Nuestra lucha no se trata de una mera elección estrecha entre opciones electorales dentro del actual régimen, sino de apostar por formas de organización económica y espiritual, cualitativamente superiores a la civilización burguesa, donde se garantiza la emancipación del proletariado y la democracia real. Es la lucha popular por la conquista de la civilización socialista, partiendo del estudio científico de las bases materiales que lo posibilitan y con el objetivo último del comunismo.

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18 de diciembre de 2006

Algunas lecciones de nuestras derrotas postsoviéticas


Opinión de un oficial soviético

Serguei Yermolin
http://www.comstol.ru/


Traducido del ruso para Rebelión por Josafat S. Comín

Los trabajadores no tienen más armas para la lucha contra el régimen, que un partido fuerte. El PCFR, con todos sus defectos, es ese partido. El propio partido necesita del apoyo de las amplias masas populares, que tanto echa en falta debido a la histeria desbocada y la propaganda calumniadora anticomunista de los últimos años. El objetivo del régimen es apartar al pueblo del partido, privarle del respaldo y apoyo de los trabajadores. Para ello, no escatima en medios. Pero lo principal aquí, es descalificar a los comunistas, dañar su autoridad, menoscabar el papel del partido y de la ideología comunista, para de este modo reforzar la influencia de la ideología burguesa. Algo que observamos constantemente y por todas partes.

Nuestra desgracia, la desgracia del PCFR, es que se ve sometido a furiosos ataques no solo desde el poder y sus sirvientes, sino también por parte de los adversarios del régimen por la izquierda y la derecha. En lugar de ayuda, todo tipo de invenciones y acusaciones sin base. Es hora de que entendamos que el PCFR no es el PCUS y no puede responder por todos los pecados de los traidores y chaqueteros, que vendieron al partido y el estado. La pregunta solo puede ser una: POR la Unión Soviética o CONTRA. Si la respuesta es POR, entonces uníos al partido, luchemos juntos, cambiad su política como lo consideréis oportuno, cambiad a sus dirigentes. El PCFR es la única fuerza real de oposición al régimen. Por desgracia no hay otras ni parece que las vaya a haber. Todos los demás movimientos, partidos y partiditos se han mostrado incapaces de organizar al pueblo para la resistencia. Pero parece que es solo el PCFR el culpable de todos los males: que si es así o que si es asá. Pues si ustedes no son ni así ni asá, demuestren de lo que son capaces, saquen millones de manifestantes a las calles, como ocurre en Europa cuando convocan los sindicatos o partidos. No, algo falla. El PCFR tampoco lo consigue. Es nuestra desgracia común, y debemos superarla juntos en lugar de alegrarse de nuestras desgracias, como hacen los más furibundos antisoviéticos y la prensa y televisión vendidas. En lugar de unirnos en torno al partido y luchar por el objetivo común de derrocar al régimen y restaurar nuestro gran estado, con nuestro aislamiento no hacemos más que reforzar al régimen.

El movimiento obrero y comunista siempre ha crecido y fortalecido en constante lucha con dos enemigos internos. Así era a comienzos del siglo pasado y lo mismo se repite ahora. Hablo del oportunismo y los revolucionarios pequeño-burgueses. El objetivo del régimen: eliminar al partido comunista de la vida política del país a cualquier precio.

1) Sin decidirse de momento a prohibir su actividad, los gobiernos se esfuerzan por modificar su esencia; en lugar de un partido de la revolución social, convertirlo en un partido de las reformas sociales con ayuda de los oportunistas que se encuentran en las filas el propio partido (ejemplos sobran).
2) Recurriendo al lógico descontento popular por la vida actual, reconducir esa insatisfacción y llevarla de los auténticos culpables y causas reales, hacia el partido, que tan mal y tan torpemente defiende a los trabajadores. Esto es algo que el régimen a menudo consigue.

De forma consciente o no, en esto le ayudan los revolucionarios pequeño-burgueses, descontentos con el gobierno, enfurecidos por los horrores del capitalismo, que diría Lenin.

Culpando al partido de colaboración con el régimen, de no ser lo bastante revolucionarios, no son capaces de evaluar la situación y la correlación de fuerzas en la escena política. De ahí ese convencimiento de que de no ser por el PCFR, haría tiempo que este gobierno de ladrones hubiera sido derrocado. Por desgracia la realidad no corrobora ese tipo de afirmaciones.

Los años de feroz propaganda anticomunista y antisoviética no han pasado en vano. El pueblo ha embrutecido, es presa fácil de los manipuladores políticos, y observa indiferente la destrucción del país.
15 años no han enseñado nada: completo caos en las cabezas, lo mismo que en algunas de los más críticos con el PCFR. Año tras año se repite lo mismo: rechazan al régimen actual, votan contra todos o no participan en las elecciones, no apoyan a las fuerzas opositoras comunistas porque el virus del anticomunismo y antisovietismo ya ha penetrado en sus conciencias. Saben lo que no quieren, pero no saben lo que quieren. Tiene un estereotipo parecido de los partidos o de la élite gobernante: tanto unos como otros son comunistas, solo que unos (PCFR) se sientan en la Duma, aferrados a sus poltronas (influencia de la propaganda) y los otros se han pasado a llamar demócratas para continuar en el poder, igual que lo estaban antes.
Debido a su falta de pensamiento político y a su estupidez, ese electorado no entiende que los gorbachovs, yeltsines, yakovlevs, putines y demás antisoviéticos no eran comunistas, sino miembros del partido, igual que Shtirlitz (1), solo que aplicado a nuestra sociedad soviética, y que no servían al partido. No podemos decir de Shtirlitz que fuese nazi, por mucho que perteneciese al partido.
¿Acaso es fácil para el PCFR hacer trabajo en tales condiciones de ausencia de auténticos medios de comunicación?

La caja tonta es hoy el principal organizador de la agitación y propaganda. Quien dirige la caja tonta, es quien dirige el desfile. Es algo evidente cuando observamos la composición de la Duma y analizamos los resultados electorales de todos los niveles.
El PCFR y sus representantes electos se encuentran en una situación ambigua. Cuando el gobierno adopta medidas antipopulares y leyes (los comunistas están en minoría y no pueden evitarlo), la gente con poca cultura política puede pensar que todos los que están en el poder son culpables, comunistas incluidos. Cuando son los comunistas los que consiguen arrancar algo positivo, se presenta como la preocupación del presidente por el bienestar del pueblo, y se ignora a los comunistas. El pueblo se traga esa píldora, se lo cree año tras año, y no vota con la cabeza, sino con el corazón a los delincuentes y ladrones. Estamos tan desorientados y desunidos que somos incapaces de conseguir si quiera una mayoría simple de los comunistas en la Duma, por no hablar de una mayoría constitucional. Y luego criticamos al PCFR que no defiende bien nuestros intereses. Apatía, indiferencia política, renuncia a la lucha política y a la defensa de nosotros mismos, de nuestros hijos (no digamos ya de nuestra patria), indolencia ante esta panda de rufianes del régimen de ocupación…Esta es la realidad de nuestros días.

¿No te gusta el PCFR? ¿No es lo bastante revolucionario? Ahí están el PCOR, PCR, “Trudovaya Rossia”… ¿Merece crítica la dirección del PCFR? Por supuesto. Solo que no hay que meter a todo el partido en el mismo saco. Eso no es correcto ni honrado para con los miembros del partido, que permanecieron fieles a los ideales comunistas en condiciones de la más furibunda propaganda anticomunista.
Tras el desmoronamiento del país y del PCUS se produjo una renuncia a la ideología comunista por una parte del pueblo, un abandono de la lucha política. Ziuganov cometió una serie de dudosas maniobras de carácter oportunista, flirteando con la clase media, sobre la reconciliación histórica, sobre el agotamiento del límite para la revolución etc, que lejos de atraer nuevos partidarios (el PCFR tiene una base permanente) hizo que algunos abandonaran el PCFR.
Pero no hay que mezclar a Ziuganov y el PCFR. No es lo correcto ni lo honrado.
Ante cada nueva cita electoral, aparecen nuevos salvadores, muy preocupados por la oposición, lanzando sucias insinuaciones sobre el PCFR, solo para denigrar, descalificar, sembrar dudas, arañar votos a los comunistas, para luego invitarlos a salir de la escena política, porque no hay renovación generacional y el partido es senil y caduco.
Obtenemos así un círculo cerrado: unos denigran al partido apartando de él a la gente joven, mientras otros les proponen retirarse de la contienda política, porque no hay gente joven que se afilie, y el partido está envejecido. ¿De dónde va a salir ese “aire fresco” si el electorado prefiere “Rusia Unida” o “Rusia Justa” o su pedazo de huerto (entregado por cierto por el poder soviético)?

La situación en la Duma es especialmente complicada para el PCFR. La Duma está claramente dividida en dos partes: una mayoría constitucional agresivamente anticomunista, que cumple intachablemente cualesquiera directrices del Kremlin, y una minoría comunista. En tales condiciones cualquier iniciativa del PCFR es bloqueada, como ha demostrado descaradamente con la adopción-violando todas las normas de la decencia- de las reformas constitucionales sobre la ley del “referéndum”. En estas condiciones, solo el apoyo multitudinario del pueblo en las calles de nuestras ciudades, podría impedir la aprobación de leyes antipopulares. Toda Italia salió a las calles cuando el gobierno sopesó la posibilidad de suprimir un artículo del Estatuto de los Trabajadores, sobre el despido del trabajador, únicamente con la aprobación del sindicato. Mientras que aquí se aprueba un estatuto laboral antipopular y no pasa nada, cero reacción; se aprueba una ley de tierras antipopular y nula reacción. Se adoptan otras leyes antipopulares sin que haya respuesta alguna. ¿Cuál es la conclusión? O el pueblo aprueba esas leyes o le son indiferentes. Por eso no creo que se consiga organizar acciones de protesta masivas en defensa de los derechos del pueblo. Esa es la realidad. Grandes dudas provoca la posibilidad de un resultado electoral exitoso. Uno ya ha visto tantas cosas, que son incapaces de ser explicadas con ayuda de la razón…Baste con recordar el referéndum sobre el cambio de nombre de Leningrado, sobre la adopción de la constitución de Yeltsin, sobre la confianza a Yeltsin (si-si-no-si), y la reelección de Yeltsin, después de todos sus crímenes, y la elección de un teniente coronel absolutamente desconocido…

La actual mayoría en la Duma en su mayor parte está formada por carreristas y hombres de negocios, que pondrán el sello en todo lo que les indique el Kremlin: entregar Kaliningrado, las islas Kuriles, el Cáucaso, prohibir la palabra “ruso”, Prohibir el PCFR y demás organizaciones comunistas y patrióticas. Lo que les manden. Solo las acciones de protesta masivas podrán cortarles el camino a esos que ordenan. Si, para eso se necesita una amplia coalición de izquierdas. En Cuba tras el derrocamiento de la dictadura de Batista, se crearon por todo el país Comités de Defensa de la Revolución, que agrupaban a las gentes más diversas, pero unidas en lo fundamental: defender el país, evitar la guerra civil y asegurar unos mínimos principios de justicia. ¿Es posible crear algo parecido en Rusia? No estoy seguro. Para eso todos tenemos que ser conscientes de ese objetivo común, y no zurrarnos entre nosotros para regocijo de la burguesía y sus lacayos.
Por supuesto la dirección del PCFR no puede permitirse dar pasos que le resten simpatizantes ni produzcan la alegría maliciosa de nuestros adversarios. Para nosotros fue un insulto la votación de los comunistas a favor de la bandera tricolor y el monstruo de dos cabezas. No bastaban las promesas de respetar la música de Alexandrov en el himno, ni la bandera roja en el ejército. “Cuando te cortan la cabeza, no lloras por perder el pelo”. Además cambiaron la letra del himno y el ejército hace tiempo que no es “rojo”. Tampoco se ve la bandera roja en el ejército: por donde vayas solo verás la tricolor, desde los despachos de los mandos, a la manera americana, hasta nuestros vehículos militares. En lo que atañe a las banderas rojas de combate, a medida que se reforman y se vuelven a reformar los departamentos y destacamentos, se sustituyen por otras multicolores. Solo queda una bandera roja, la bandera de la victoria. Permanecerá, mientras no muera el último de los veteranos y el electorado olvide que hubo una vez una guerra y alguien luchó contra otro, sin tener muy claro si fuimos atacados o atacamos nosotros. Hacia eso vamos.

Una vez que se ha hecho con el poder, la burguesía no se detendrá ante nada, cometerá los crímenes que hagan falta, mientras le permitan conservar el poder. No hay que hacerse ilusiones, de que con ayuda de referemdums y elecciones se puede resolver el problema del poder. ¿Entonces qué? ¿No hay que convocar referendums ni participar en elecciones? Ambos son necesarios para la educación y organización de las masas. Renunciar a ellos voluntariamente, significa condenarse al aislamiento político, entregar al elector a manos del régimen oligárquico y sus domésticos.

La burguesía no estableció su dominio en el 93 con la ayuda de los tanques. El domino ya lo había conseguido antes con la connivencia e indiferencia del pueblo y la traición de los órganos de seguridad. Y acabar con ese dominio de la burguesía solo es posible con la ayuda de los cañones. La desgracia es que no hay donde cogerlos. Reconozcámoslo honradamente y afrontemos la realidad mirando la verdad a los ojos. El PCFR no tiene influencia en el ejército. El ejército traicionó a nuestro pueblo y nuestro estado y su orientación es anticomunista. Por desgracia no estamos en 1917.La esperanza de que los trabajadores entiendan por fin lo que pasa, comprendan el carácter antipopular del régimen y se liberen de él, es problemática.

Para empezar, el régimen no esconde ese carácter antipopular, actúa abierta y descaradamente. Habría que ser imbécil para después de tantos años de saqueo y desbarajuste, no darse cuenta de la clase de gobierno que tenemos. En segundo lugar me pregunto de dónde va a salir esa clase trabajadora, capaz de derrocar el régimen. La clase trabajadora, representada por los mineros, se convirtió en ariete de la contrarrevolución y nada parece indicar que hayan recuperado el entendimiento y las luces. Recordarán los sucesos entorno a la papelera Vyborgsky, cuando el nuevo propietario (ya sabemos quienes son y como se convierten en propietarios) intentó con la ayuda de las tropas de élite y los juzgados apoderarse de la fábrica. Los obreros se amotinaron, hubo tiros, heridos. Defendieron la fábrica. Los comunistas fueron el único partido que les respaldó. Luego llegaron las elecciones a la Duma del 99 y los trabajadores, todos a una, fueron y votaron por “Unidad” (partido que más tarde se acabaría denominando “Rusia Unida”, actualmente mayoritario. N de T). Después, sin ruido ni alboroto, entregaron la fábrica al mismo propietario que la había intentado tomar al asalto.

También surgen dudas con ese pueblo trabajador que se siente representado por el PCFR. El PCFR mantiene una base permanente, dispuesta a apoyarle sea cuales sean las circunstancias: un 20% de los que participan en las elecciones, como viene demostrándose con envidiable constancia a lo largo de los últimos 10 años. No podemos incluir en ese pueblo que respalda al PCFR a los que prefieren quedarse en el huerto (recibido del poder soviético aunque algunos lo hayan olvidado) antes que ir a votar. Por triste que sea reconocerlo, ni el pueblo trabajador ni el PCFR tienen posibilidades reales de acabar con el régimen. Rechazar la lucha y actividad parlamentaria no sería razonable (El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo. Lenin).
La tarea del régimen pasa ahora por evitar que los comunistas obtengan representación parlamentaria, por privarles de esa tribuna, dividir al electorado comunista con la ayuda de diversos pseudos partidos postizos y movimientos encabezados por los Mironov, Rogozin de turno o las “Rusias Justas” (2) que quieran inventar. Sustituir, atraer a su bando, comprar a los más destacados figurantes del PCFR, es lo que intentan ante nuestras narices.

Sustituir, cambiar a los líderes, es lo que se oye por todos lados. ¿Por quién? Los líderes no se eligen ni se designan. Un auténtico líder se convierte en líder por si mismo. Según sea el partido, así será su líder. Según sea el pueblo, así será su líder. Según sea el pueblo, así será su partido. Los líderes aparecen cuando la sociedad ansía cambios y transformaciones, cuando surge la necesidad social de un héroe, un jefe, una persona que represente las esperanzas de esa sociedad.

¿Cuál es el fantasma que recorre Rusia? ¿El fantasma del capitalismo con rostro humano? ¿El fantasma de las relaciones de mercado? Más que fantasma yo diría un anticomunismo perfectamente asentado y aceptado por la sociedad. El regreso voluntario al pasado capitalista no requiere de fundadores, no fabrica héroes, ni resucita en la conciencia social a héroes y líderes del mundo repudiado por el país, sino que engendra y exige expoliadores, una élite política, financiera, intelectual y burocrática de la Rusia actual, que odia y maldice nuestro mundo, que salió reptando de los zapatos de Jruschiov y acabó en la sucia charca del calentamiento antiestalinista de Jruschiov donde procreó, igual que procrean y se multiplican los microbios tan peligrosos para la vida, en la atmósfera putrefacta de la descomposición. Los hijos de Rabat, los hijos del XX Congreso, los hijos de la Perestroika, la generación Pepsi, los hijos de Rosenthal. ¿Qué nos espera en el futuro? ¿Renacimiento o putrefacción, una ruptura o el olvido? ¿Quién puede responder a estas preguntas?

¿De dónde sacar a los líderes? El partido será fuerte en la medida en que tenga el apoyo de las masas. Con ese apoyo, surgen los nuevos líderes. Son las masas los que les aupan. Un apoyo masivo al partido significa un control del partido y sus líderes, significa un obstáculo para la renuncia de las posiciones de clase. Los líderes crecen con el apoyo masivo del pueblo, y el líder a su vez, con su energía y voluntad hace crecer ese respaldo popular. Es una relación de interdependencia. De momento tenemos lo que tenemos, y esto es una realidad objetiva. Los ataques a Ziuganov son en realidad ataques al PCFR, por mucho que se quiera disfrazar de buenas intenciones. Una postura típica del electorado ruso: no me gusta la jeta de Ziuganov, no voy a votar por el PCFR. No entiende el obtuso elector, que no debe votar por Ziuganov, sino elegir el sistema social, que representa el partido, imagen de la vida futura del país. Pero la desgracia de nuestra población es que no entiende la relación entre partidos y sistemas sociales, y en general no entiende que es eso de sistema social, y nuestra población vota por una u otra jeta, la que más le guste y especialmente si esa jeta promete parabienes de todo tipo, y antes de las elecciones paga la pensión -la única que verán hasta las siguientes elecciones- y el sueldo. Y así suma y sigue.

No defiendo a Ziuganov y veo perfectamente todos los defectos, traspiés y errores en el trabajo de la dirección del partido y del grupo parlamentario del PCFR en la Duma, pero excluyo categóricamente todos los intentos de culpar al partido y personalmente a Ziuganov de connivencia con el régimen actual. No es correcto ni justo. Simplemente no veo otra fuerza de oposición real en este momento. ¿Dónde están el resto de partidos comunistas, dónde esa izquierda en la que apoyarse? Al indignarnos por la inactividad de las organizaciones del partido, no queremos ni deseamos entender, que eso se explica simplemente por la debilidad de esas organizaciones, su escasa militancia y la edad de sus militantes, así como por la falta de medios. Esa es la desgracia para el partido. Solo hay que ver con que despliegue de medios realizan sus actos los partidos burgueses, especialmente “Rusia Unida”, ¿De dónde salen los dineros?
Por eso, seamos objetivos, si de verdad nos preocupa la situación de la izquierda. Atacar por atacar al PCFR, sin proponer una alternativa real, apta para la lucha, significa echar agua en el molino de los “yeltsinoides y putinoides”.
Como dijo Lenin: “Dadnos una organización de revolucionarios y cambiaremos el mundo”. ¿Pero de dónde sacarla o como hacerla? Decidme.

Después de todo lo sucedido con el país, el partido y la gente ya no hay lugar en mi alma para la decepción. Te decepcionas cuando confías en algo, pero cuando no queda lugar para la esperanza, tampoco lo hay para la decepción. Así que todas mis decepciones hace tiempo que las he dejado atrás. Ni siquiera el último garrapato de Alexander Projanov me ha decepcionado (3). La apostasía, convertirse en renegado, la traición, son el pan nuestro de cada día, una banalidad previsible, pero no algo inesperado, capaz de conmover el alma. Simplemente un Bruto más.

Sobre mi, diré que no soy un dogmático cerrado del PCFR, como puedan pensar “demócratas” y “patriotas”, así como los “rrrevolucionarios”. Ni siquiera soy ciudadano de Rusia, solo un ruso más de esos 25 millones de rusos que quedaron en las antiguas repúblicas de la URSS, abandonados a su suerte, y privados de patria gracias a la banda de Gorbachov-Yeltsin.
Yo apoyo a todas las fuerzas de izquierda, comunistas, en su lucha contra el régimen “Yeltsino-putiniano” y no puedo permanecer impasible ante la situación de la izquierda. Es indignante, no puedo ver como sigue dividida la izquierda y en lugar de resolver conjuntamente la tarea principal de derrocar al régimen, se enfrasca en ataques mutuos, intentando demostrar quien es más revolucionario y comunista. Veo perfectamente las deficiencias y errores del PCFR en su actividad y en su dirección, pero entiendo cuales son las dificultades que enfrenta el partido, por la falta de una cantidad suficiente de jóvenes cuadros en muchos lugares y la ausencia de los medios necesarios para el trabajo en las condiciones de la democracia burguesa.

Una de las principales causas de la “crisis” del partido, amén de muchas otras, es la AUSENCIA EN EL PARTIDO DE AUTÉNTICOS BOLCHEVIQUES en el sentido auténtico y original de la palabra, es decir, auténticos revolucionarios. Revolucionarios profesionales y no funcionarios agarrados al dinero de Semiguin. (4)

Hoy, la sociedad y el partido han retrocedido a la situación que había hace 100 años, la cuestión de la construcción del partido es tan actual como entonces. Debemos dirigirnos a Lenin y ver lo que pensaba él sobre este asunto. Puede que hallemos ahí la respuesta. Lenin escribe sobre el partido: 1) organizaciones de revolucionarios;2) organizaciones de obreros, posiblemente más amplias y variadas (…) estos dos categorías conforman el partido” (Un paso adelante, dos pasos atrás). “…la organización de revolucionarios debe acoger primero y ante todo a la gente, cuya profesión se base en la actividad revolucionaria… Esta organización es imprescindible que no sea muy amplia y más conspirativa” (¿Qué hacer?). “… sin una decena de líderes con talento (los talentos no nacen por centenares) preparada en la escuela del deber, preparados profesionalmente, y que hagan buenas migas unos con otros, es imposible en la sociedad actual la lucha tenaz de ninguna clase” (¿Qué hacer?) .

Por decirlo de un modo metafórico, “el paso medido de los férreos batallones del proletariado”, solo es posible cuando al frente de las divisiones, secciones, compañías y batallones vayan REVOLUCIONARIOS y no funcionarios. La preparación y educación de los revolucionarios es la tarea prioritaria del partido.

Otra de las causas de las “crisis” del PCFR es la persistente e infundada ilusión respecto al pueblo, de la que se deriva la errónea valoración de la situación en el país y las esperanzas infundadas. Aunque para todos los que piensen un poco estaba claro, que con este pueblo las cosas no irían bien para el partido. No podemos apoyarnos en las virtudes místicas del pueblo, sino trabajar con ese pueblo. Sin una dirección el pueblo solo es capaz de retroceder y descomponerse, que es lo que está pasando ahora. Mientras, seguimos sin poder liberarnos del encantamiento sobre el pueblo.

¿Cómo puede hablar así del pueblo? Dirán los intercesores. Por supuesto el sentimiento de agravio por el pueblo es encomiable, pero después de todo lo sucedido con el país y lo que continúa ocurriendo en la actualidad, ¿acaso no hay nadie que experimente un sentimiento de indignación hacia su pueblo? ¿O es que seguimos todos presos de las ilusiones respecto a las cualidades de nuestro pueblo, demostradas en su momento en el trabajo, en la guerra y en la lucha?
¿Existe realmente el pueblo? Puede que todo sea cosa de los guías, tiranos y titanes. Hubo tiranos o titanes, hubo un pueblo que defendió su país, que hizo de él una superpotencia. Dejo de haber tiranos y titanes, solo quedaron politicastros y el pueblo se convirtió en electorado, que permite indolentemente que destruyan el país y les saqueen. Hacerse ilusiones con el pueblo es todavía más peligroso que criticarlo duramente. Para vencer hay que despojarse de una vez por todas de todas esas esperanzas en el pueblo.

Lecciones que debe sacar el PCFR de las derrotas

1. Retomar las posiciones marxistas-leninistas y dejar de coquetear con la iglesia, conservando unas buenas relaciones con los creyentes. ¿Acaso resulta tan difícil entender, que la iglesia y el clero tienen una clara orientación anticomunista y antisoviética, y el rebaño seguirá las indicaciones de los curas?
2. Revisar su postura sobre el ejército. El ejército hace tiempo que ha dejado de ser nuestro; no es popular, ni soviético. Es un arma obediente en manos de un régimen anticomunista. La preocupación por el ejército en las condiciones actuales no es más que la preocupación por el bienestar de nuestros potenciales verdugos. La principal preocupación del partido debe ser la conservación del potencial balístico nuclear del país, como garante ante una posible agresión de nuestros antiguos “amigos”, en caso de derrocamiento del actual gobierno y el cambio de sistema socio-económico en el país.
3. Dejarse de andar con pamplinas con los jubilados e intentar apoyarse en ellos. Debido a su infantilismo político y a la degradación senil, durante todos estos años de contrarrevolución se han convertido en uno de los principales apoyos del régimen.
4. Hay que analizar sensatamente la denominada clase obrera y funcionariado de todo tipo. La gente ocupada en los sectores extractores (petróleo, gas) y de la industria transformadora, orientada a la exportación (productos químicos, abonos, metalurgia, madera y derivados) están comprados con altos salarios y no dudarán en vender los intereses generales de los trabajadores, y al país en general. Los mineros, son en su mayoría unos marginales desclasados, antiguo batallón de choque de la contrarrevolución. Ahora no son más que un pantano desclasado, que no merecen más que el repudio público. Los funcionarios de todo tipo, a pesar de todas las dificultades que atraviesan, son un grupo antisoviético estable, alimentado permanentemente por el anticomunismo que emana de los medios de comunicación y obediente cumplidor de las directrices que vienen de arriba. Por supuesto que hay que trabajar con esa clase obrera y esos funcionarios, pero no se puede confiar en obtener su respaldo y apoyo sin convertir los sindicatos amarillos y azules en rojos.
5. La tarea más importante del PCFR, consiste en reforzar su influencia en los sindicatos, convertidos en trade-unions, como se han convertido, además muy débiles, incapaces de luchar por unos modestos derechos económicos. Solo sirven para pedir el pago de los salarios. Hay hacer de ellos unas organizaciones combativas de trabajadores. Si no hay apoyo en los sindicatos es imposible tener éxito.

Repito, que en las condiciones actuales la única fuerza organizada es el PCFR. Pero si en lugar de fijarnos unos objetivos claros y vías para lograrlos seguimos implorando ayuda a la Iglesia Ortodoxa Rusa y haciendo llamamientos abstractos a la unidad de los “rusos”, apoyándose en lemas descafeinados del tipo: “Por la justicia”, no veremos la victoria, igual que no vemos nuestras orejas.

A todos los descontentos con la actividad del partido les diría, citando a J. Kennedy: NO PREGUNTES LO QUE HA HECHO EL PARTIDO POR TI, PREGÚNTATE QUE HAS HECHO TÚ POR EL PARTIDO. El partido no es una organización secreta, salida de no se sabe donde, no es una orden cerrada solo para elegidos. Tampoco es una ONG que le deba algo a alguien. El partido no es el PCUS. El partido somos nosotros. Según seamos, según sea el pueblo, así será el partido. El partido necesita a la juventud y a la gente activa. El éxito del partido no depende de Moscú, o mejor dicho no solo de Moscú. El éxito está en el país, abajo, en los pueblos, donde el trabajo no depende de Moscú, ni de Ziuganov, sea como sea. El partido depende de las agrupaciones de base, de su trabajo depende el éxito o la derrota de todo el partido.
Ya hace tiempo que quedaron atrás los días cuando abajo no se hacía nada sin mirar arriba a la espera de recibir indicaciones. Así se perdió en la gente la capacidad de tener iniciativas propias, de tomar decisiones, defenderlas y luchar. Perdimos el país esperando instrucciones de Moscú. Basta de de mirar a los líderes a la boca, sobre todo cuando ya no los hay, y esperar indicaciones de arriba.

Que fácil es achacar la propia pasividad y falta de iniciativa al propio Ziuganov, igual que achacar los reveses del comienzo de la guerra a Stalin. Recuerdo a Kuznetsov, almirante de la Flota de la Unión Soviética, bajo cuyo mando, la marina inició la guerra sin perder un solo barco ni un solo avión: Recuerdo a mi primer comandante, teniente general Dobysh, a quién la guerra pilló siendo este comandante de un regimiento de aviación en el Báltico y no perdió ni un solo avión del regimiento en tierra en las primeras horas de la guerra, a diferencia de otros muchos. (Seguramente por eso llegó a teniente general).

Comprendo la insatisfacción por los resultados de la actividad del PCFR, de los adversarios del régimen desde la izquierda, pero no puedo aceptar el tono altivo y acusador en relación a los miles de militantes del partido, que no traicionaron, no salieron huyendo, no se atrincheraron en su huerto, ni renegaron de su Patria Soviética ni del pasado soviético. Además el PCFR no es sólo Ziuganov, sino 184 mil militantes, que no renunciaron a su Patria socialista, a su bandera roja, ni renunciaron a las IDEAS, como muchos ex miembros del PCUS. Es una injusticia y una bajeza culpar a los comunistas sencillos el querer integrarse en la actual sociedad burguesa anticomunista.

La fortaleza del partido depende de la fuerza del pueblo. Para vencer, es necesario que el pueblo lo quiera. ¿Quiere el pueblo el cambio de sistema social? No hay que consolarse con falsas ilusiones. NO QUIERE. Cuando quiera, entonces el partido cambiará. Las carencias el partido son nuestra desgracia, y no un motivo para la burla. No es el partido el que amortigua el descontento popular con la vida y el gobierno, como creen algunos revolucionarios. Es el pueblo el que no apoya las acciones del partido, no lo nutre con sangre joven. Cierto que a menudo el partido no tiene fuerzas suficientes para despertar al pueblo, hacer que se levante, que salga del letargo, apartarlo del televisor, la cerveza y el huerto, porque los que pueden hacer esto prefieren culpar al partido de todos los pecados en Internet, en lugar de arrimar el hombro y afiliarse para cambiarlo.


Artículo original: http://www.comstol.ru/Tr/25.html




Notas

1. Protagonista de una serie de películas de aventuras (“17 momentos de la primavera”), rodadas en los 70 y ambientadas en la Segunda guerra mundial, donde Shtirlitz, agente soviético, se hace pasar por oficial nazi.
2. Rusia Justa (Spravedlivaya Rossia) es la nueva apuesta del Kremlin por intentar conformar un sistema bipartidista, con partidos leales con el sistema capitalista. El objetivo es eliminar de la contienda electoral al Partido Comunista. Rusia Justa es el resultado de la unión este septiembre pasado de tres partidos menores que se presumen de izquierda: Partido de la Vida, Ródina (patria) y partido de los Pensionistas.
3. Alexander Projanov, famoso escritor y redactor del hasta no hace mucho radical periódico opositor “Zavtra” (Mañana), ha comenzado en los últimos meses a hacer campaña por la reelección para un tercer mandato de Vladimir Putin (actualmente, la constitución no prevé ese supuesto).
4. Guennadi Semiguin. Joven (46 años) empresario de éxito, director entre otras cosas del banco “Vozrozhdenie” (Renacimiento), llegó de la mano del PCFR a ocupar el sillón de vicepresidente de la Duma. Alcanzó su máximo protagonismo y “utilidad” en el verano de 2004 donde intentó acabar de dinamitar al PCFR en su X Congreso, creando unos órganos paralelos y convocando un congreso alternativo. La jugada fracasó.
Ahora vuelve a la arena política con un nuevo partido denominado “Patriotas de Rusia” que intenta formar alianzas con otros pequeños partidos, para intentar de nuevo hacer daño al PCFR.

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