país; debe tenerse la convicción de llevar la lucha hasta el final afrontando todas las consecuencias; y por último, los cristianos no solamente tienen la posibilidad de participar en la revolución, sino que tienen la obligación de hacerlo ("el deber de todo cristiano es ser revolucionario, y el deber de todo revolucionario es hacer la revolución").
Otro elemento fundamental en el pensamiento de Camilo lo constituyó su esfuerzo por conciliar el cristianismo con el marxismo, impulsando un nuevo tipo de sociedad de carácter socialista y cristiano, basado en la justa distribución de la riqueza. "Los marxistas luchan por la nueva sociedad, y nosotros, los cristianos, deberíamos estar luchando a su lado".
Todo este proceso debe ser desarrollado, como lo plantea Camilo, a partir de la acción popular, combinando la actividad política con la militar, y llevando a cabo labores políticas y organizativas a partir de las bases, es decir, en estrecha relación con el pueblo.
La formación del pensamiento político de Camilo estuvo marcada por varias etapas. En primer lugar, tuvo una formación cristiana católica, pero siempre estando vinculado a la realidad social, y a la situación de pobreza de la población colombiana. Posteriormente viajó a Europa donde se formó como sociólogo, pero también donde hizo contacto con el mundo socialista y el movimiento obrero.
A su regreso a Colombia, Camilo se planteó complementar sus esfuerzos por el bienestar de los pobres con la actividad científica e investigativa, a partir de sus conocimientos de sociología. En este sentido, desarrolló proyectos de acción social y comunitaria, en los que puso el saber sociológico al servicio de los sectores pobres.
Igualmente, el ejemplo de Camilo fue retomado por sacerdotes comprometidos que se vincularon a la lucha armada, como los casos de los españoles Domingo Laín y Manuel Pérez, que morirían combatiendo con el ELN. (Pérez llegó a ser comandante político de la organización, hasta que murió por una enfermedad en 1998).
Hoy en día, su ejemplo se mantiene en la lucha revolucionaria que mantiene el Ejército de Liberación Nacional desde hace 42 años, y su pensamiento perdura en estudiantes, obreros y campesinos de toda Colombia y América Latina.
Con el más profundo respeto por sus obras, nos dirigimos desde este artículo a presentar una breve mirada de sus vidas, no sólo para explicarlas desde el compromiso de liberación o muerte que ambos desarrollaron con la razón y el corazón; sino para tratar de explicar las coordenadas históricas del pasado, con la comprensión del proceso revolucionario actual que se desarrolla en Colombia y en nuestra América.
A los elenos nos viene una cercana herencia con el camilismo y la teoría y acción de nuestro Manuel. Para rescatar la totalidad del significado que para nosotros representa la dimensión humanista, cristiana, científica, ética, política y social de Camilo y Manuel, es preciso estudiarlos y entenderlos como un todo dentro del contexto histórico en que actuaron.
La coherencia de sus vidas se iluminan y sostienen mutuamente. Camilo como símbolo y líder que abrió el camino teológico y revolucionario para una nueva generación de luchadores latinoamericanos, a pesar de su prematura muerte, y Manuel como jefe indiscutible de un período político, a consideración propia, el más rico y profundo en toda la historia del ELN. Camilo y Manuel fueron testigos de su tiempo, dirigentes nacionales y universales, de esos que superan los impactos del coyunturalismo y se erigen en visionarios de la historia y del futuro.
Ellos en su peregrinación revolucionaria nos llenaron de fuerza y razones para entender el camino revolucionario y hacerlo posible. Ambos aprendieron de la realidad, idearon y construyeron proyectos, acertaron en muchos y se equivocaron en otros, lucharon con tenacidad impresionante contra los eternos poseedores de la verdad, supieron analizar situaciones con gran lucidez, resistieron a numerosos ataques desde todos los flancos, desde la derecha recalcitrante, hasta la izquierda perfumada que nunca comprendió el camino armado que les tocó emprender para defender su propuesta política y teológica, lograron muchos de sus objetivos, evolucionaron con el tiempo en sus pensamientos y en muchas ocasiones se adelantaron a él, por la claridad y lo acertado de sus mensajes. En su obra, tanto en Camilo como en Manuel encontramos una continua interacción entre reflexión y compromiso histórico, entre teoría y práctica.
El camilismo es un pensamiento que no solo se refiere a la práctica sino que es elaborado por alguien inserto en ella. Los mensajes camilistas iluminan una práctica política que sabe penetrar la conciencia social de los sectores a los que va dirigidos.
Camilo expresa la necesidad y la posibilidad histórica del 'diálogo y la colaboración entre marxistas y cristianos', pensamiento que en su desarrollo práctico crearía situaciones nuevas en el terreno de la Iglesia y el cristianismo en los ámbitos nacional y mundial.
Su compromiso político realza una obligada síntesis entre el investigador, el científico, el sacerdote, el revolucionario, no como una dicotomía, sino como el resultado de una visión múltiple y plural de la sociedad colombiana y de su dimensión profundamente humana y social.
Podríamos afirmar que después de Camilo, el mensaje liberador ha sido imposible domesticarlo a pesar de los esfuerzos y las mentiras de los poderosos burócratas de la Iglesia.
Su vinculación al Ejercito de Liberación Nacional ( ELN )
Estaba decidido. Asumió el compromiso revolucionario en las filas de las guerrillas del ELN y con su participación directa no sólo daba el primer paso a la larga incorporación de sacerdotes a la lucha armada, específicamente dentro del ELN.
Para muchos analistas la vinculación de Camilo al ELN obedeció a unas particularidades históricas concretas sin comparación en otros tiempos; para otros era el camino inexorable de la intelectualidad revolucionaria en América Latina en aquellos días de efervescencia y calor insurreccional; para muchos, particularmente de vertientes ajenas a la lucha armada, aquella decisión era el producto de la concepción foquista del ELN que alejaba a los dirigentes de masas de todo tipo de acción legal, para, a decir de ellos, rendirles culto al mesianismo y al guerrillerismo foquista. Para no pocos, Camilo se vinculó a la lucha armada por hechos casuísticos como las caídas de cartas y caletas que lo comprometían ante los militares de manera directa con el ELN.
Camilo se hizo guerrillero como sociólogo, porque como científico comprendió que no bastaba diagnosticar sobre los males que aquejan a las sociedades capitalistas en sus siempre presentes síntomas de insalubridad, hambre, miserias, injusticias, exclusión; sino que era necesario soluciones radicales y violentas que extirparan de raíz y para siempre todas estas ausencias juntas. Camilo concluyó que sin un cambio profundo de estructuras de Estado, resultaría imposible la verdadera justicia social.
Como sacerdote y cristiano, Camilo se hizo guerrillero por serle fiel a sus convicciones y creencias en cuanto a que 'el deber de todo cristiano es hacer la revolución'. Se comprometió hasta las últimas consecuencias, renunciando a las posibilidades sociales y económicas que su extracción de clase le permitía. Fue seguidor de Cristo y precursor de cientos de hombres y mujeres que al igual que él y en unión del evangelio se alzaron en armas contra los tiranos en la patria americana.
Como dirigente de masas, porque en sus afanes recorrió todos los espacios posibles rescatando los valores óptimos del pueblo; sudó con él, peleó con él, y se alzó y se unió a aquellas masas llenas de desamparo y de hambre física e intelectual. Luchó de cara al país, como suele decirse hoy, contra las oligarquías, los altos mandos militares, las jerarquías eclesiales, los partidos petrificados que ya sabemos, y esa izquierda caótica y criticista que encerrada en sus propios altares, hacía apología a sus propias desdichas. Cerrados J todos los caminos para la acción de masas, ¿cuál era el camino para un hombre como Camilo?, ¿El exilio?, Descartado para alguien de su temple. ¿La renuncia? No, porque éste es el camino de los cobardes, de los timoratos, de los amigos de las corbatas y las buenas chequeras; jamás será considerada siquiera como una opción para la gente digna, y dignidad le sobraba a Camilo.
Su ejemplo era sólo la lógica de su obra y la prolongación de su vida, asumiéndola y entendiéndola de manera integral, sin dicotomías ni falsos dilemas, y sin pretender separar de manera absurda al hombre, al científico, al colombiano, al dirigente popular, y menos separarlo de los momentos históricos en los que actuó y desarrolló su compromiso político, revolucionario y militante. Su desenlace ni fue dramático, ni fue el final. Es el camino elegido para quienes deciden luchar con la pluma, con el verbo, y con el valor de su ejemplo.
Por los caminos de Camilo
Desde el punto de vista estrictamente teórico cuando se habla de Iglesia, se habla de todos los bautizados, tanto con bautismo sacramental como con bautismo de deseo. Esto comprende una gran parte de la humanidad puesto que todos aquellos que están de buena fe se supone que tienen el bautismo de deseo. En este sentido, no creo que se pueda hablar de infiltración comunista en la Iglesia ya que, en Colombia, creo que un alto porcentaje de los comunistas son bautizados.
Si se habla de infiltración lo más lógico es suponer que hay miembros de la Iglesia que, diciéndose católicos, realmente son comunistas. Para averiguar si esto sucede no quedaría más remedio que establecer un tribunal como el antiguo tribunal de la Inquisición para que detectara a los infiltrados comunistas dentro de la Iglesia.
Sin embargo, en el lenguaje vulgar, cuando se habla de la Iglesia colombiana se habla de los obispos y sacerdotes y cuando se dice que hay infiltrados dentro de la Iglesia la opinión pública entiende que se trata de infiltrados dentro del clero. La investigación que podría esclarecer esta situación supone una labor inquisitorial que establezca dentro de la Iglesia el delito de opinión.
Puede ser que el Presidente no haya tenido esta intención al hacer su declaración, pero si ella se toma en serio los efectos no podrán ser diferentes.
¿Según su criterio a que se debe la frecuente información de cierta prensa sobre la existencia de sacerdotes comunistas?
Para poder entender los motivos que mueven a cierta prensa para informar sobre la existencia de sacerdotes comunistas, tendríamos que analizar el fenómeno del macartismo en general.
Toda clase dirigente tiene sistemas de defensa, algunos informales y otros formales. Cuando se trata de una clase dirigente impopular y minoritaria es necesario que ésta busque sistemas eficaces para descalificar ante la opinión pública a sus adversarios. La opinión pública se orienta más fácilmente con adjetivos que con disquisiciones filosóficas.
Para desacreditar un puente, basta con ponerle el epíteto de "podrido".
La clase dirigente colombiana ha considerado a la Iglesia y al Ejército como aliados incondicionales suyos, es natural que, cuando aparecen sacerdotes o militares inconformes, considere que su estructura interna comienza a resquebrajarse. Por lo tanto, sacerdotes y militares inconformes constituyen un elemento mucho más peligroso para el sistema que los mismos comunistas afiliados al partido. De ahí la necesidad para la clase dirigente de desacreditarlos ante la opinión pública, tildándoles de comunistas. La prensa, servidora de esta clase, no puede adoptar una política diferente.
¿El clero colombiano peca de comunista o de anti-comunista?
El clero colombiano ciertamente no peca de comunista. El comunismo tiene un sistema filosófico incompatible con el cristianismo, aunque en sus aspiraciones socioeconómicas la mayoría de sus postulados no riñen con la fe cristiana.
Para decir que peca de anticomunista, se necesitaría hacer una investigación sobre las pastorales, los escritos, los sermones de nuestros obispos y sacerdotes. Sin embargo, mi impresión personal es que el comunismo ha sido considerado como el principal mal de la cristiandad en nuestra época. Este es un enfoque poco teológico y poco científico.
Poco teológico, porque el principal mal de la cristiandad es la falta de amor, tanto dentro de ella misma como respecto de los no cristianos, incluyendo a los comunistas. Por la falta de un amor eficaz traducido a las estructuras temporales en una forma científica por parte de los cristianos ha surgido el comunismo como una solución con todos sus aciertos y sus errores.
Desde el punto de vista científico, la posición del cristiano no debe ser anti sino en favor del bien de la humanidad. Si este bien no se puede realizar sino cambiando las estructuras temporales sería pecaminoso que el cristiano se opusiera al cambio. Solamente la crítica discriminada y científica del comunismo, en vista a la realización de este bien, puede justificar no una posición anti-comunista sino una posición científica que implique rechazo de todo lo que sea anti-científico.
¿Según su juicio, la actitud del clero colombiano ante los problemas sociales requerirla una revisión?
En general, yo creo que la actitud del clero colombiano ante los problemas sociales sí requiere una revisión. Esta revisión se podría re. sumir así:
1. Preocupación por el bienestar de la humanidad más que por preservarla del comunismo.
2. Descartar la beneficencia ocasional y paternalista como forma habitual de acción.
3. Concentrar los esfuerzos en la formación de un laicado capaz de transformar las estructuras temporales desde su base atacando así el origen de los problemas sociales.
¿El clero colombiano tiene mentalidad capitalista?
Para poder juzgar de la mentalidad de un grupo social, se requeriría un análisis bastante profundo. Sin embargo, yo considero que el clero colombiano por lo menos en la impresión que deja ante la opinión pública aparece con una mentalidad más feudal que capitalista y, en el mejor de los casos, con una mentalidad netamente capitalista.
La mentalidad feudal se caracteriza fundamentalmente por el deseo de posesión, haciendo caso omiso del lucro, de la productividad y del servicio a la comunidad.
La mentalidad capitalista por el deseo del lucro, sin considerar el servicio a la comunidad.
Ante la opinión pública el clero colombiano aparece como un grupo con deseo de posesión. En las esferas jerárquicas más altas y principalmente en los sectores urbanos, creo yo que aparece como un grupo con deseo de lucro. La opinión pública colombiana me parece que no tiene conciencia de que la Iglesia gaste dinero en servicio de la comunidad.
¿El comunismo debe ser puesto fuera de la ley?
Desde el punto de vista teórico creo yo que la mejor arma para combatir las ideas son las ideas; la mejor arma para combatir los movimientos políticos es mostrar una mayor eficacia en el uso del poder. Por lo tanto, las disposiciones legales en contra de ideas o de movimientos políticos son, en mi concepto, una demostración de debilidad ante ellos.
Sin embargo, si en un país se considera de hecho los comunistas excluidos de los cargos públicos, del derecho a ser elegidos, se excluyen de las cátedras universitarias y en muchas ocasiones, pierden el derecho de estudiar y de trabajar, sería una posición menos hipócrita declararlos oficialmente fuera de la ley que conservar una legalidad aparente, puramente táctica para disfrazar ese estado de cosas con un ropaje democrático a fin de evitar que los adversarios capitalicen la mística que les daría la ilegalidad y el hecho de ser considerados como víctimas.
Etiquetas: Biografía Civilizadores Socialistas
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