Nuestra lucha no se trata de una mera elección estrecha entre opciones electorales dentro del actual régimen, sino de apostar por formas de organización económica y espiritual, cualitativamente superiores a la civilización burguesa, donde se garantiza la emancipación del proletariado y la democracia real. Es la lucha popular por la conquista de la civilización socialista, partiendo del estudio científico de las bases materiales que lo posibilitan y con el objetivo último del comunismo.

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27 de enero de 2008

Nepal: una nueva república en el Himalaya

Higinio Polo, escritor

El 28 de diciembre pasado, el Parlamento nepalí aprobaba una enmienda constitucional por la que Nepal pasaba a ser una república. La guerrilla comunista pasará a formar parte del Ejército.
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KATMANDÚ. Manifestación de apoyo al Partido Comunista Nepalí / Toni Arnau

En abril de 2006, tras grandes manifestaciones de protesta en Nepal (en las que la policía real asesinó a 25 personas, y donde confluyeron los comunistas y otros sectores políticos del país), el corrupto y sanguinario rey Gyanendra, que pugnaba por mantener el poder casi feudal de la monarquía, se vio forzado a restaurar el Parlamento, en un marco político en que la guerrilla comunista ya controlaba una parte del país. En 2001 y en 2004 se iniciaron negociaciones entre el Gobierno y la guerrilla que fracasaron ante la negativa del rey a que se celebraran elecciones para un parlamento constituyente. En octubre de 2005, la dirección del Partido Comunista Nepalí (M) decidió impulsar un acuerdo con otros partidos, como el Congreso y el PCN (UML), para conseguir la abolición de la monarquía.

Tablero nepalí

En 2006, una alianza de siete partidos formó un nuevo gobierno, sin los comunistas, con la intención de calmar la agitación popular, mientras Estados Unidos, Gran Bretaña y la India se mostraban contrarios a la anulación de los poderes del rey e intentaban reconducir una situación donde los comunistas emergían como la principal fuerza política. Estados Unidos intentó sabotear el proceso de paz y el acuerdo entre los partidos nepalíes para iniciar el cambio político: en ese momento, la diplomacia norteamericana aseguraba al rey que su papel continuaría siendo central cuando finalizaran las protestas, mientras sus servicios secretos intentaban fortalecer al Partido del Congreso, financiaban medios de comunicación afines e impulsaban campañas de desprestigio contra el Partido Comunista Nepalí (M), hasta el punto de organizar grupos paramilitares para asesinar a dirigentes comunistas. Estados Unidos no pudo conseguir sus objetivos: tras las movilizaciones populares y los acuerdos de los siete partidos con el PCN (M), Gyanendra, en la práctica, dejaba de ser el jefe del Ejército y renunciaba a las funciones de jefe de Estado. Los comunistas reclamaban además la liquidación de la monarquía y el inicio de un programa de reformas. Ese mismo año, la guerrilla y el Gobierno nepalí firmaban un acuerdo de alto el fuego, por el que los comunistas detenían la lucha guerrillera y se incorporaban al Parlamento y a un gobierno provisional mientras se abría un período de transición de seis meses hasta la elección de un nuevo parlamento constituyente. La guerrilla comunista (o maoísta, como la denomina la prensa occidental) confiaba en conseguir la proclamación de la república a corto plazo. Los comunistas, arraigados entre los sectores más pobres del Nepal, el campesinado y los trabajadores urbanos y entre las minorías étnicas, se habían fortalecido. Hace menos de un año, en febrero de 2007, el dirigente comunista Pushpa Kamal Dahal, conocido como Prachanda, se dirigía por primera vez públicamente a centenares de miles de personas congregadas en Katmandú, la capital del Nepal, para celebrar el inicio de la revuelta comunista contra la monarquía en 1996, y el inicio del proceso de paz, y para lanzar una advertencia sobre los intentos de detener el proceso electoral, las elecciones previstas para junio de 2007 que decidirán el futuro del país. La exhibición de fuerza del Partido Comunista era la prueba de los cambios que se han producido en Nepal.

El pasado agosto, el Gobierno provisional decidió nacionalizar los siete palacios reales y congelar las cuentas del rey. La convocatoria electoral ha sufrido retrasos por las diferencias entre los partidos sobre la ley electoral y la proclamación de la república, que los comunistas pretendían que se decidiese antes de las elecciones. Las diferencias llevaron incluso a la retirada, en septiembre, de los ministros comunistas del Gobierno. En diciembre, los comunistas regresaron al Gobierno provisional dirigido por Girija Prasad Koirala tras conseguir un compromiso sobre la creación de una república democrática y una mayor proporcionalidad en la elección de diputados: 240 serán elegidos directamente, y 335 más a través de las listas presentadas por los partidos políticos, junto a 26 nombrados por el Gobierno. Finalmente, el 28 de diciembre pasado, el Parlamento aprobó una enmienda constitucional por la que Nepal pasaba a ser una república, con el voto favorable de 270 de los 329 diputados (partidos favorables al rey Gyanendra, como el Rastriya Janashakti, rechazaron el acuerdo), que debe ser refrendado por el Parlamento que se elegirá en abril de 2008. La república es una gran conquista democrática, pero el Partido Comunista sabe que apenas se ha iniciado el camino para la construcción del socialismo.

El Ejército nepalí
El Ejército real, con casi 100.000 soldados, es la institución más preocupante para el futuro del país: la incorporación de los guerrilleros a un nuevo ejército nepalí es uno de los objetivos que aún deben desarrollarse. El pasado 14 de enero, en un mitin en Katmandú ante decenas de miles de personas, donde intervinieron Sher Bahadur Deuba, del Partido del Congreso; Madhav Kumar Nepal, dirigente del PCN (UMP) y Prachanda (que reclamó la liquidación de las estructuras feudales), estalló una bomba que hirió a cinco personas. Se hacía notar la mano de algunos sectores del Ejército real, dirigido por el general Rookmangud Katawal, y de los servicios secretos norteamericanos e indios, que, además, están estimulando rebeliones entre algunas minorías étnicas del país, para desestabilizar el proceso de paz.

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