Especialistas condenan la violencia en el Tibet‏

En junio 1972 el Dalai Lama inspecciona tropas en la India preparando agresión

Los niños tibetanos acceden a una educación nacional y científica.

Monjes tibetanos jugando

Un estudiante de medicina tibetana cuida a un paciente El presidente de la Región Autónoma de Tibet Qiangba Puncog Expertos en el estudio del Tibet condenaron hoy los hechos de violencia ocurridos el pasado viernes en la sagrada ciudad budista de Lhasa que cobraron 13 vidas inocentes. Cering Doje, subdirector del instituto de investigación religiosa de la Academia Tibetana de Ciencias Sociales, cuestionó la humanidad y la compasión del Dalai Lama, diciendo que, 'la religión aboga por el cuidado y la compasión, pero los alborotadores atacaron hospitales y centros de entretenimiento infantil. Parecen haber perdido toda base de humanidad, y no exhibieron ninguna compasión'. Otros especialistas expresaron su enfado ante el silencio del Dalai Lama frente a los disturbios. En el caos, los alborotadores cortaron las orejas de algunas personas, ensangrentaron niños, golpearon a jóvenes tibetanos hasta dejarlos en coma, y trataron de interferir en el trabajo de unas enfermeras que luchaban para salvar a un niño de cinco años que estaba herido. El presidente de la región autónoma del Tibet, Qiangba Puncog, confirmó hoy en Beijing que 13 civiles inocentes perdieron la vida en los disturbios del viernes. El funcionario dijo que las acciones de los bandidos fueron extremadamente brutales. 'Tengo dos casos como ejemplo. En uno, una persona inocente fue rociada con gasolina por los alborotadores y luego le prendieron fuego. Murió calcinada. En otro caso, loa alborotadores derribaron a un patrullero de la policía y luego cortaron un pedazo de carne del tamaño de un puño de uno de sus glúteos. El sábado, en un intento por ocultar su responsabilidad en los hechos, el Dalai Lama lanzó acusaciones en el sentido de que el Tibet está gobernado por el terror. Sus palabras fueron calificadas por funcionarios de la región como 'completos disparates'. Basang Wangdu, miembro de consejo de la Sociedad Internacional de Tibetología, señaló que a través de los disturbios se pudo ver claramente que el Dalai Lama nunca ha abandonado sus actividades secesionistas, y afirmó que su intención está condenada al fracaso. Por su parte, Cering Gyaibo, director del instituto de estudios religiosos de la Academia Tibetana de Ciencias Sociales, señaló que, 'los tibetanos y los han (etnia mayoritaria de China) comparten un fondo cultural común'. 'Tenemos vínculos que no pueden ser cortados', agregó. 'En esta época crítica, tenemos que abrazar la solidaridad étnica y reunir coraje para proteger la integridad territorial y la armonía étnica', concluyó. Los comentarios de los investigadores religiosos han sido las condenas más recientes contra la violencia en Lhasa. El XI Panchen Lama, Gyaincain Norbu, dijo ayer domingo que los hechos ocurridos en la ciudad fueron en contra de los principios del budismo. Los budas vivientes en el Tibet también expresaron su oposición. Ngawang Daindzin, uno de ellos, sostuvo que 'los alborotadores vestidos con sotanas no eran monjes reales, y lo que hicieron va completamente en contra del dogma del budismo'. Los tibetanos locales, que se salvaron de la violencia, dijeron que fueron profundamente heridos. Un obrero jubilado, Cering Yangzom, dijo que 'se ha comprobado repetidamente que el Dalai Lama y sus seguidores no pueden separar al Tibet de China, y hechos salvajes como los del viernes no logran nada diferente a lastimar los sentimientos de muchos tibetanos y revelar la imagen real del Dalai Lama'.