Nuestra lucha no se trata de una mera elección estrecha entre opciones electorales dentro del actual régimen, sino de apostar por formas de organización económica y espiritual, cualitativamente superiores a la civilización burguesa, donde se garantiza la emancipación del proletariado y la democracia real. Es la lucha popular por la conquista de la civilización socialista, partiendo del estudio científico de las bases materiales que lo posibilitan y con el objetivo último del comunismo.

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17 de abril de 2008

El camarada Ziuganov y la cumbre de la OTAN‏

Un Optimismo Infundado

Guennadi Zuiganov en entrevista concedida al corresponsal del periódico “Soviétskaya Rossía

- Finalizó la cumbre de la OTAN en Bucarest, a la que precedió la visita de George W. Bush a Ucrania. Sesionó el Consejo Rusia-OTAN al más alto nivel. En representación de Rusia, por primera vez en los últimos siete años, asistió a esta reunión Vladimir Putin, lo cual fue considerado como “su gira de despedida” a punto de dejar de ser Presidente de Rusia. A juzgar por todo, en Bucarest no todo les ha ido bien. No obstante, tanto Putin como Bush, igual que el secretario general de la OTAN Scheffer, se muestran satisfechos con sus resultados. Los tres creen haber progresado. ¿Cómo lo valora usted?

- Como suele ocurrir en tales casos, los actores tratan de cautivar al público. Putin, que está a punto de dejar su cargo de Presidente, está contento porque la Cumbre de la Alianza no haya aprobado el inicio de la adhesión de Georgia y Ucrania a la OTAN. Bush cree haber solucionado a su favor los problemas discutidos por la Cumbre: los aliados convinieron en desplegar el sistema antimisiles norteamericano en Europa, se vieron obligados a aumentar las tropas en Afganistán y acordaron en principio, si bien aplazándolo, el ingreso en la OTAN de Georgia y Ucrania. Logró también que la Alianza del Tratado del Atlántico Norte, cuyo objetivo era proteger a Europa, siguiera convirtiéndose en un gendarme mundial capaz de hacer guerra en cualquier parte de la Tierra reafirmando las ambiciones imperiales de EE.UU. Alemanes, franceses, españoles, italianos e ingleses alardean de no haberse sometido a la presión de EE.UU. que exigía a voces el estatuto de candidato oficial a la adhesión para Georgia y Ucrania. Incluso Saakashvili y Yuschenko fingen satisfacción: aunque no se les concedió un acceso inmediato, les aseguraron que tenían abierta la puerta y su adhesión a la OTAN tendría lugar próximamente.

- Pues ¿cuál es el balance general de la Cumbre de Bucarest? ¿Qué cara presenta para Rusia?

- No está a nuestro favor para nada. Siguen atacando nuestras posiciones. La adhesión a la Alianza Atlántica de Georgia y Ucrania quedó aplazada, pero por corto tiempo. Hay quien dice que hasta el próximo encuentro de los ministros de relaciones exteriores de los países de la OTAN en diciembre del año en curso, otros sostienen que se discutiría durante el sesenta aniversario de la Alianza en abril de 2009. Se admite que la intención era no humillar a Putin de forma ostentosa en la propia Cumbre, no provocarlo a reacciones vehementes algo así como tomar la resolución de reconocer a Abjasia y a Osetia del Sur; no complicar el juego de Bush en Sochi en lo referente a instalar el sistema antimisiles estadounidense en Europa. Según explicaba sin rebozo el ministro germano de Exteriores Frank-Walter Steinmeier, tras haber enfadado a Rusia con el reconocimiento de la independencia de Kosovo, sería improductivo exacerbar la tirantez en las relaciones con los rusos durante la Cumbre de Bucarest. Georgianos y ucranianos pueden aguantar unos seis meses más. Y luego, cuando Putin obtenga, en sus propias palabras, la “licencia para retirarse”, se cree que será más fácil ponerse de acuerdo con su liberal sucesor.

- Pero es cierto que también en Bucarest Putin habló de manera muy decidida.

- De hecho igual que antes prorrumpió en lamentos por el comportamiento de sus entrañables socios occidentales. Con lo que les entregó las bases de Lurdes y de Camran; les regaló las repúblicas bálticas; les pagó anticipadamente todas las deudas de Rusia hasta el último centavo; sin causa ni motivo canceló –bajo la presión de Washington y el Club de París– las deudas para con la Unión Soviética; en detrimento de las necesidades de nuestra propia economía está construyendo el gigantesco sistema de tuboductos para asegurar el bienestar energético de Europa; sigue demoliendo nuestros armamentos para comodidad de Occidente; les concedió amnistía real a nuestros oligarcas ladrones apoyados por los más importantes consorcios occidentales, mientras mantiene a ración de hambre las Fuerzas Armadas de Rusia; concedió a la OTAN permiso de tránsito militar a Afganistán sin recibir nada a cambio para nuestro tránsito a Kaliningrado; firmó con la OTAN el tratado sobre el acceso que tienen sus tropas al territorio de Rusia... Una lista apreciable, si bien nada completa.

Consciente de que nuestra gente lo toma a mal, el Presidente ruso se queja y rezonga. Hace despegar los últimos bombarderos estratégicos que nos quedan de la época soviética. En respuesta a ello en Occidente sólo se encogen de hombros y se mantienen en sus trece. Declara una moratoria al Tratado de las Fuerzas Convencionales en Europa (FACE) sin asustar nuevamente a nadie. Puesto que, suspendida la vigencia de ese tratado inicuo, Rusia en la práctica de ninguna forma puede aprovecharlo. Porque le faltan recursos, le falta resolución. Un panorama tétrico en realidad.

Por descontado surge un interrogante, ¿por qué sucede eso? Puede parecer que últimamente nuestros gobernantes se hayan puesto en razón, se hayan acordado de su deber patriótico. No obstante, hay que tener presente el carácter clasista del actual poder en Rusia. De hecho su patriotismo una y otra vez se vuelve a reducir a súplicas lacrimosas dirigidas a Occidente, es decir, a los colegas oligarcas e imperialistas, en el sentido de que no los ofendan en vano, que tomen en consideración en alguna medida los intereses de sus compañeros rusos, que no los tengan por hombres de segunda categoría, por unos papanatas. En Bucarest Putin nuevamente se dirigió a los dueños del mundo occidental instándoles a fortalecer la amistad en un ambiente de honestidad, transparencia y justicia...Por ahora no es más que una voz clamante en el desierto.

-¿Y por qué?

- Porque el capitalista es un mundo de lobos. Al más débil lo tienen entre los ojos. Tomemos como ejemplo Taiwán. Hace décadas se separó de China y goza de una independencia real. Incluso fue integrante de la ONU en una época. Y con eso Occidente no se atreve a reconocerlo. La razón es muy sencilla: se acobardan ante China prescindiendo en este caso de su falsa retórica sobre la libertad, los derechos humanos y cosas por el estilo. A Kosovo lo independizaron y reconocieron en el acto sin importar las resoluciones de la ONU, las protestas de los serbios o de Rusia. ¿Como así? Pues creen que Rusia es débil, están acostumbrados a desestimar sus puntos de vista quedando en la impunidad. La Rusia de Putin una y otra vez debe pasar la prueba de resistencia. Y siempre le flaquean las piernas porque la actual élite rusa está ligada con Occidente a machamartillo, porque su patriotismo no es más que escaparatismo de consumo interno, mientras la real médula de la política exterior de Rusia consiste en ir al remolque de la política de aquellos países donde guardan sus capitales nuestros compradores, donde viven sus familias y se concentran sus propiedades, donde ellos piensan encontrar el último sostén y refugio por si surgen problemas en Rusia.

- Es significativo que los dirigentes de la OTAN tuvieron la desfachatez de advertir al presidente ruso que en Bucarest se portara bien, no como en Munich. Comentan que lo había aceptado procurando dejar una buena impresión al despedirse y no estropear su charla con Bush en Sochi. ¿Valía la pena hacerlo?

- El resultado de las conversaciones en Sochi también es dudoso. Se ha aprobado un documento de carácter general titulado “Declaración sobre el marco estratégico de las relaciones ruso-estadounidenses”. No es mucho, para decir verdad. Ambas partes se vieron obligadas a constatar que las diferencias entre Rusia y EE.UU. se mantienen. Pero dan muestras de optimismo (más bien afectado) y afirman poder llegar posteriormente a ciertos acuerdos definitivos. Por el momento se supone que se ha resumido lo positivo que lograron en los últimos años, en especial, en el campo de la seguridad, la no proliferación de las armas nucleares, la lucha contra el terrorismo y el fomento de los negocios. Algunos se apresuran a darle al documento el nombre de “hoja de ruta” para poder avanzar considerablemente por el camino de cooperación estratégica.

Estoy escéptico al respecto. Es que la historia de nuestras relaciones con EE.UU. abunda en documentos parecidos. Los ha habido más apreciables que este particular. Mas tuvieron sentido sólo cuando los norteamericanos entendían que no podían dejar de cumplir lo establecido en ellos. En la actualidad la situación es otra, están seguros de que pueden hacer lo que se les antoje y Rusia debe obedecer, dejarse llevar de la rienda. Es la idea que Washington tiene de la cooperación con Moscú. En Sochi hablaron con entusiasmo de que las divergencias en unas cuestiones supuestamente no influyían en el estado se cosas en general, en otros ámbitos. No conozco un solo caso en que los norteamericanos hubiesen tomado en consideración nuestras objeciones contra sus propósitos. Y, al contrario, lo que pretenden lograr ellos de la parte nuestra, como regla lo consiguen. O sea que siempre salimos perdiendo.

- Sin embargo, según los medios, la cuestión clave en las negociaciones de Sochi ha sido la tercera región de asentamiento de armas antiaéreas en Europa. Se supone que la parte rusa se mantiene firme en este asunto, lo cual no ha permitido llegar a un acuerdo.

- Fíjese en primer lugar en que en la Cumbre de Bucarest los planes de EE.UU. para desplegar el escudo antimisiles en Europa merecieron la aprobación de los aliados. Se ha llegado a un acuerdo sobre la instalación del radar en la República Checa pese a las protestas de las amplias masas de la población de este país. Pues bien, lea qué ha expresado Putin en Sochi. Manifiesta un “reservado optimismo” respecto a los acuerdos finales. ¿Y por qué razón? Está convencido de que los estadounidenses comparten nuestras preocupaciones y procuran disiparlas con toda sinceridad. Faltan detalles, y lo que importa es que nuestros peritos convengan de qué medidas de confianza se tratará y cómo se concretarán en la práctica. “Si consiguiéramos cumplir a nivel de peritos y, luego, a nivel político el trabajo común de construir una defensa antimisiles global de la misma manera como negociamos el sistema antimisiles del campo de batalla en Europa –dice Putin–, éste sería el resultado más grande, más considerable de nuestros esfuerzos anteriores”.

Es fácil deducir de lo expuesto que de hecho queda suprimido cualquier reparo en lo referente al despliegue del escudo antimisiles norteamericano en Europa. Se centra la atención en acordar las llamadas “medidas de confianza”. En este caso, tras regatear con EE.UU. algo más, el Kremlin recibirá una especie de simbólico premio de compensación, como, por ejemplo, la promesa de admitir en la República Checa y en Polonia a nuestros inspectores, o abstenerse de enfocar el radar hacia Rusia, o no ensilar misiles interceptores en las lanzaderas de Polonia, entre otras cosas. Eso quiere decir, que no nos opondremos más al despliegue del escudo antimisiles estadounidense en Europa, cuyo objetivo es la puesta a cero del potencial de nuestras fuerzas coheteriles estratégicas. Es gracioso que, según parece, los norteamericanos hayan persuadido a Putin a que no se oponga tanto al sistema antimisiles del campo de batalla en Europa como a la instalación de la arquitectura antimisiles global de EE.UU. No es de extrañar que al final de las negociaciones Bush zapateara al son de una orquesta de cosacos.

- Tenía otros motivos para ponerse a bailar: se ha tomado en principio la decisión de abrir la puerta a la OTAN a Ucrania, mientras que la parte rusa, si bien amenaza con una crisis que pueda producirse en las relaciones entre Rusia y Ucrania, así como entre Rusia y la OTAN, insiste en que Ucrania tiene el derecho soberano de decidir si se adhiere o no a la Alianza Noratlántica y que si el referéndum ucraniano toma tal decisión, así será..

Вступай в КПРФ

- Es obvio que dentro de muy poco tiempo tratarán de incorporar a Ucrania en la OTAN. La única forma de impedirlo es la decidida resistencia popular en Ucrania apoyada por la misma resistencia popular en Rusia. En caso contrario los actuales gobernantes rusos “entregarán” Ucrania a los otanianos. Hay que obligarles que luchen, que se opongan a la OTAN no de palabra sino de hecho. Se agotó el tiempo de las dilaciones, de la palabrería huera, de las discusiones. Es evidente que tanto el Oriente como el Sur de la Ucrania moderna, al igual que Crimea, no querrán ingresar en la OTAN.. Hay que apoyarlos, ayudarlos a organizarse y tomar decisiones necesarias respecto a su futuro, o sea, ayudar en su autodeterminación. Sería un delito muy grave, imperdonable, dejar que en Ucrania mangonearan secuaces kievitas de los bandidos de la SS hitleriana, lacayos subcarpáticos de EE.UU. y de la OTAN, permitirles que enfrentaran a los pueblos ruso y ucraniano.

El PCFR está dispuesto a hacer cuanto esté a su alcance para impedirlo, cerrando filas con todos los políticos honrados y responsables de Ucrania.

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