Nuestra lucha no se trata de una mera elección estrecha entre opciones electorales dentro del actual régimen, sino de apostar por formas de organización económica y espiritual, cualitativamente superiores a la civilización burguesa, donde se garantiza la emancipación del proletariado y la democracia real. Es la lucha popular por la conquista de la civilización socialista, partiendo del estudio científico de las bases materiales que lo posibilitan y con el objetivo último del comunismo.

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21 de agosto de 2015

La superioridad del modelo socialista sobre el capitalismo. El desarrollo económico en la India y en la República Popular China. Comparativa.

Tomado del extraordinario blog "Manos fuera de China" que a su vez lo ha tomado de la excelente editorial El Viejo Topo. Nuestro agradecimiento a todos estos camaradas

Zhao Yu, "La distribución de la tierra" (1948)

Mucho antes de que la Ley de Reforma Agraria fuese promulgada el 30 de junio de 1950, el PCCh había estado experimentando con medidas para devolver la tierra a la gran cantidad de campesinos. Estos experimentos tuvieron lugar allí donde el partido había sido capaz de mantener una fortaleza suficiente. La imagen representa a familias campesinas celebrando la escritura por la que reciben su porción de tierra, por primera vez en la historia de China. Los cambios introducidos por el Partido Comunista para promover el desarrollo de la producción agrícola, facilitaron la industrialización de China.


Extraído del Blog del Viejo Topo

Presentación y comentario previo sobre el texto que sigue

La siguiente entrada del blog forma parte de una serie de contribuciones publicadas en nuestra bitácora, orientadas a contrarrestar el imaginario negativo que el anticomunismo ha propagado desde siempre en relación con lo que se llamó el socialismo real. En este caso, nuestra mirada y reflexión bloguera se dirige a los logros de la República Popular China.

Hace unos 30 años, tuve la oportunidad de leer una monografía publicada por la Universidad de Santiago en 1983. Su autor, José Luis Outes Ruso, nos brinda en su libro una comparativa entre el desarrollo económico en la India y la República Popular China. En aquellos momentos de mi vida, tenía un especial interés en todo lo que se relacionase con la India y no dejaba de pensar en el parangón con China. En concreto, me planteaba lo siguiente:
  • China comienza su profundo proceso de transformación socialista en 1949, cuando el Partido Comunista gana la guerra que mantuvo con el Kuomintang. La India accede a su independencia el 15 de agosto de 1947. Por tanto, podemos considerar que el desarrollo de China e India son dos procesos paralelos en el tiempo, una vez se convierten en países soberanos en sentido estricto.
  • Ambos países arrancan de una estructura social básicamente campesina y en la que además la propiedad de la tierra está mayoritariamente concentrada en manos de una oligarquía agraria, sobre todo en el que caso de China. La mayor diferencia quizás estaba en que con el dominio británico tiene lugar la expansión de las relaciones capitalistas de producción en el campo (Outes, 1983:33), mientras que la China prácticamente salía de una sociedad feudal.
  •  La presión demográfica era mucho más negativa para China que para la India. Después de la partición con Pakistán, en 1950 la India tiene una población de 370 millones, frente a los 562 que tenía China en el mismo año (ver series demográficas históricas). Cierto que el tamaño de China es el triple que el de la India, pero esto no resta validez a que el problema fuese mayor en China.
  • China arranca desde una situación en la que el país está arrasado, después de la guerra contra Japón y de la guerra civil. Es decir, comparativamente también en esto China arrastraba un lastre considerable.
  • La India hereda de los británicos una red envidiable red de comunicaciones vital para el desarrollo, inexistente en China. Por ejemplo, una fabulosa red ferroviaria que todavía hoy en día comunica todo el país. Diríase que en esto también partía de una situación más favorable.
En el momento de la independencia, la India cuenta con una amplia base de cuadros técnicos formados bajo el dominio colonial, algo que no existía en China. Nuevamente nos encontramos con un factor de mayor ventaja para la India.

Considerando estos y otros aspectos, y viendo cómo habían evolucionado ambos países hasta los años 80, la reflexión personal que en aquellos momentos desarrollaba me convencía de la superioridad incontestable del modelo socialista. Y fue entonces cuando tuve la oportunidad de leer el libro de Outes Ruso, que vino a confirmar el resultado de mi reflexión.

Rescatando la obra del polvo de los estantes de mi biblioteca, me he animado a digitalizar la introducción (páginas 5 a 7 del libro) y el resumen final (páginas 181 a 190) basado en una vasta y rigurosa sucesión de pruebas estadísticas cuya reproducción me pareció excesiva e imposible en el contexto del blog. Para quien tenga interés en el libro, reproduzco como apéndice el índice del mismo.

Es muy importante que consideremos que la obra de Outes no hace referencia a la China actual, ya que su análisis abarca hasta el final de la década de los años 70. Es pues un libro que, en lo que respecta a China, habla única y exclusivamente de la China socialista en sentido estricto. No entramos en la polémica de lo que es la China actual ni es el objeto de esta entrada (téngase muy en cuenta para los comentarios).

El autor, José Luis Outes Ruso, actualmente es Catedrático de Teoría Económica en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Vigo. Se formó en la Universidad de Mainz en Alemania e hizo su doctorado también en este país, en RWTH Aachen (Aquisgrán). La referencia de la obra es la siguiente:

José Luis Outes Ruso: Desarrollo Económico en la India y la República Popular China. Estudio de las dos alternativas bajo una perspectiva histórica. Ed. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Santiago de Compostela. Santiago, 1983.

Desarrollo Económico en la India y la República Popular China. Estudio de las dos alternativas bajo una perspectiva histórica.

José Luis Outes Ruso


INTRODUCCION [Páginas 5-7 del libro]

A partir de 1949 India y China ocuparon un puesto primordial en la discusión sobre la problemática de los países subdesarrollados. El deseo de numerosos teóricos de estudiar y comparar el desarrollo de dos países de características similares pero con diferente sistema político, alcanzaba a casi todas las esferas de las ciencias sociales.

En los años cincuenta estaba de moda en los países de Occidente el caracterizar a la India y a la China Popular como dos alternativas, bien diferenciadas, de desarrollo socioeconómico en los países del llamado “tercer mundo" [1].

Sobre este tema apareció una amplia bibliografía, que, con pocas excepciones, tenía como conclusión: la China Popular estaba condenada a ser el perdedor en su competición con la India a pesar de los enormes esfuerzos que estaba empleando en su intento de superar el subdesarrollo, independientemente de los éxitos parciales que obtuviera.

Se solía escribir que la democracia en la India posibilitaría un desarrollo más rápido y continuado que en la China, la cual a consecuencia de su sistema político no podía ser un ejemplo a seguir por los países de África y Asia que a raíz de la segunda guerra mundial comenzaba a liberarse del colonialismo.

En el transcurso de los años se fue perdiendo el deseo de comparación, la realidad ha echado por tierra los prognósticos de los ideólogos y apologistas.

Del mismo modo nos encontramos con investigaciones sobre el desarrollo económico en ambos países a partir de 1949 donde no se hace diferencia alguna sobre los resultados de la política seguida por cada uno de ellos para superar el subdesarrollo. [2]
La diferencia entre los resultados en uno y otro país se concretan en el estancamiento económico de la India y el constante incremento del nivel de vida en China. Para comprender éste fenómeno de un modo adecuado es necesario tener en cuenta la estrategia seguida en ambos casos en estrecha relación con el desarrollo político del sistema.

En el transcurso de la investigación se mostró necesario exponer con mayor profundidad de lo previsto aspectos fundamentales de los condicionantes socio-económicos en el pasado. De este modo estábamos en mejores condiciones de exponer las condiciones del subdesarrollo y los cambios habidos durante el período al que concretamente se refiere nuestra investigación.

En la primera parte del trabajo exponemos el desarrollo socio-económico de la India desde la época de los Moghuls hasta 1947; esta primera exposición se representa con amplia profundidad por los siguientes motivos:
  • 1) con ayuda del material existente se puede fundamentar la tesis de que el subdesarrollo de la India es ante todo la consecuencia de la opresión colonial;
  • 2) el modo en que se manifiesta el subdesarrollo de la India son típicas de aquellos países que se reproducen en condiciones de dependencia;
  • 3) el amplio material empírico hacía posible una exposición más amplia de esta fase que en el estudio correspondiente al caso chino.
En la segunda parte nos ocupamos del desarrollo en China sobre todo en los referente a la situación de la agricultura anteriormente al año 1949. Aquí se exponen entre otras la influencia de las relaciones “casi feudales” sobre el desarrollo de la producción agrícola y la del capital extranjero sobre la estructura de la producción.

En los dos capítulos siguientes tratamos el desarrollo económico en India y China Popular durante los primeros veinte años que siguen a la Independencia de la India y a la victoria de la revolución socialista en China. Motivo principal de la investigación son las reformas agrarias en ambos países, para cuya tarea hemos partido de la estructura interna de las medidas tomadas y su incidencia sobre el desarrollo económico en su totalidad.

En los dos últimos capítulos se describen los elementos básicos de la política de desarrollo industrial practicada en los dos países, concentrándonos en el caso de la India en la política estatal respecto la industria —capitalismo de estado—. Aquí tratamos de dar respuesta a la pregunta de si la política agraria y la industrial no son dos aspectos relevantes de la misma política a nivel global.

En lo que respecta a la China Popular nos concentramos en la superación de las antiguas relaciones de producción en la industria y su influencia sobre la industrialización del país. Paralelamente a esto se expone la contribución de la agricultura al desarrollo industrial del país así como la de la industria pesada.

En el anexo hemos introducido tanto material estadístico como documentos oficiales de la India y la China Popular que consideramos de importancia como: la “Industrial Policy Resolution” (1956), extractos del “Programa Común” (China Popular) y de la Constitución de este país. También hemos elegido por su gran importancia el texto completo de la Ley de Reforma Agraria de la República Popular China.

[1] H.v.Lehn, Indien und China. Zwei Entwicklungswege, en: Vereinte Nationen, Nr. 2. 1969
[2] Típicos representantes de esta tendencia son: S. Swami, W. W. Rostow, Kuan I Chen y J.S. Uppal, entre otros. En contraposición a estos autores cabe citar los trabajos de Ch. Bettelheim, K. Buchanan, W. Malenbaun donde se expone la problemática del subdesarrollo partiendo de exámenes profundos donde se tienen en cuenta los condicionantes históricos.

RESUMEN [Páginas 181 a 190 del libro]

El desarrollo de las economías hindú y china se caracteriza hasta el año 1949 por los siguientes rasgos:
  • a) la intensa explotación a la que estaban sometidos ambos países, bien por una o por varias potencias coloniales,
  • b) la apropiación y uso no-productivo de una gran parte del excedente económico por una minoría de la sociedad.
La importancia de estos factores está definida por diferentes momentos históricos. El sometimiento de la India dentro de la esfera de influencia de Inglaterra, con las consiguientes relaciones de dependencia y explotación, frenó el papel histórico que debería haber jugado la, en aquel entonces, todavía no del todo desarrollada burguesía del país asiático.

Como hemos visto, previamente al sometimiento de la India ofrecia este país un alto nivel de desarrollo de las fuerzas productivas. Con el establecimiento del poderío ingles y el uso de una parte considerable del excedente económico para fines que no potenciaban el desarrollo económico, se programaba el futuro subdesarrollo.

No fue una casualidad histórica, que el comienzo de la revolución industrial en Inglaterra coincidiese con el “saqueo” de la India; vemos pues que un hecho concreto, el establecimiento del poder político-económico inglés en la India, tuvo dos consecuencias inmediatas pero de signo contrario: la primera, el subdesarrollo (India), la segunda, industrialización en Inglaterra (desarrollo) como consecuencia de la apropiación de una parte del excedente económico de la India.

El proceso de “integración” se reflejaba en un proceso dialéctico con dos vertientes claramente definidas y contrapuestas: el subdesarrollo y desarrollo, la industrialización y la pauperización. La liberación de la clases oprimidas pasaba ahora ya no sólo por la superación de la propia burguesía nacional sino también por la independencia nacional.

El segundo factor que fomentó el subdesarrollo, fue el papel colaboracionista que jugó la todavía débil burguesía agraria y la capitalina, que al amparo de las fuerzas coloniales se apropiaban y hacían uso improductivo del excedente económico.

Por otra parte la explotación profunda a la que estaba sometido el campesinado hindú y la destrucción de la industria rural agudizaban todavía más el subdesarrollo.

En China, por el contrario, se constata que la explotación a la que estaba sometido el campesinado y el uso no productivo de una parte del excedente económico por parte de las clases propietarias nacionales eran los factores decisivos para el bajo desarrollo de las fuerzas productivas. Bajo estas condiciones no es de extrañar que fuese China en el año 1949 un país en el que la producción agrícola per cápita tuviese un nivel muy bajo; el empleo de una técnica arcaica tenía que ser compensada con fuerza de trabajo, lo que a su vez implicaba unos rendimientos muy bajos.

Esta situación se reflejaba, al igual que en la India, en una estructura económica débil y con carácter crónico y que se manifestaba claramente en el hecho de que a pesar de ser un país agrícola, la agricultura no jugaba su papel de potenciador del desarrollo económico.

El carácter “casi feudal” ‘de la sociedad china favoreció en el siglo pasado la inclusión de este país en la esfera de influencia de las potencias coloniales europeas, las cuales frenarían el desarrollo socio-económico de este país. Este papel negativo de las potencias occidentales en China no fue sin embargo tan negativo como en el caso de la India, no por último debido a la fuerte competencia existente entre los países de Occidente sobre suelo chino.

El crecimiento demográfico fue durante largos períodos de tiempo relativamente bajo, tanto en China como en la India, lo que nos indica aún más claramente que: a) el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas era muy bajo, b) que el bajo abastecimiento de la población con productos alimenticios no se debía en primer término al crecimiento excesivo de la población.

En nuestra exposición del desarrollo económico de ambos países después de la independencia de la India el 15 de Agosto de 1947 y de la llegada al poder del gobierno revolucionario el 1 de Octubre de 1949 en China, nos hemos concentrado en el análisis de los cambios habidos en el sector agrario.

Mientras que estos tenían en la India un carácter típicamente estabilizador del sistema capitalista, eran en China una parte fundamental de una política que tenía como tarea inmediata la abolición de la propiedad privada sobre los medios de producción.

La meta inmediata de la política agraria hindú a partir del año 1947 fue la de introducir los cambios necesarios, y mínimos, que favoreciesen la industrialización, pero que lógicamente no afectasen los intereses de los grandes propietarios. Con la pretendida desaparición de las relaciones “casi-feudales” existentes en el campo, se perseguía un desarrollo capitalista de la agricultura, que a su vez debería ser secundado por un desarrollo capitalista en los restantes sectores de la economía.

A pesar de un desarrollo considerable de la producción agrícola a partir de la independencia, se puede constatar que la agricultura no cumplió, en la medida esperada, con su misión de convertirse en el sector base del desarrollo económico. El nivel de abastecimiento de la población con productos alimenticios apenas se diferencia en la actualidad del nivel existente en el año 1947. En algunos casos incluso ha empeorado, debido a los mecanismos de distribución de la economía de mercado. La legislación agraria de la India tenía un “carácter nominalmente progresista”, lo que en práctica se demostró aún mejor con el hecho de que fuesen aquellas mismas fuerzas que promulgaron las leyes, las que impedirían que no se llevasen a la práctica.

No fueron pues los campesinos los que decidieron su propio futuro, sino los propietarios los que una vez más decidían sobre las masas desposeídas.

El diferente carácter de la política agraria en un país y en el otro se refleja en el desarrollo de la producción de cereales per cápita.

La tabla muestra una diferencia considerable entre el desarrollo absoluto y relativo de la producción de cereales en ambos países.

La clase dominante de la India ha intentado salvar la contradicción existente entre propietarios y los no propietarios con propuestas “verbalistas y radicales”, como pueden ser la famosa frase de Indira Ghandi “acabemos con la pobreza” y las promesas confusionistas de la construcción de una sociedad “socialista”.

Una política verbalmente tan “radical” no se puede mantener a largo plazo, sobre todo si en la práctica va en contra de los intereses de las masas populares. Sólo se podrá intentar y llevar a cabo bajo unas condiciones concretas de dictadura (y no lejos de ello se encontraba el ‘régimen de Indira Ghandi en sus últimos años) en la que las amplias capas de la población no tienen posibilidad alguna, al menos en el marco oficial, de defenderse de tal política. Pero incluso en una democracia parlamentarista es peligroso jugar a la demogogia como se ha hecho en la India en los últimos años. Los cambios habidos, al menos en lo que respecta a los partidos que forman el gobierno pueden ser un indicio de que incluso ciertos sectores de la clase dominante consideraban peligroso el argumentar con metas que son contrarias a las de la clase en el poder.

En contraposición a la situación en la “mayor democracia del mundo”, como se califica a menudo a la India, encontramos que los cambios substanciales que tuvieron lugar en China fueron la consecuencia de la estancia en el poder del “legislativo revolucionario”.

La eliminación de la propiedad privada sobre los medios de producción y la formación de las cooperativas fueron acompañadas de un aumento constante de la producción agrícola, con lo que no sólo se aseguraba el poder revolucionario, sino que además se conseguía una base amplia que asegurara la industrialización del país.

Los cambios socio-económicos influyeron ampliamente sobre el desarrollo de la producción agrícola, pues estos hacían posible la participación del campesinado en tareas que ahora consideraban suyas, como podrían ser trabajos de ampliación de regadíos, incremento de la superficie cultivada etc.

El bajo nivel de la ‘producción industrial china en el año 1949 hizo necesario llevar a la práctica una política económica que hiciese posible:
  • a) una profunda reestructuración de la producción, con lo que se pretendía forzar el crecimiento y el desarrollo económico utilizando la capacidad de producción existente y que a corto plazo se podría considerar como constante. Esta es la base de la política: con lo mismo producir más de lo que más se necesita por la mayoría.
  • b) un aumento constante de la tasa de inversión. De los aspectos cuantitativos del desarrollo de la RP China es este sin duda el que más discusión provoca, entre otros motivos debido al alto nivel alcanzado por la tasa de acumulación que supera con mucho a la de los demás países subdesarrollados.

Un reflejo del bajo nivel de desarrollo de la economía china (por analogía también el de la hindú) nos lo ofrece el hecho de que en el año 1956, el fabricar un nuevo par de zapatos para cada habitante hubiera significado que la renta nacional aumentase en un 6%. [1]

El problema fundamental a solucionar era pues, como satisfacer las necesidades primarias de la población lo antes posible; asegurar en un corto plazo de tiempo una oferta suficiente de alimentos per cápita, viviendas y una asistencia médico-sanitaria y una cultura adecuada.

La estructura de la producción existente en el año 1949 no era la más apropiada para poder salir en el espacio de tiempo más corto posible del atraso económico en que se encontraba. El peso excesivo de la industria de bienes de consumo tuvo que ser contrarrestada por una alta tasa de inversión, sin la cual el desarrollo y el crecimiento económico no podía estar asegurado. Esta es otra de las características que más diferencian la alternativa china de la de la India: mientras que el proceso de industrialización chino es equilibrado —entendiendo por “equilibrado”, una situación en la que ni el sector de bienes de consumo ni el de bienes de inversión muestre una preponderancia tal que impida el desarrollo económico — no se puede decir lo mismo del desarrollo industrial de la India, que está caracterizado por una preponderancia del sector de bienes de consumo, y dentro de éste por un acentuado peso de la industria de artículos de lujo. Esto condujo a la economía hindú a prescindir constantemente de un crecimiento y un desarrollo más alto y que bajo otras condiciones político-económicas hubiese podido ser alcanzado.

Esta estructura propició un desabastecimiento permanente de amplias capas de la población con artículos de primera necesidad. Como consecuencia se constata que el abastecimiento de bienes de consumo per cápita es menor que en China, a pesar de que la participación de la industria ligera en la producción global es mayor en India que en China.

El acoplamiento de la política agraria y la política industrial hizo posible que ambos sectores de la economía se apoyasen mutuamente, de modo que el incremento de la producción industrial (pesada y ligera) tenía como consecuencia un abastecimiento un aumento de la población con artículos de primera necesidad.

El desarrollo económico de la China en los últimos 25 años ha demostrado que sí es posible que un país subdesarrollado consiga simultáneamente —y bajo determinadas condiciones socio-económicas- dos objetivos de desarrollo económico que a muchos teóricos en un principio les parece imposible: industrializar el país a un ritmo acelerado, garantizando al mismo tiempo un aumento constante del nivel de vida de amplias capas de la población.

Desde el momento en que el uso de los recursos naturales y el empleo de las fuerzas productivas en el proceso de producción ya no depende de una minoría (la clase propietaria que antepone sus intereses particulares a los de la mayoría de la población) se puede llevar a la práctica una política económica que estando en función de los intereses de la sociedad, sin que ello implique un descenso del nivel de vida de la población, sino todo lo contrario.

Otra diferencia fundamental en el desarrollo de ambos países radica en las medidas tomadas por sus respectivos gobiernos en lo que respecta a la actuación de las poderosas empresas extranjeras radicadas en estos países. Mientras que China siguió una política, cuyo objetivo era eliminar el poder del capital extranjero, el gobierno de la India, por el contrario se conformó con garantizar a las empresas extranjeras operantes en el país el seguir desarrollándose en ramas importantes de la economía aunque esto tuviese lugar a costa del propio desarrollo de la economía.

Estas potentes empresas extranjeras no han favorecido el desarrollo, a lo único a que han contribuido fue a crear una estructura de producción determinada y a fomentar altas ganancias pero no, por supuesto, a crear una industria moderna que apoyase el desarrollo industrial de la India.

Los cambios socio-políticos operados en ambos países desde 1949 son claros: en China tuvo lugar una revolución socialista en el marco de la cual se llevaron a cabo cambios fundamentales; el problema alimenticio se resolvió al cabo de pocos años, y el país se encuentra en una vía de desarrollo que le permitirá en algunos años ser contado entre la grandes potencias industriales, y no sólo por el volumen de mercancías producidas, sino también por la tecnología empleada en el proceso de producción y la propia estructura de ésta.

Además este desarrollo, sin duda peculiar, fue llevado a cabo por la propia China exceptuando la ayuda de la Unión Soviética durante los años 50, lo que no deja de ser simbólico, pues se ha demostrado en la práctica que todo pueblo, por muy atrasadas que sean sus estructuras y por mucha población de que disponga puede salir por sus propias fuerzas de una situación de hambre, miseria y emigración.

Los índices de desarrollo de la producción industrial para ambos países nos dan una idea del desarrollo, así como la diferencia de crecimiento general entre ambos países.

Estos datos estadísticos no nos deben hacer olvidar el hecho de que todavía hoy China es un país subdesarrollado; sin embargo como dice un conocido refrán chino: "la marcha más larga comienza dando un primer paso".  Y ésta es la tarea histórica que tiene planteado el socialismo chino en la actualidad.

En la India por el contrario se opera a menudo con frases sin “ningún contenido real”, como puede ser el de “socialistic pattem of society”, conceptos —-que como ya hemos expuesto arriba— no dejan de ser simples “slogans publicitarios” de un sistema que se niega a presentarse tal y como es. Ante esto cabe preguntarse, cuándo llegará el día en que los obreros y los campesinos de la India tomen a sus gobernantes en serio y se pronuncien por la construcción del “camino socialista característico de la India” tan cacareado por los políticos pero que, lógicamente, no existe todavía como tal. Pensamos que el pueblo hindú no podrá ser eternamente engañado por los mismos señores. No es nuestra misión, sin embargo hacer futurología: el pueblo tiene la palabra.

[1] S.J. Patel, Growth in lncome and lnvestment in India and China, 1952-60, en: The Indian Economic Review, Nº 3, Vol. III, 1957, pág. 63.



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13 de agosto de 2015

En solidaridad con el presidente progresista Rafael Correa recordamos nuestras críticas y ataques a la política equívocada de la ultraizquierda ecuatoriana

- La injerencia y divisionismo del Maoismo chino en contra de los Partidos comunistas latinoamericanos
http://jcepichincha.blogspot.com/2011/06/la-injerencia-y-divisionismo-de-los.html

- Los hoxhaistas del PCMLE-MPD complices del golpe fascista de unos policias ecuatorianos contra el Presidente Correa http://civilizacionsocialista.blogspot.com/2010/09/los-hoxhistas-del-pcmle-mdp-complices.html

5 de agosto de 2015

'Con el comunismo se vivía mejor': el 66% de los rumanos votaría al dictador Ceausescu

El 66 por ciento de los rumanos votaría al dictador comunista Nicolae Ceausescu (1918-1989) si se presentara a las próximas elecciones presidenciales de noviembre, según una encuesta publicada hoy.
El "Genio de los Cárpatos", como se hacía llamar Ceausescu, se situaría por delante del actual primer ministro socialdemócrata Victor Ponta (31 por ciento) y el jefe del Estado, Traian Basescu (10 por ciento), según el estudio del privado Instituto Rumano de Evaluación y Estrategia (IRES).

"Se vivía mejor en el comunismo"

El sondeo destaca que un 69 por ciento de los ciudadanos considera que se vivía mejor durante el comunismo, al mismo tiempo que un 35 por ciento asegura que su situación sería mejor si no hubiera caído el Telón de Acero en 1989.
Además, los encuestados respondieron que sobre todo echan en falta el empleo (23 por ciento) y el "vivir bien" (14 por ciento), en comparación con la época comunista.
El barómetro ciudadano señala también que un 73 por ciento de los ciudadanos cree que Rumanía va por mal camino frente a un 23 por ciento que piensa lo contrario.
Una encuesta similar elaborada en 2010 indicaba entonces que el 41 por ciento de los rumanos hubiera votado a Ceausescu como presidente.
El sondeo se llevó a cabo entre el 3 y 6 de abril y se entrevistaron a 1.349 ciudadanos personalmente en su domicilio, con un margen de error del 3 por ciento.
Ceausescu murió fusilado en diciembre de 1989 y su régimen era considerado uno de los más represivos y duros del antiguo bloque comunista.
Rumanía, el segundo país más pobre de la Unión Europea (UE) después de Bulgaria y uno de los más golpeados por la crisis, alcanzó en julio pasado un nuevo acuerdo con el FMI, el tercero desde 2009, por un crédito de 4.000 millones de euros. En los últimos cuatro añosel país ha sufrido la aplicación de un plan de ajuste con recortes en el gasto público, subida de impuestos y bajadas de salarios públicos y pensiones, lo que ha causado un gran malestar social.

Nota:el cretino lenguaje burgués imperialista de este artículo no es nuestro sino del reaccionario diario El Mundo. Pero simple para constatar el rotundo fracaso social que es el capitalismo restaurado criminalmente en este país y en el resto. Las generaciones que han podido vivir en los dos modos de producción han sacado una conclusión clara: EL SOCIALISMO ES MEJOR.

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