Nuestra lucha no se trata de una mera elección estrecha entre opciones electorales dentro del actual régimen, sino de apostar por formas de organización económica y espiritual, cualitativamente superiores a la civilización burguesa, donde se garantiza la emancipación del proletariado y la democracia real. Es la lucha popular por la conquista de la civilización socialista, partiendo del estudio científico de las bases materiales que lo posibilitan y con el objetivo último del comunismo.

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21 de diciembre de 2005

La justicia fascista-burguesa de EEUU quiere meter en prisión a los lideres huelguistas neoyorquinos. También piden multas multimillonarias



Ni la multa por un millón de dólares por cada día de huelga ha logrado detener a los trabajadores del transportes que siguen firmes en su idea de no ceder. 33 mil 700 funcionarios se adhirieron a la paralización de actividades que ha dejado sin buses ni metro a siete millones de estadounidenses.



Leemos en La Jornada:
http://www.jornada.unam.mx/2005/12/21/028n1mun.php

Un sindicato combatiente

La sección 100 siempre ha sido una de las más militantes desde sus inicios. El sindicato nace gracias a siete trabajadores transportistas irlandeses, todos veteranos del Ejército Republicano Irlandés, el ERI. Inspirados por el gran líder socialista irlandés James Connally, establecen un comité a principios de los años treinta que se convertiría en el sindicato de los transportistas TWU en 1934, en gran parte gracias a la ayuda del Partido Comunista de Estados Unidos.


De ahí surgió el legendario líder laboral Mike Quill, gran orador y luchador, varias veces golpeado y arrestado en la lucha por la dignidad de los trabajadores del metro. Desde entonces, el sindicato ha mantenido una tradición de lucha (con huelgas en 1966 de 12 días y otra de 11 días en 1980 con las cuales paralizaron la ciudad) y posiciones políticas progresistas.


"Primero, deseamos ofrecerle disculpas al público. No queremos estar afuera, nos estamos congelando. Pero el futuro de nuestro sindicato está en juego", declaró un huelguista.
En una de las terminales de los autobuses públicos en Sunset Park en Brooklyn, los choferes y mecánicos caminan en círculo con sus pancartas en un frío invernal bajo cero, es uno de decenas de "piquetes" de los trabajadores frente a instalaciones del MTA. De pronto, un maestro de primaria con toda su clase acude a visitarlos y ofrecerles las risas de los niños en solidaridad. Poco después, otro maestro, al parecer de la misma escuela pública en la colonia, llega para repetir el mensaje, mientras decenas de personas de la comunidad expresan su apoyo al hacer sonar el claxon o gritar mensajes de solidaridad.


A pesar de las dificultades para los millones de usuarios, la gran mayoría sabe qué tan difícil es vivir en esta ciudad para un trabajador o un profesional que no tiene vínculos con Wall Street, el mundo de la moda, la industria de la publicidad o de bienes raíces, y el enorme pero concentrado sector de ricos, incluyendo el propio alcalde, entre los hombres más ricos del mundo.


Los transportistas representan los millones de neoyorquinos con ingresos medios (entre 40 y 60 mil dólares anuales), los cuales se han desplomado casi un 12 por ciento en términos reales durante los últimos 13 años, mientras los ingresos del 20 por ciento más rico de Nueva York se han incrementado 26 por ciento durante el mismo periodo, según informes citados por el Washington Post. La tasa de inflación en la ciudad es de cerca de 5 por ciento y los precios de vivienda se han disparado hasta un 85 por ciento.
Las comunidades de estos trabajadores latinos, caribeños, asiáticos y más no necesitan explicaciones sobre esta lucha, aunque este sindicato como los otros, parece haber perdido el talento de presentar su historia y sus posiciones ante el público en general.


"El público ha sido tomado como rehén por el MTA, el alcalde y el gobernador", acusó hoy Toussaint, señalando que ellos deseaban provocar la huelga. Reiteró que esta disputa se trata de mucho más que sólo un contrato, ya que "tiene que ver con la demanda de que respeten a los trabajadores", y rechazar demandas que desean imponer no sólo a los trabajadores del transporte, sino a todos los trabajadores de la ciudad. Denunció que las multas y más son formas de "intimidación" de los trabajadores, y preguntó "¿por qué no hay penas para patrones que no negocian de buena fe?".


Mientras tanto, millones continuarán debatiendo el destino de esta ciudad, y no pocos desean el retorno a la "normalidad". Pero para algunos trabajadores en esta ciudad -dicen- la normalidad es cada vez menos aceptable.