Nuestra lucha no se trata de una mera elección estrecha entre opciones electorales dentro del actual régimen, sino de apostar por formas de organización económica y espiritual, cualitativamente superiores a la civilización burguesa, donde se garantiza la emancipación del proletariado y la democracia real. Es la lucha popular por la conquista de la civilización socialista, partiendo del estudio científico de las bases materiales que lo posibilitan y con el objetivo último del comunismo.

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8 de febrero de 2009

Los “Protocolos de los sabios del Islam” o cómo se construyen las leyendas negras

AUTOR: Domenico LOSURDO

Traducido por Antonio J. Antón Fernández

Hojeando por internet las reacciones a mi último libro (Stalin, Storia e critica di una leggenda nera, Carocci 2008), frente a los comentarios positivos y a los más críticos se advierten otros marcados por la incredulidad: ¿como es posible que las infamias atribuidas a Stalin y acreditadas por un consenso general sean a menudo el resultado de distorsiones cuando no de auténticas falsificaciones históricas?

A éstos lectores en concreto quiero sugerir una reflexión a partir de las crónicas periodísticas de éstos días. A la vista de todos está la tragedia del pueblo palestino en Gaza, primero hambriento a causa del bloqueo y ahora invadido y masacrado por la terrible máquina de guerra israelí.

Veamos cómo reaccionan los grandes órganos de “información”. En el “Corriere della Sera” del 29 de Diciembre el editorial de Piero Ostellino sentencia : “El artículo 7 del documento fundacional de Hamás no propugna solamente la destrucción de Israel, sino el exterminio de los judíos, al igual que sostiene el presidente iraní Ahmadineyad”. Vale la pena señalar que, pese a hacer una afirmación extremadamente grave, el periodista no proporciona ninguna cita textual: exige ser creído palabra por palabra.

Algunos días después, (3 de Enero) en el mismo periódico, firma su artículo Ernesto Galli della Loggia. En realidad, ya no cita a Ahmadineyad. Quizás se ha dado cuenta del error de su compañero. Después de Israel, Irán es el país de Oriente Medio que acoge un mayor número de judíos (veinte mil), y no parecen sufrir allí persecución alguna. En cualquier caso , los palestinos de los territorios ocupados sólo pueden envidiar la suerte de los judíos que viven en Irán, quienes no sólo no han sido exterminados, sino que ni siquiera deben afrontar la amenaza del “desplazamiento”, que los sionistas más radicales proyectan para los árabes israelíes.

Obviamente, Galli della Loggia pasa por alto todo ésto, y se limita a guardar silencio respecto a Ahmadineyad. En compensación, refuerza la dosis en otro punto esencial: Hamás no se limita a exigir “el exterminio de los judíos israelíes”, como sostiene Ostellino. No hay que quedarse a medias en la denuncia de los estragos producidos por los bárbaros: “Hamás defiende la eliminación de todos los judíos de la faz de la tierra” (“Corriere della Sera” del 3 de Enero). También en éste caso no se aporta ni un rastro de demostración: el rigor científico es la última de las preocupaciones de Galli della Loggia, al que sin embargo hay que reconocer el coraje de desafiar el ridículo: según su análisis, los “terroristas” palestinos se proponen liquidar la máquina bélica no solamente de Israel sino también de los EEUU, para poder de éste modo acabar con las infamias de las que el articulista denuncia el alcance planetario. Además, el que sea capaz de infligir una derrota decisiva a la solitaria superpotencia mundial, más que sólo a dominar Israel, puede perfectamente aspirar al dominio mundial.

En definitiva: ¡es como si Galli della Loggia hubiese desvelado finalmente Los protocolos de los Sabios del Islam!

Y como en su tiempo Los protocolos de los Sabios de Sión, también Los protocolos de los Sabios del Islam valen ya como verdad adquirida para la que no es necesaria demostración alguna. En “La Stampa” del 5 de Enero Enzo Bettiza aclara en seguida el significado real de los bombardeos intensivos desencadenados por Israel desde cielo, mar y tierra, con el recurso además a armas prohibidas por las convenciones internacionales, contra una población sustancialmente indefensa: “Es una drástica y violentísima operación de gendarmería de un país amenazado de exterminio por una secta que ha jurado estirparlo de la faz de la tierra”.

Esta tesis, obsesivamente repetida, se coloca en el ámbito de una tradición bien determinada. Entre los siglos XVIII y XIX el abad Gregoire luchó por la abolición de la esclavitd en las colonias francesas: y hete ahí que fue rápidamente etiquetado por los propietarios de esclavos como líder de los “blancófagos”, de los negros bárbaros y deseosos de alimentarse de la carne de los hombres blancos. Algunos decenios más tarde algo parecido ocurría en los Estados Unidos: los abolicionistas, a menudo de fe cristiana y de orientación no-violenta, que exigían “la total destrucción de la institución de la esclavitud”, eran en seguida acusados de querer exterminar la raza blanca. Todavía a mediados del siglo veinte en Sudáfrica los campeones del apartheid negaban los derechos políticos a los negros, con el argumento de que un posible gobierno negro habría significado el exterminio sistemático de los colonos blancos y de los blancos en su totalidad.

La leyenda negra en boga en nuestros días es especialmente ridícula: a menudo Hamás ha sugerido la posibilidad de un pacto, si Israel aceptaba volver a las fronteras de 1967. Como todos saben o deberían saber, lo que complica y y hace casi imposible la solución de los dos Estados es la expansión ininterrumpida de las colonias israelíes en los territorios ocupados. Y de todas formas, la sustitución del actual Israel como “Estado de los judíos” por un Estado bi-nacional, que acoja a judíos y palestinos garantizándoles igualdad de derechos, no comportaría de ningún modo el exterminio de los judíos, exactamente como la destrucción del Estado racial blanco antes en el sur de los EEUU, y después en Sudáfrica, no ha significado ciertamente el aniquilamiento de los blancos. En realidad, aquellos que idealmente agitan Los protocolos de los sabios del Islam apuntan a transformar a las víctimas en carniceros y a los carniceros en víctimas.

No menos grotescas y no menos instrumentales son las mitologías hoy de moda en relación a Stalin y al movimiento comunista en su totalidad. Tómese la tesis del “holocausto del hambre” esto es, de la “hambruna terrorista” que la Unión Soviética habría impuesto al pueblo ucraniano en los años treinta. En apoyo de ésta tesis no hay y no es aportada ninguna prueba. Pero no es éste el punto esencial. La leyenda negra difundida de modo planificado en los tiempos de Reagan y en el momento culminante de la guerra fría sirve para ensombrecer el hecho de que la “hambruna terrorista” adjudicada a Stalin es desde hace siglos repetida por Occidente Liberal en especial contra los pueblos coloniales o contra aquellos a los que quiere someter a la condición colonial o semi-colonial.

Es lo que he intentado demostrar en mi libro. Inmediatamente después de la gran revolución negra que al final del siglo XVIII en Santo Domingo/Haití rompía al mismo tiempo las cadenas del dominio colonial y de la institución de la esclavitud, los Estados Unidos respondían por boca de Thomas Jefferson, que declaraba querer reducir a la hambruna (starvation) al país que había tenido la desfachatez de abolir la esclavitud. Esta misma historia se ha repetido en el siglo veinte. Enseguida, tras Octubre del '17, Herbert Hoover, en aquél momento destacado miembro de la administración Wilson, y más tarde presidente de los EEUU, agitaba explícitamente la amenaza del “hambre absoluta” y de la “muerte por hambruna” no sólo contra la Rusia Soviética sino contra todos los pueblos decididos a dejarse contagiar por la revolución bolchevique. A inicios de los años '60 un colaborador de la administración Kennedy, Walt. W. Rostow, ¡se congratulaba del hecho de que los EEUU habían conseguido retrasar “decenas de años” el desarrollo económico de la República Popular China!

Es una política que continúa todavía hoy: es de sobra conocido que el imperialismo intenta estrangular económicamente a Cuba y posiblemente reducirla a la condición de Gaza, donde los opresores pueden ejercitar su poder sobre la vida y la muerte, antes incluso que con los bombardeos terroristas, con el control de los recursos vitales.

Estamos de vuelta en Palestina. Antes de sufrir el horror que está sufriendo en éstos días, el pueblo de Gaza había sido golpeado por una prolongada política que intentaba matarlo de hambre, asediarlo, privarlo de luz eléctrica, de medicinas, reducirlo a una condición de desvanecimiento y desesperación. Sobre todo por cuanto que el gobierno de Tel Aviv se reservaba el derecho de proceder, como es habitual pese a la “tregua”, a las ejecuciones extrajudiciales de sus enemigos. Esto es, antes de ser invadida por un ejército comparable a un gigantesco y experimentado pelotón de ejecución, Gaza era ya el objetivo de una politica de agresión y de guerra, aparte de la concentrada potencia de fuego multimediática que se ha descargado ,sobre todo en Occidente, para aniquilar toda resistencia crítica a la tesis falsa y mentirosa, según la cuál Israel estaría en éstos días metida en una operación de auto-defensa: ¡que nadie ose poner en duda la autenticidad de los “Protocolos de los Sabios del Islam”! Es de éste modo como se construyen las leyendas negras, como la que hoy oculta la tragedia del pueblo palestino (el pueblo-mártir por excelencia de nuestros días), así como aquellas que, pintando a Stalin como un monstruo y reduciendo a una ficha criminal la historia iniciada con la revolución de Octubre, intentan privar a los pueblos oprimidos de toda esperanza o perspectiva de emancipación.

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