Nuestra lucha no se trata de una mera elección estrecha entre opciones electorales dentro del actual régimen, sino de apostar por formas de organización económica y espiritual, cualitativamente superiores a la civilización burguesa, donde se garantiza la emancipación del proletariado y la democracia real. Es la lucha popular por la conquista de la civilización socialista, partiendo del estudio científico de las bases materiales que lo posibilitan y con el objetivo último del comunismo.
[Traduction automatique: FR]
25 de junio de 2011
Josafat S. Comín
El pasado 17 de junio, el líder bielorruso ofrecía una esperada rueda de prensa para los medios bielorrusos, que terminó prolongándose cerca de cinco horas. El presidente, haciendo gala de su habitual tono cercano y sincero, confesó que le habían aconsejado no dar en estos momentos ninguna rueda de prensa, dado lo complicado y cambiante de la situación a la que se ha visto abocada Bielorrusia en las últimas semanas: pánico y agiotaje en el mercado interno, de divisas y de consumo, drástica devaluación de la moneda. Lukashenko no obstante insistió en la comparecencia pública a condición de que se diese un diálogo franco y abierto con los representantes de los medios. Para el presidente bielorruso, el papel de la prensa en estos últimos meses ha jugado un peso determinante en el curso de los acontecimientos: “En el mercado de divisas fue así que empezó el pánico. Si los acontecimientos se hubiesen desarrollado de un modo sereno, estaríamos ahora viviendo tranquilos. Pero con esta economía, -en este caso ingobernable- de mercado que tenemos, hemos llegado al punto que ahora tenemos. Y digo esto no porque quiera una vez más cargar las culpas contra los medios, sino para recordar a cada periodista, su responsabilidad cívica y su deber profesional. La tarea de la prensa actual es informar a la gente de un modo completo y honrado sobre los acontecimientos, formar una opinión constructiva, consolidar los esfuerzos para la resolución de los retos y problemas. Hoy intentan zarandear a Bielorrusia con métodos algo distintos, incluyendo el uso de ese basurero llamado Internet. Es una concepción nueva que ya ha sido probada en algunos países”.
Al comentar algunos artículos que han estado apareciendo en los medios sobre el supuesto fiasco del modelo bielorruso, el presidente subrayó: “Nuestro modelo ni se ha desmoronado, ni lo hará. El modelo de desarrollo socio-económico del estado bielorruso sigue vivo. No vamos a desviarnos un ápice, no vamos a dar ningún paso atrás. Sí, es cierto que debemos ahora enfrentar determinados problemas Y yo ya lo he avisado: no debe ningún funcionario aparecer y darle a la lengua para decir que vamos a tener que apretarnos el cinturón. No se me ocurre tontería más grande. No estamos en una situación en la que tengamos que apretarnos el cinturón. Igual que hemos ido por nuestro camino hasta ahora, así lo seguiremos haciendo. Debemos seguir trabajando para nuestro país, para nuestro pueblo. Si no lo hacemos y escogemos el camino de arrojar porquería sobre nosotros mismos, vamos a perder el país. Ya hoy están rodeándonos, afilando los dientes, para que caigamos cuanto antes. Pero eso no va a ocurrir”. “Hoy hay gente que sufre, por los precios altos, a otros les hace falta que importemos más. Pero al menos tenemos que comer. ¿Qué no hay dinero suficiente? Dentro de unos meses saldremos de esta situación. Lo importante es que podemos producir lo que necesitamos. Y si aún así se da una situación catastrófica, cerraremos las fronteras y solo compraremos lo que necesitemos”.
Lukashenko volvió a insistir en que Bielorrusia no necesita privatizar sus mejores empresas estatales a precio de saldo, al tiempo que subrayó que tampoco se va a oponer a las privatizaciones. Señaló que Bielorrusia está dispuesta incluso a vender una de sus más preciadas empresas como es “Belaruskalii” (producción de abonos), que arroja una rentabilidad de entre el 70% y el 100%. El que piense comprar deberá respetar las condiciones: seguir desarrollando la empresa, mantener y aumentar los salarios, asegurar la protección social de los trabajadores y modernizar el sistema de producción. El precio de la empresa ya está puesto: 30 mil millones de dólares.
Además del interés por “Belaruskalii”, ya se sabe quienes están afilando los dientes para hincárselos a empresas como “,MAZ”, “BMZ”, “BelAZ”, empresas que en su día fueron modernizadas por cuenta del estado, y que ahora están entre las mejores de Europa en construcción de maquinaria de obra y vehículos industriales. “Cuando hablan de reformas están pensando en arrebatárselo al estado y entregarlo al sector privado, o en caso de venderlo, por un dólar, por una minucia. No necesitamos privatizaciones de este tipo”, subrayó Lukashenko.
En cuanto a la política de precios, Bielorrusia no parece dispuesta a permitir que los precios alcancen los niveles de los países vecinos, entre otras cosas porque eso restaría competitividad a los productos de fabricación bielorrusa. El presidente aseguró que el estado seguirá apoyando a las capas más sensibles de la población, como pensionistas y estudiantes. De momento tampoco se han tocado los precios de los servicios comunales; gas, calefacción, agua caliente, electricidad y demás gastos relacionados con la vivienda. Estos representan hoy de media un 23% del presupuesto familiar, aunque el presidente no ocultó que sería deseable alcanzar al menos el 30%.
En general, Lukashenko se esforzó por mantener un tono optimista y de confianza en el futuro y se mostró seguro de que el pueblo bielorruso seguirá viviendo bien después de esta devaluación. No obstante parece claro que el control sobre el gasto estatal será mayor: “Sí, por desgracia hemos tenido que recurrir en do ocasiones a esta impopular medida. Pero seguimos vivos. Después de aquella primera (enero de 2009) vivimos con normalidad. Igual pasará ahora. Solo que ya no va a haber ese derroche, esa construcción de viviendas a gran escala, ni tampoco ese desarrollo en la agricultura. No nos hace falta, y aunque así fuese, no nos lo podemos permitir. Habrá que ser más cuidadosos. No podemos permitirnos ningún derroche, llevaremos una política más cuidadosa.
La devaluación de nuestra moneda nacional es una buena noticia para los sectores orientados a la exportación. Y hoy las empresas que dedican su producción a la exportación no tienen problemas de dinero. Cierto que hay empresas, que dependen por entero de las importaciones, pero las vamos a respaldar, les vamos a asignar divisas para que no se hundan”.
Alexander Lukashenko aclaró que cuando habla de la ausencia de crisis en Bielorrusia, lo hace refiriéndose a que en el país no se están cerrando fábricas, ni empresas, ni se está quedando la gente en la calle.
“Lo principal ahora es no desaprovechar el tiempo, extraer de esto una enseñanza: Vamos a tener que invertir en modernizar la producción y aumentar su calidad”.
Preguntado sobre la posibilidad de liberar a los presos implicados en los disturbios de la noche electoral del 19 de diciembre, como posible condición impuesta para la concesión de créditos, ya sea por parte del FMI o de Rusia, el presidente reconoció que no excluye esa posibilidad. En este sentido se está haciendo un esfuerzo por normalizar las relaciones con la vecina Polonia, país al que Lukashenko no tiene reparo en calificar como “baluarte y base de operaciones de los EE. UU.”.
“No fue por culpa nuestra que se estropearon las relaciones con Polonia. Estamos dispuestos a aceptar su ayuda, dispuestos a dialogar, pero para ello no debe haber ninguna condición humillante. Es cuestión de alcanzar acuerdos, y no de hacer declaraciones públicas del tipo: “Eh, vosotros, ¡Liberad a los prisioneros políticos!”.
El presidente recordó que no hay presos políticos en Bielorrusia, y que ni siquiera existe ese artículo en el código penal. Hace poco estuve hablando con un cargo influyente alemán y me dijo que allí consideran que tenemos 180 presos políticos. Solo Sánnikov, Uss y Statkievich han sido condenados. Pero nuestra quinta columna les da una información completamente distinta. Tenemos un Poder Judicial independiente, así que no veo por qué me empujan a que lo sustituya”.
“No estamos ávidos de sangre. No tenemos ningún interés en que el estado tenga que mantener a nadie en la cárcel, no solo a los autodenominados presos políticos. Nadie los necesita en la cárcel. Solo traen problemas. Ya todos conocen sus caras. Así que no tiene sentido pensar que Lukashenko los mantiene por que representan competencia. Eso ya ha quedado atrás. Nadie pone hoy en duda las elecciones presidenciales ni sus resultados. Fueron candidatos, demostraron lo que eran. Violaron la ley y tuvieron que responder por ello. En su momento serán puestos en libertad, es caro y un gran honor para ellos estar en la cárcel”.
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